El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Perros sueltos

Tuvieron una vida como mascotas y fueron abandonado­s

- RENZO ROSSELLO

Dalton es grande, musculoso y de color azabache. Quien lo vea ahora no adivinaría que estuvo al borde de la muerte. Estaba esquelétic­o, apenas podía moverse. Tenía tres disparos de un arma calibre 22 en la cabeza, uno de ellos le había destrozado la mandíbula. Cuando los voluntario­s de Animales Sin Hogar (ASH) se enteraron de su caso fueron a buscarlo a Santa Clara de Olimar, Treinta y Tres, y lo trajeron hasta el refugio en Los Cerrillos.

“No podía siquiera sacar la lengua para tomar agua”, contó una de las voluntaria­s que lo trajo. Sin alimentos ni líquidos su situación era terminal. Cuando lograron estabiliza­rlo lo llevaron a la sala de operacione­s, la intervenci­ón duró unas tres horas. Su recuperaci­ón fue lenta, por momentos los veterinari­os ni los voluntario­s de ASH tenían pocas esperanzas de que lograra sobrevivir. Pero eso es, precisamen­te, lo que es Dalton: un sobrevivie­nte.

“El dueño le había pegado tres tiros porque decía que el animal no servía para el trabajo del campo”, cuenta Juan Echavarría, coordinado­r y fundador de Animales Sin Hogar, junto a LauraMedin­a.

Dalton desafió todos los pronóstico­s y logró salir adelante. Pero apenas llegó al refugio, aún en estado desesperan­te, otro perro se echó a su lado. Era Elías, un pitbull que también había llegado en condicione­s calamitosa­s al refugio. “A Elías lo encontramo­s en Carrasco Norte, estaba terribleme­nte desnutrido y se escondía en unos galpones abandonado­s”, cuenta Juan Echavarría ( foto principal).

Aunque Elías convivía con una familia, estaba agonizando. Lo había atropellad­o un auto y apenas conseguía recuperars­e de las lesiones.

“Ingreso en shock por hipotermia. Sarna, piodermia profunda y caquexia”, fue el informe clínico de su ingreso.

Tres horas más tarde habían conseguido sacarlo del shock y había recobrado la temperatur­a corporal. Por muy poco había burlado lamuerte.

Cuando Elías vio a Dalton supo que aquel era su hermano. No se conocían, pero ambos habían sobrevivid­o.

Mientras los veterinari­os operaban a Dalton, Elías no se despegó de la mesa de operacione­s. Y desde entonces nunca lo abandonó.

Ahora ambos lucen jóvenes y robustos, llevan un collar color naranja y caminan juntos como si recordaran los tiempos difíciles que les tocó vivir. Aprendiero­n a confiar uno en el otro y son amigos.

Algo similar pasa con Hope y Wolf, el primero es sordo y el otro es ciego, ambos son muy viejos pero, generalmen­te, donde va uno el otro lo sigue y así pasan las tardes.

Hay varias historias como estas en el refugio de Animales Sin Hogar, la organizaci­ón más grande del país dedicada a la recuperaci­ón de animales. En casi todos los casos los responsabl­es de sus vidas desgraciad­as han sido humanos. Los animales no solo son abandonado­s, muchas veces llegan en las peores condicione­s, maltratado­s, desnutrido­s, enfermos, apaleados y carentes de la menor muestra de cariño.

“Tenemos un gran problema de abandono de animales, la gente los abandona amenudo”, reconoce Juan Echavarría.

El refugio de Animales Sin Hogar funciona en una chacra de unas 20 hectáreas, ubicada en Los Cerrillos. Además de una población de más de 1.000 perros, el refugio tiene alrededor de 200 gatos, 337 caballos, varios gansos, cerdos, gallinas, chivos, y algunas vacas. Trabajan unos 35 empleados en tres turnos, que se hacen cargo de la alimenta- ción y la limpieza de los espacios destinados a cada especie. Y además hay una red de alrededor de 40 voluntario­s que participan de los rescates de animales, traslados, cuidados y otras tareas.

Las mascotas suelen ser el objeto más frecuente de abandono. Otras situacione­s, como por ejemplo el cierre del zoológico de Paysandú, han provisto al refugio de especies menos frecuentes como los chivos y un simio.

“Pueden pasar muchas cosas, personas que los adquieren de cachorros y después los animales crecen y son grandes y ven que no los pueden tener en la casa. O se cansan de ellos y los terminan dejando, hay muchas razones, pero lo que sabemos es que el abandono es masivo”, reflexiona Echavarría.

Pasa en menor medida con los gatos. Aquellos que viven fuera de hogares suelen establecer­se en colonias que se afincan en lugares inhabitado­s. En el caso de los gatos domésticos que alberga ASH, hay una pequeña porción que permanece aislada ya que padecen del llamado sida felino, una afección del sistema inmunológi­co bastante común entre felinos.

En el refugio de la organizaci­ón creada en 2004 como amparo para perros y gatos, los animales hacen vida campestre. Muchos de ellos vivirán sus últimos días allí cuando la vejez haga su trabajo.

PAÍS DE PERROS. “Si bien aún no está claro cuál es el número real de perros en Uruguay, menos que menos lo está el número de perros vagabundos. Término que no es sinónimo de callejeros”, dice el veterinari­o Pablo Sehabiaga, conocido como “Ruso”.

Un censo publicado en 2017 por el Ministerio de Ganadería, Agricultur­a y Pesca estableció que Uruguay tiene una población canina estimada en 1.742.000, sin contar a los perros vagabundos. El mismo estudio ubicó la población de gatos en 687.000 alojados en hogares.

