El Pais (Uruguay) - Revista domingo
COMPLEJA RELACIÓN PADRE E HIJO
American Buffalo fue la primera pieza teatral con la que David Mamet alcanzó el éxito. La estrenó en 1975, años más tarde (1996) sería llevada al cine. Su padre, Bernie Mamet, un esforzado abogado laboralista de izquierda, aún estaba vivo y asistió a la función. Cuentan que al final de la película le dijo a su hijo: ¿Cuándo vas a dejar esto y a matricularte en la Facultad de Derecho?.
Llevaba más de dos décadas sin publicar ficción. Su última película se estrenó hace ocho años. Tal vez por ello, la publicación de su última novela causó un pequeño revuelo entre los miles de seguidores de este autor. La obra de David Mamet ( 71) abarca la novela, el cuento, el ensayo, guiones para cine y televisión, teatro y dirección de cine. Su marca se ha impreso en clásicos modernos, como el notable guion de Los Intocaque dirigió Brian De Palma, o
originalmente una pieza teatral que le valió el Premio Pulitzer en 1984.
Mamet tiene fama de hombre duro, muy a la medida de sus personajes predilectos de ficción.
Sus opiniones son tajantes, a menudo políticamente incorrectas, pero en relación con el cine y la literatura su palabra es escuchada con reverencia. Tiene una pésima opinión sobre el periodismo en general, pese a ello el personaje principal de su última obra es un reportero.
En esta novela, Mamet vuelve a su mítica ciudad de Chicago, que por otra parte da título a la obra, y la ambienta en los borrascosos años veinte. El imperio de Al Capone en todo su esplendor, un terreno conocido por el autor que vuelve a elegir para la peripecia de su personaje Mike Hodge, un ex piloto del ejército estadounidense que al final de la guerra vuelve a su ciudad natal para convertirse en reportero del Chicago Tribune. La mujer de la que está enamorado aparece asesinada y Hodge se lanza a investigar por su cuenta, para lo que debe bajar al inframundo del crimen organizado.
Esta es la anécdota central de la historia, que en su versión en castellano es publicada por RBA en su colección noir.
Mamet es un gran crítico de la sociedad estadounidense, cuyas fobias, miedos y demonios tan bien ha sabido retratar en su obra. Y aunque ya no vive en su Chicago natal, la ciudad permanece como símbolo de una compleja sociedad en su obra.
“A mí ser estadounidense me vuelve loco. Creo que este país es maravilloso. Hay cosas que mejorar, pero cuando nací muchas cosas iban peor: había segregación racial y no se permitían las relaciones interraciales, los gais no podían hacer pública su condición sexual y podían ser chantajeados... Ha cam- biado todo mucho. Estoy muy orgulloso de ser estadounidense”, dijo en una reciente entrevista con motivo de su nuevo libro.
CHICO DE BARRIO. Proviene de una familia de judíos polacos, pero David Mamet nació en Chicago (Illinois, EE.UU) el 30 de noviembre de 1947.
En su adolescencia, mientras cursaba estudios secundarios, descubrió su vocación por la dramaturgia, la actuación y las letras. De algún modo allí hizo sus primeras armas cuando participó de un grupo teatral y creó varios sketches rápidos, escritos en lenguaje callejero y dirigido a un público poco dado al teatro.
Estudió en el Goddard College de Vermont y luego, cuando ya había definido su vocación, cursó en el Neighborhood Playhouse School of Theatre de Nueva York. Allí tuvo como maestro a Sanford Meisner, que enseñaba su método de interpretación basado en las enseñanzas de Stanislavsky.
En su juventud compaginó su dedicación a las artes escénicas con varios oficios, fue taxista y agente inmobiliario, entre otras ocupaciones. Pronto se decantó por la dramaturgia, Mamet había descubierto un talento innato para reproducir el habla de la calle en obras de un realismo crudo que de inmediato llamaron la atención. Las primeras piezas escritas por Mamet fueron estrenadas en el off-Broadway entre 1974 y 1975, donde se labró una reputación como autor del llamado “nuevo realismo”.
Y así llega American Buffalo, la obra que le significará un reconocimiento más allá de
ENSUNUEVA NOVELA VUELVE AL CHICAGODE AL CAPONE
SUS PIEZAS TEATRALES SE INSCRIBIERON EN EL “NUEVO REALISMO” AMERICANO