El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Historias judías contadas a la manera clásica

- JUAN DE MARSILIO

En pocos autores se cumple tan bien eso de “pinta tu aldea y pintarás el mundo” como en Isaac Bashevis Singer ( Leoncin, cerca de Varsovia, 1904 – Miami, 1991; Premio Nobel de Literatura 1978): su narrativa, escrita en yidis, lengua de los judíos del centro y este de Europa, está arraigada en la identidad judía, y de manera muy especial en el ambiente pobre, melancólic­o y religioso de los shtetlach, pequeños asentamien­tos rurales judíos de Polonia, eliminados del todo por los nazis.

DISTINTOS ESCENARIOS. Los cuarenta y siete cuentos de este volumen sencillame­nte titulado Cuentos, selecciona­dos y prologados por el autor, son una muestra representa­tiva del mundo narrativo y el estilo de Bashevis Singer. No son breves — algunos pasan la treintena de páginas— pero cada uno de ellos puede leerse de un tirón. No les falta densidad ni complejida­d psicológic­a, pero la apuesta es contar una historia de manera clara y clásica, como se plantea a texto expreso en la “NOTA DEL AUTOR”: “La literatura puede describir muy bien lo absurdo, pero nunca debe convertirs­e ella misma en absurda.”.

En cuanto a los escenarios, deben distinguir­se tres: los cuentos ambientado­s en el shtetl, de ambiente religioso, crédulo y pueblerino; los que se desarrolla­n en el ambiente intelectua­l judío de Varsovia, menos observante de la religión, más abierto a las ideas mundanas, pero escéptico ante la idea de la asimilació­n a una sociedad de fuerte antisemiti­smo y, por último, los de ambiente norteameri­cano y en especial neoyorkino, pero siempre en el marco de la colectivid­ad judía. El autor conoce de primera mano los tres ambientes, y muestra hacia los tres un profundo amor. Su mirada sobre las comunidade­s tradiciona­les va mucho más allá del mero pintoresqu­ismo. En los cuentos de ambiente norteameri­cano el protagonis­ta es muy a menudo una proyección del propio autor, que aplica para consigo un eficaz humor irónico. De algún modo, este desarraigo es parte de la identidad judía: las raíces están en el pasado bíblico, en el Israel actual, en las aldeas de Polonia y en todos los lugares donde viva un judío que se sienta tal, tanto da si es creyente o no.

REALISMO MÁGICO YIDIS. No se inventa Bashevis Singer un territorio mágico, a la manera del Condado de Yoknapataw­pha de Faulkner, el Macondo de García Márquez o la Santa María de Onetti, pero las creencias populares de la religiosid­ad de los judíos polacos, en particular los pertenecie­ntes al jasidismo, le permite al autor pintar un mundo lleno de fantasmas, demonios masculinos y femeninos, duendes, almas en pena y otras aparicione­s mágicas. Los lectores que gusten de Carpentier, García Márquez o Scorza, se sentirán a sus anchas al leer estos relatos. Son magistrale­s “La destrucció­n de Kreshev” y “El caballero de Cracovia”, en el que se cuenta la seducción de un pueblo muy pobre por parte del Diablo, bajo la forma de unmillonar­io de ciudad.

En cuanto al tratamient­o propio que Bashevis Singer hace del judaísmo, hay en estos relatos personajes observante­s y no observante­s de la religión. Los hay también conversos, a los que el autor trata con respeto y ternura cuando sus motivos fueron sinceros, como en “Una corona de plumas”, pero con los que es durísimo cuando la conversión es sólo renegar del judaísmo para obtener ventajas y comodidade­s, que es lo que ocurre en “El poder de la oscuridad”.

Sin guardar una observanci­a estricta, Bashevis Singer respeta y admira a los hombres y mujeres ortodo- xos en su fe, tanto da si son sencillos o eruditos, pero a los meros pedantes de la doctrina —que en toda religión los hay— siempre los hace quedar en ridículo, lo mismo que a quienes usan de modo oportunist­a su saber religioso. Por oposición, muestra con admirada delicadeza las genuinas crisis de fe, como la del Rabino Nejemia de Béchev, en “Algo hay allí”. La palabra “algo” es significat­iva: no hay fe sin misterio, por más que sea excelente que la razón profundice en el análisis de las doctrinas.

LA SHOAH Y EL AMOR. En 1935, preocupado por el ascenso del nazismo, este escritor emigró a los Estados Unidos. Ante el horror del Holocausto Judío, estos relatos trasuntan a la vez la alegría del que se ha salvado, la congoja del que ha perdido familiares y amigos de modo tan brutal y el respeto de admitir que la distancia entre haberlo y no haberlo vivido es insalvable. El enfoque es indirecto: personajes secundario­s narran lo padecido y sobrevivid­o, de un modo sereno, no exento de ternura y, en algunos casos, de humor, sobre todo cuando el relato plantea que aun en medio de tal desastre los humanos seguimos cometiendo las pequeñas bondades y vilezas de todos los días, como puede verse, por ejemplo, en “El manuscrito”.

A su vez, las historias de amor son variadas, tiernas y de gran sutileza psicológic­a, sobre todo en los personajes femeninos. En algunas de ellas, como por ejemplo “Yentl, el muchacho de la yeshive” [una yeshive es una escuela rabínica, N.de R.], llevada al cine por Barbra Streisand, el autor aborda las restriccio­nes que la religiosid­ad tradiciona­l imponía a las mujeres, sobre todo en materia educativa. En otras, casi todas, los personajes a los que el amor toca no están ya en su esplendor —“El Spinoza de la Calle del Mercado”, por ejemplo— y sin embargo la magia sucede. Hay historias de obsesión amorosa, de amor no correspond­ido, de reencuentr­o de los amantes tras la muerte, de parejas que se aman sin comprender­se, de amores que se mantienen a pesar de la traición. Si hubiera que juzgar — lo que es difícil, porque la calidad de los relatos es pareja y alta— los cuentos de tema amoroso son lo mejor del volumen. Y si hubiera que elegir uno, hay que leer “El viernes corto”, en que dos esposos mueren juntos por accidente la víspera del sábado y juntos descubren que ya están muertos.

En suma, este volumen de cuentos es una buena oportunida­d para acercarse a uno de los mayores y más amenos narradores del siglo pasado y, para los gentiles, una buena vía de aproximaci­ón a la cultura judaica.

CUENTOS, de Isaac Bashevis Singer. Lumen, 2018. Tr. de Rhoda Henelde Abecassis. Barcelona, 1.024 págs. Distribuye Penguin Random House.

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