El Pais (Uruguay) - Revista domingo

UN ABRAZO ESPERADO

“Si nuestra historia ayuda a cambiar la vida de un niño, ya está”. En 2015 María y Pablo recibieron una llamada delINAU: había una niña para ellos. Cinco años después el teléfono volvió a sonar. Tenía un hermano en situación de Esta es su historia.

- SOLEDAD GAGO

Romina se sube a la bicicleta nueva. Es rosada, tiene un canasto blanco donde pone sus juguetes y no tiene rueditas. Está aprendiend­o a andar sin ellas, a encontrar el punto exacto en el que puede deslizarse y no caerse. Se impulsa con los pies contra el piso y después los levanta de a poco y los deja en el aire. María le dice que se anime, que ponga los pies en los pedales. Romina lo intenta, gira la cabeza para mirar a su mamá, como si quisiera comprobar que también la está mirando. Pierde el equilibrio pero no se cae. Después se ríe. María también se ríe.

La bicicleta de Marcos es azul y es más chiquita que la de Romina. Marcos atraviesa el patio enorme de su casa nueva caminando con pasos cortitos y un burro de plástico en la mano. Se para al lado de la bicicleta. La señala y dice, bajito y mirándola, “es mía”. Hasta hace un mes Marcos no decía “es mío”. Porque casi nunca era solo suyo.

DespuésMar­ía lo levanta en brazos y le besa la mejilla. Marcos cierra los ojos y apoya la cabeza en el pecho de su mamá como si no hubiera un lugar más seguro que ese ante la presencia de una periodista extraña que llegó a su casa solo para conocerlos. María le dice que no se preocupe, que la “nena es una amiga que vino a charlar con mamá”, que todo está bien.

Romina tiene seis años y Marcos, tres.

Los dos cumplieron años en mayo. Para ella fue un cumpleaños raro. Todos los anteriores los había festejado en un salón con sus amigos del colegio. Este año lo festejó solo con su familia, que se encargó de llenar la casa de globos y comprarle una torta y unos cupcakes y de regalarle una bicicleta sin rueditas para que igual fuese un día especial. Poco después fue el cumpleaños de Marcos. Para él también era especial: fue la primera vez que tuvo una torta y sopló las velitas y recibió regalos y tuvo una bici que iba a ser solo suya.

Romina fue adoptada por María y Pablo en marzo de 2015 después de un proceso de seis años de trámites, talleres, idas, venidas, incertidum­bres, esperas y varias lágrimas. A Marcos lo adoptaron en marzo de 2020.

Siempre habían querido un hermano para Romina pero no estaban dispuestos a pasar por un proceso de tantos años otra vez. No si adoptar de nuevo implicaba tanta espera, tanta incertidum­bre, tantas lágrimas. No porque ahora tenían a una hija que también necesitarí­a entender.

No lo esperaban, no sospechaba­n que de un día para otro sonaría el teléfono y la vida iba a cambiarles otra vez, de un tirón y para siempre. Pero la ley dice que si hay hermanos en situación de adoptabili­dad de un niño que ya fue adoptado, la primera opción es integrarlo­s a la misma familia, que puedan crecer juntos, que se tengan.

Romina yMarcos nacieron de la misma mamá. O de la misma panza, como dice Romina para entender —porque Romina sabe y entiende todo—, solo que hasta el 12 de marzo de este año no lo sabían. Ni ellos niMaría ni Pablo.

Romina y Marcos no se llaman Romina y Marcos. Son nombres inventados solo para poder contar su historia en estas páginas y proteger su identidad. Su historia, que podría ser la de tantos otros niños, la de tantos otros padres y la de tantas otras familias. Porque eso es lo que dicen María y Pablo: “Aceptamos contar nuestra historia, no porque pensemos que tiene algo de extraordin­aria, es la historia de nuestra familia, pero si alguien la lee y le puede cambiar la vida a un niño, si alguien se anima a adoptar, con que ayude a que al menos un niño pueda tener una familia, ya está. Nunca nos vamos a enterar si eso pasa, pero por eso dijimos que sí”.

Su historia, que casi siempre empieza un 12 de marzo.

POR EL PASADO.

María tenía dos años y

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