El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Robert Moré. Humor corrosivo

- SOLEDAD GAGO

ROBERT MORÉ Es actor, hizo publicidad, trabajó en radio y en televisión, pero su vida es el escenario. Detractor de lo políticame­nte correcto, lleva 25 años en las tablas del Teatro Circular.

ARobert Moré le dijeron que no servía para ser actor, que el teatro no era para él. Después de un año de pruebas para entrar a la escuela del Teatro Circular de Montevideo, lo invitaron a dedicarse a otra cosa. Se habían presentado 400 personas para una institució­n que tenía capacidad para 20 alumnos. Y Moré había llegado hasta el final. Pero, como cuando quiso ser jugador de fútbol o estrella de rock, todo quedaba en la ilusión de lo que podría haber sido pero no sería.

Tenía 19 años, Moré, y ese verano después del rechazo la pasó mal. Había dejado de estudiar y estaba trabajando cuando en marzo del año siguiente uno de los 20 alumnos de la escuela renunció. Entonces, la ilusión dejó de ser ilusión y la tristeza del verano fracasado se fue: Moré iba a poder estudiar teatro en el Circular.

Él, que no tenía muchos conocimien­tos sobre cultura ni sobre arte ni sobre escenarios, quería ser actor. Y para eso, tuvo que trabajar y estudiar mucho. “Yo siempre digo lo mismo: soy un picapedrer­o del arte. No tengo un bagaje cultural grande porque no vengo de una familia que fomentara el arte. A mí me cuesta, pero yo ahora trato de que mis tres hijos, por ejemplo, lean, que se interesen”. Dice que cree firmemente que estuvo bien que lo hayan eliminado de esa instancia de la prueba. Sin embargo, con esfuerzo y trabajo, hizo la carrera, egresó en 1994 y hoy, con 49 años y 25 de experienci­a en las tablas, dice que con cada obra que hace, descubre más sus falencias como actor, que eso lo hace seguir siempre trabajando y estudiando, que así fue como se formó y así entiende a la profesión.

CUANDO EL HUMOR SALVA. Moré, a quien no le gusta decir su verdadero nombre, dice que de la infancia tiene los recuerdos de la amistad, de los días jugando al fútbol en las calles del Cerrito de la Victoria, donde nació. Dice que recuerda una infancia muy feliz, pero que sin embargo, si ahora mira para atrás, sabe que su niñez fue complicada. “Mi padre fue alcohólico, llegó a querer pegarle a mi madre, fue lo peor. En algún lugar, yo aprendí a protegerme de eso viendo la realidad con humor. No es que yo viera con humor que mi viejo le haya querido pegar a mi madre, pero creo que esa situación de violencia y de desamparo paterno, me llevó a refugiarme en el humor. Mi madre fue una mujer que tuvo que hacer de padre y de madre sin un mango, vivíamos en una pobreza muy grande, pasábamos tres días comiendo sopa hecha con un hueso, pasábamos hambre, el lujo que teníamos era una vez por mes comprar 100 gramos de galletitas dulces sueltas. Y a pesar de todo eso, yo tengo el recuerdo de una infancia muy feliz. Jugué mucho, disfruté mucho con mi madre y con mis abuelos paternos, que eran maravillos­os”.

Y entonces, a los tumbos empezó a entender al humor como una forma de pararse frente a la realidad, y la mantiene hasta hoy: desde el espectácul­o que estrenó el año pasado y que reestrenó el viernes 18 de enero en el Teatro Circular, No doy con el personaje, hasta las columnas que hacía en la radio, el humor siempre es su bandera. Porque Moré, además de actor, ha trabajado en los medios. Pasó por varios programas y por varias radios, siempre haciendo columnas de humor. En la última en la que se lo escuchó, hasta medidos de 2018, fue en Radio Cero. “Yo estuve medio año haciendo chistes sobre Peñarol, porque andaba horrible, a mí me duele en el alma porque soy enfermo por Peñarol, pero bueno. Hice un par de chistes contra Nacional y hubo alguien que empezó a llamar a gerencia a quejarse y de un día para el otro, lo que era humor, ironía, tuve que empezar a explicar que era, justamente, humor. Entonces decidimos parar un poco. Pero el humor es corrosivo y tiene que molestar, sino no es humor. Pegarle a los políticos, por ejemplo, está en la tapa del libro, es un lugar seguro. Yo soy de izquierda, pero cuando tenés personajes como Sendic tenés mucho material. La verdad es que tener esa situación me sacó totalmente las ganas de seguir haciéndolo”.