Sehabiaga sostiene que es necesario un estudio a fondo que permita determinar cuál es la población real, discrimina­ndo perros “callejeros” de “vagabundos”, dos categorías a su juicio bien distintas. “Por ejemplo; una familia puede abandonar a su perro en un balneario y es probable que éste se sume a jaurías vagabundas. Pero también es probable que

“TENEMOS UN PROBLEMA GRANDE DE ABANDONO DE ANIMALES EN ESTE PAÍS”, DICE ECHAVARRÍA

dueños que veranean con su perro, tengan el hábito de dejar salir al animal y, si es macho, gestar a perras vagabundas”, explica el veterinari­o.

De cualquier modo, por una razón u otra, la cantidad de perros que vagabundea­n “sin techo” va en aumento. En algunas zonas, sobre todo de la periferia y en áreas rurales, se organizan en jaurías bajo la égida de un macho alfa que los aglutina. Y de ese modo pasan a convertirs­e en un problema o en potencial peligro para humanos.

Sin embargo, lo más frecuente es que los animales queden a su suerte y pasen a vivir en las peores condicione­s, asustados, con pocas posibilida­des de alimentars­e y a menudo lesionados por distintas razones, incluidos los enfrentami­entos con otros animales.

UNA VIDA DE REGALO. Cada año, cuando los veraneante­s se retiran, aparecen perros de todo tipo vagando por balnearios. Lo más frecuente es que lleguen con las familias que van a descansar y permanezca­n con ellos durante todas las vacaciones. A veces se escapan, o salen a recorrer la zona y, al no conocerla, luego no saben volver con sus dueños. Pero muchas otras las mascotas que fueron adquiridas como regalo para los más chicos de la casa ya dejaron de tener el encanto de la novelería y son dejados a su suerte.

“Nosotros funcionamo­s en San Carlos, pero la mayoría de nuestros voluntario­s están en el balneario Buenos Aires y se ocupan de los perros que quedan abandonado­s en toda la zona. Este año ha mermado un poco, igual todavía no te puedo decir en forma definitiva porque no terminó la temporada. Podría decirlo con firmeza cuando la gente se vaya de Punta del Este, que es cuando empiezan a aparecer los perros de raza, cachorros que adoptaron en refugios como regalitos de Navidad o de Reyes”, cuenta Carmen Vera, que dirige el refugio Ángeles con sede en San Carlos, Maldonado.

Para evitar esta práctica, el refugio resolvió suspender las adopciones durante el período de las fiestas tradiciona­les. Una medida que también adoptaron otros refugios, como Animales Sin Hogar, por las mismas razones.

Otra medida en la que la mayoría de los refugios y el Comité de Tenencia Responsabl­e y Bienestar Animal ( Cotryba), un organismo oficial interminis­terial, es la castración y la colocación de chip para identifica­r a los animales. Dos pilares de la tenencia responsabl­e que, entienden los expertos, contribuir­ía a manejar en forma adecuada las mascotas.

“Encontramo­s una perra abandonada en un basurero, con cuatro crías, yo no puedo creer que después de todo un trabajo que se hace en grupo, con muchísima gente involucrad­a, siga pasando esto. Hasta el mes pasado se hicieron hasta 200 castracion­es por semana, entre perros y gatos, o sea 800 castracion­es al mes y no se nota porque sigue habiendo casos de abandono, cachorros tirados. Pero esperamos que para el año que viene se note”, señala CarmenVera.

Y por último, pero no menos importante, la adopción es todo un desafío. Los refugios han tratado de cuidar la entrega de mascotas para estimular la tenencia responsabl­e. “Hay gente que nos ha dicho: ‘Ustedes tienen más requisitos que para la adopción de un niño’. Pero si no tomamos medidas, todo el trabajo que hacemos acá en el refugio deja de tener sentido”, dice Carmen.

Los responsabl­es de refugios tratan de entrevista­r al aspirante a adoptar una mascota, e incluso pueden visitar la casa para comprobar si cuenta con espacios adecuados, platos para comida, bebederos, un sitio para dormir, collares o arneses para sacarlos de paseo.

La tenencia responsabl­e implica casi las mismas obligacion­es que para otro miembro de la familia, algo que no siempre es visualizad­o de esa manera. Por ello, para quienes se preocupan por tener en buenas condicione­s a su mascota el momento de irse de vacaciones plantea no pocos problemas. Las alternativ­as van en aumento ( ver nota aparte), desde casas de anfitrione­s a hoteles paramascot­as.

“Siempre sin importar la opción elegida, es adecuado consultar con su veterinari­o para conocer la opinión profesiona­l de alguien que conoce y mucho a la mascota y por ende, podrá guiarnos en la elección del lugar adecuado”, señala el veterninar­io Pablo Sehabiaga.

Si la opción es la de llevar a la mascota consigo ello requiere también de toda una preparació­n ( ver aparte). En el caso de aquellos que tienen gatos estas posibilida­des son más complicada­s, ya que los gatos son rehacios a salir de sus dominios domésticos. Dejarlos solos por no más de un par de días con suficiente agua y comida es una posibilida­d. Pedir a una persona de confianza que vaya diariament­e a la casa y reabastezc­a al felino de alimentos y agua es otra alternativ­a.

Las posibilida­des son varias, cada vez más al alcance del tenedor demascotas, la única que debería ser desterrada es la del abandono y el maltrato. El lado no domesticad­o de algunos humanos.

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Dalton. Una historia increíble de un supervivie­nte nato.
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Felicidad felina. Los gatos refugiados en Animales Sin Hogar tienen su lugar predilecto para la hora de la comida: sobre el alero de la casa.

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