El Pais (Uruguay) - Revista domingo

El freno a las infidelida­des

Los amantes la están pasando mal en estos días. El temor al contagio, la falta de excusas para salir de casa y no poder recurrir al sexo virtual enfría sus pasiones.

- FABIÁN MURO

relaciones paralelas vienen acompañada­s de frases como ‘no la puedo ver, y tampoco puedo tener sexo virtual, porque estoy en casa con mi marido/mujer’. El encierro llevó a un deterioro del deseo sexual enormement­e. Se deprimió todo el mundo. Hay mucha gente sin trabajo, mucha gente la está peleando desde el punto de vista económico, está el miedo a contagiars­e... todo eso inhibe el deseo sexual. También es un tema fisiológic­o, porque baja la testostero­na, bajan los estrógenos, aumentan las hormonas de alerta…”, enumera Cedrés. El combo es para desanimar al más entusiasta.

Más allá de los amantes, también sufren las relaciones más o menos estables donde no hay terceros involucrad­os. Algo tan cotidiano como comer afectó la sexualidad. Fueron pocos, según Cedrés, los que fueron lo suficiente­mente disciplina­dos para mantener una rutina de ejercicios durante el confinamie­nto, y las más frecuentes idas a la cocina y heladera causaron aumento de peso. “A menudo, veo a parejas en las que uno de ellos le pregunta al otro si ya no lo desea más porque engordó”.

Así, encerrados y con problemas en el relacionam­iento sexual, muchos recurriero­n a la masturbaci­ón. Y con eso aumentó el consumo de pornografí­a, uno de los inductores para el autoplacer. Pero esto plantea algunos interrogan­tes hacia el futuro. “He visto algunos casos en donde se ha perdido el control, donde no se puede regular el consumo de pornografí­a”, comenta Cedrés. Si uno es adicto a la pornografí­a o al sexo, el encierro le juega en contra, porque aumenta la ansiedad. También acota que se ha dado un fenómeno curioso: el sexo con tapabocas. Así como luego de la llegada del HIV se erotizó al preservati­vo y al acto de ponérselo para incentivar su uso, así ahora empezó a aparecer pornografí­a en los que los practicant­es llevan tapabocas. Y empezaron a aparecer otros fenómenos como el “Coronasutr­a”, un compendio de prácticas y consejos para relaciones sexuales en tiempos de pandemia.

Esa es una de las pocas cosas algo jocosas que esta pandemia ha dejado en cuanto a la sexualidad. Casi todo lo demás son malas noticias para la salud sexual, una parte fundamenta­l de la calidad de vida.

“La encuesta muestra que la gran mayoría de los uruguayos dijeron que su vida sexual empeoró por el confinamie­nto. Y cuando se estudió qué grupos dijeron sentirse más afectados, uno de ellos fueron los jóvenes que perdieron el trabajo, por la incertidum­bre y la depresión. Y el grupo de adultos mayores, por los miedos al deterioro de la salud, el miedo a la muerte y el contagio. Todos esos factores hizo que bajara el deseo y se conectaran menos con el placer. La salud sexual de los uruguayos fue muy afectada”, concluye el médico y sexólogo.

Mientras esperan que se retome al menos algo de la “vieja normalidad”, Laura y Fermín se preguntan si volverán a verse en algún hotel y retomar un vínculo secreto y, en su momento, ardiente.

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