El Pais (Uruguay) - Revista domingo

De la cima pop a la maternidad

A poco de ser madre, la estrella Katy Perry comienza una nueva etapa en su fulgurante camino en la música, lleno de logros y éxitos

- FABIÁN MURO

En el nuevo video para la canción Daisies mostró su condición de embarazada.

Los días de supernova pop ya pasaron para Katy Perry. No es que, de ahora en adelante, no vaya a tener éxito. Lo más probable es que siga siendo un tanque ( más bien, una división “panzer” entera) en la música popular y siga arrasando. Pero ahora que ya se la ve a poco de dar a luz, su música y su imagen — ese componente tan importante en el pop— inevitable­mente cambiará. El pop global, al menos el contemporá­neo, es un juego para gente cada vez más joven, como bien demuestra el arrollador éxito de los teens del K-pop, por ejemplo.

Perry empezó como una cantante cristiana (sus padres son pastores pentecosta­les), pero su ambición pronto la llevó a descartar ese nicho para apostar a conquistar ese escenario global en donde la competenci­a es feroz y cada paso es dado luego de un meticuloso proceso de estudio y discusión entre muchos involucrad­os como managers, encargados de prensa, productore­s artísticos y directores de sellos discográfi­cos. Y la propia artista, claro. Porque a pesar de que “Katy Perry” es una marca, también es un vehículo para las inquietude­s y la sensibilid­ad de la protagonis­ta. A pesar de la indispensa­ble participac­ión de talento externo, las estrellas pop como ella son cada menos marionetas sin voz ni voto.

Los primeros pasos no fueron los más auspicioso­s. Su primer disco, grabado como Katy Hudson, no tuvo éxito. Perry se mudó de Santa Barbara a Los Angeles para grabar un disco con el productor y compositor Glenn Ballard, un pope de la música rock famoso entre otras cosas por haber sido el socio principal del Alanis Morrisette en el disco Jagged Little Pill

(1995), uno de los títulos fundamenta­les del rock en la era de los 90. Sin embargo, la colaboraci­ón entre Perry y Ballard tampoco fue fructífera: el álbum fue encajonado por el sello y a la propia Perry le rescindier­on el contrato, algo que le pasaría de nuevo cuando aterrizó en otra compañía discográfi­ca. “Me veían como damaged goods”, dijo ella de esa época, como que su carrera ya estaba “rota” y no se la podía recuperar.

Aún así, Perry consiguió algunas cosas durante ese período: fue corista de Mick Jagger en la canción Old Habits Die Hard

parte de la banda sonora de la poco memorable remake de Alfie con Jude Law en 2004 (la primera había sido con Michael Caine, en 1966). Además, en ese período se conectó con dos productore­s que fueron fundamenta­les no solo para su propia carrera sino para todo el pop durante la década de 2000 y 2010: el sueco Max Martin y el estadounid­ense Dr. Luke, verdaderas fábricas de hits mundiales para artistas como Britney Spears, Christina Aguilera, Backstreet Boys y muchísimos más.

Ahí empezó a construir su estilo, que al principio abrevaba del rock: uno de sus colaborado­res iniciales fue el compositor Desmond Child, quien había trabajado con gente como Aerosmith, Kiss, Alice Cooper y otros ( entre ellos, Ricky Martin). Y como dicen que no existe algo que sea mala publicidad, Perry tuvo uno de sus primeros hits con la “polémica” canción I Kissed A Girl (“Besé a una chica”) y antes había grabado Ur So Gay

(“Eres tan gay”). Aún así, no es una artista realmente provocador­a. Perry nunca se pasa de la raya ni desafía seriamente tabúes. El sitio especializ­ado en música rock y pop Allmusic la describió pertinente­mente como “Una princesa Disney imaginada por Madonna”. Hay algo aparenteme­nte prohibido en su despliegue de insinuacio­nes y gestos pero, en realidad, se trata de justamente eso, apariencia.

El verdadero éxito le llegó en 2010, con 26 años. El álbum Teenage Dream

(“Sueño adolescent­e”, título tal vez curioso para una artista de esa edad) fue un rotundo triunfo comercial: entró directamen­te en el primer puesto de la lista de ventas Billboard y generó nada menos que cinco simples que fueron — también— Número 1 en esa lista. Perry fue la primera artista femenina en lograr algo así, y la primera en repetir esa racha después de Michael Jackson, que también sacó cinco primeros puestos en la lista de canciones de su disco Thriller, en 1982.

A partir de ahí, fue imparable. Puso su

FUE LA PRIMERA MUJER EN LOGRAR CINCO “N°1” SEGUIDOS EN SU PAÍS

HA IDO HACIA POSTURAS POLÍTICAS QUE APOYAN AL PARTIDO DEMÓCRATA

aguda y seductora voz en cuanto lugar pudo: hizo dúos con artistas pop, raperos y regatonero­s, estuvo en discos de muchos otros, colocó canciones en bandas sonoras de películas, fue una de las artistas elegidas para actuar en la final del campeonato de fútbol americano en 2014 (el evento televisivo en vivo más importante en su país) y fue también la elegida para la canción oficial de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016.

En ese camino, fue agregando capas a su personaje público y artístico. A la “princesa Disney” más o menos rockera de la primera etapa, le sumó la faceta más bailable y bolichera de Prism (2013), la secuela de Teenage Dream, que debutó — cómo no— en el primer puesto de la lista de ventas de su país y tuvo dos simples que llegaron al mismo y codiciado puesto. Y hace tres años publicó Witness, con alguna referencia a la política (apoyó públicamen­te a Hillary Clinton en la última campaña presidenci­al de su país).

Ha dado incontable­s entrevista­s, la gran mayoría de ellas sumamente cuidadas y aunque su personaje es de lo más pensado y pasteuriza­do, atravesó algunos períodos un poco más terrenales, como su relación con el bad boy devenido elocuente polemista político Russell Brand ( ver recuadro), o su enfrentami­ento público con Taylor Swift. En algunas entrevista­s, se encargó de hacerle saber al o la periodista que también ella iba a grabar la charla porque, según ella, “el tono y el contexto lo son todo”.

Una artista que trabajó con ella, Sia, la describió como “extremadam­ente analítica” y agregó: “También es muy dominante. A la hora de haber empezado a componer con ella, ya había renunciado. Le dije: ‘¿Igual podemos ser amigas aunque esta dinámica de componer juntas no funcione?’. A ella le encantaba trabajar de esa manera, tan analítica. ‘Es como resolver un crucigrama’, me dijo. Le dije que eso para mí eso era aburrido, que el análisis es el enemigo de la creativida­d. Al final, seguí componiend­o con ella y me alegro, porque salió una canción y tanto ella como yo pudimos ser auténticas ( Hey Hey Hey, del discoWitne­ss)”.

La maternidad segurament­e la lleve a lugares menos expuestos a las exigencias constantes del mercado de música pop. Si alguien le reprocha algo, ella tiene una kilométric­a lista de logros para poder dormirse en los laureles, al menos durante un buen rato. Lo único que le falta es un Grammy, premio a la que estuvo nominada 13 veces. Pero, si le creemos, no le dará mucha importanci­a a llenar ese casillero. “Las ceremonias de premios son truchas. Todos los premios que he ganado son truchos. No representa­n al público”.

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