—¿Nos cuesta más el humor ahora?

— Yo creo firmemente que a la gente le cuesta mucho el humor porque implica saber reírse de uno mismo. El que hace humor tiene que saberlo. Si no, no hay forma. El ejemplo más claro es con Nacional y Peñarol. Si yo soy de Peñarol, festejo todos los chistes de Nacional, de Defensor, pero cuando hacen un chiste de Peñarol, ya no me gusta y me enojo. Y eso pasó siempre. Yo creo que tiene que ver con esa cosa de los uruguayos, de que somos medio tristes. Los uruguayos tenemos un problema con el humor y ahora está agravado por lo políticame­nte correcto.

Es por eso que ahora Moré redobla la apuesta, “como para hacerle frente a lo políticame­nte correcto”. En Twitter, por ejemplo, donde tiene casi 10 mil seguidores y una presencia activa, responde siempre con ironía, pero intenta no enojarse ni entrar en el juego del insulto. “Aprendí que funciona así, que hay gente que nunca te va a querer y que va a buscar los canales para hacértelo saber. Como yo soy muy calentón, intento no entrar en el juego, porque lo que quiere la gente que te insulta es hacerte entrar y si no lo logran, al insulto se lo quedan ellos. Si vos no aceptás el insulto, se lo queda el otro”. Entiende, Moré, que las redes son “infernales” pero también sabe que son una buena herramient­a para difundir su trabajo. Incluso, las utiliza mucho para promociona­r los espectácul­os en los que participa.

Porque, en definitiva, todo en Moré se reduce al teatro. Todo lo demás es accesorio, lo disfruta, pero no hay nada como el escenario. “Es el aire que respiro, no puedo vivir sin el teatro. Me gusta mucho trabajar en televisión, filmar, hacer radio, y una cantidad de cosas, pero si pudiera me quedaría solo con el teatro y te diría que ni daría clases, pero bueno, es imposible. Es algo que no me puede faltar. Es eso: la vida misma”, sostiene.

Y su vida como actor ha estado siempre vinculada al Teatro Circular. Después de egresar de la escuela, se desvinculó de la institució­n, hizo una obra con la dirección de Roberto Suárez y con César Troncoso como compañero de elenco, se metió en la publicidad. “En ese momento del egreso, mi ego de hijo único y de actor recién egresado era inabarcabl­e, creo que me decías que me ponías a actuar mano a mano con De Niro y yo te decía que me lo comía en dos panes. De a poco me fui dando cuenta, a cachetazos de realidad, de que yo no era ese actor fantástico y maravillos­o que había egresado y que yo me creía que era. Así que después volví al Circular y ahí nunca más me fui”.

—¿Cómo es tu relación con el Teatro Circular?

—Hoy en día es mi casa pero tengo muchos primos y hermanos enojados conmigo ahí adentro. Te diría que en este momento hasta me cuesta decir que es mi casa. Está difícil la relación. Hoy el Circular es el lugar donde trabajo. Tengo hermanos de vida ahí adentro, pero lamentable­mente hay algunas personas a las que mi forma de ser les molesta muchísimo. Hubo muchas situacione­s que me llevaron a esta situación del dolor de no considerar­lo más mi casa, siento que me hicieron a un lado.

Más allá de todo, a Moré le espera un año intenso. Repone en el Circular la obra El amigo fantasma, el primer texto de la periodista y escritora Fernanda Muslera y su primer trabajo como director; además de volver con No doy con el personaje, con el director Ernesto Muniz, planean llevar el espectácul­o a un formato televisivo, y está por empezar los ensayos de una obra de Eugene O’Neill que lo tendrá como protagonis­ta junto a Gustavo Bianchi.

Sabe Moré que es difícil ser actor en Uruguay, que la situación de las institucio­nes independie­ntes es compleja, que sacarlas adelante cuesta mucho. “También es verdad que está yendo mucha gente al teatro, el público volvió a ir a ver obras y eso me parece maravillos­o”. Porque también sabe que, en definitiva, para hacer teatro solo hace falta un actor y alguien que quiera mirarlo.

‘ES EL AIRE QUE RESPIRO, NO PUEDO VIVIR SIN EL TEATRO’

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