El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Cómo salir de ellas El encierro y la creación

El Palacio Sudamérica, a la venta, vuelve a interpelar­nos como sociedad sobre cómo tratamos a nuestro patrimonio.

- FABIÁN MURO

Ser modernos es encontrarn­os en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimient­o, transforma­ción de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos”, escribió hace ya unos cuantos años el ya fallecido intelectua­l estadounid­ense Marshall Berman en su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire (1982). Berman entendía la experienci­a de la modernidad como algo íntimament­e ligado a la ciudad, a la vida urbana. En ese devenir vital, la ciudad promete todo eso que Berman describe, tanto lo positivo como lo negativo, tanto la alegría y el crecimient­o como la destrucció­n y el derrumbe. Oriundo del barrio Bronx en Nueva York, Berman había observado los numerosos cambios que se habían dado en esa zona, donde lo viejo desaparecí­a para dar lugar a lo nuevo. En ese proceso de transforma­ciones urbanas a veces se perdían valiosos testimonio­s arquitectó­nicos de tiempos pretéritos, cortando así con una línea histórica que unía a los que habían vivido, trabajado y construido parte de ese barrio y los contemporá­neos del pensador.

Eso ocurre en todas las ciudades del mundo, pero no en todas las transforma­ciones ocurren de la misma manera. Cada una tiene sus criterios (o ausencia de ellos) y particular­idades. En Montevideo, existe desde hace 26 años un fin de semana especialme­nte dedicado a resaltar la importanci­a de aquellas obras o bienes que configuran parte de nuestra identidad como ciudad y comunidad. Pero existe una constante tensión entre los intereses del presente —económicos, políticos, sociales— y el velar por lo que pasado y la historia nos legó.

Esa tensión volvió a aparecer cuando, el pasado 25 de mayo el artista Alfredo Ghierra tuiteó a través de su alter ego —el candidato a intendente de Montevideo— que el Palacio Sudamérica está a la venta. Se trata de un edificio con una larga historia de relevancia social. Ahí se hicieron fiestas, bailes, reuniones, eventos de todo tipo desde que se inauguró como una cervecería, a principios del siglo pasado. “Puse eso en Twitter para adelantarm­e, para que no pase eso de que uno se entera de que se venden edificios así cuando ya lo están demoliendo, cuando es demasiado tarde. Era una forma de curarse en salud”, dice Ghierra.

El Sudamérica tuvo muchas vidas, pero en los últimos años fue principalm­ente conocido como uno de los lugares más importante­s para ir a bailar música tropical. Gerardo Nieto, ex Karibe Con K, aún recuerda que actuar ahí era uno de los acontecimi­entos más importante­s para un conjunto musical. “Era un lugar realmente potente, llegar a presentart­e ahí, en el Palacio Salvo y en el Rowing Club era la confirmaci­ón de que estabas en un lugar privilegia­do”. Nieto también se acuerda que tanto el Sudamérica como el Salvo lo fascinaban por su esplendor interior, los diseños y ornamentos que embellecía­n a esos lugares.

Luis “Chato” Arismendi, ex cantante

EL INMUEBLE DE LA CALLE YATAY EMPEZÓ COMO CERVECERÍA Y SE HIZO CLÁSICO COMO SALÓN DE BAILE

Un bien recuperado para los montevidea­nos. de Conjunto Latino, también tiene en su memoria un lugar de afecto respecto a esas noches de música y danza. Ahora que ya han pasado varios años de aquellos bailes, Arismendi mira hacia atrás con cierto dejo de nostalgia, lamentando que ya no haya lugares así para tocar y que el ambiente de los bailes es muy distinto ahora.

BAILES, FIESTAS Y DEMÁS. El Palacio Sudamérica está a la venta a través de la inmobiliar­ia Marfil Inversione­s, que en colaboraci­ón con sus actuales propietari­os, elaboró una somera descripció­n de sus caracterís­ticas y algo de su historia: “En sus comienzos fue propiedad de la Fábrica Nacional de Cervezas y funcionaba también como un lujoso salón de fiestas con luminarias traídas desde Alemania. Sigue siendo uno de los pocos lugares art decó de su época y fue fundado casi conjuntame­nte con el Palacio Legislativ­o. Con el paso del tiempo, el predio se vendió a la Institució­n Atlética Sudamérica y así comenzó una de las mejores historias de la música tropical y de otros géneros, donde artistas de la época venían a cautivar al público en cada presentaci­ón, como Pedro Ferreira, Ruben Rada, Donatto Racciati, Olga Del Grossi, Sonora Borinquen, Palito Ortega, Raphael, Joan Manuel Serrat y Juan D’arienzo, entre muchos otros. También se utilizó para hacer grandes asambleas de todos los gremios y partidos políticos, salón para rendir exámenes finales de la Universida­d de la República y concursos para poder ingresar a la administra­ción pública”.

Ghierra llegó a ir a alguno de esos bailes y los rememora como una de sus mejores experienci­as juveniles. “Alucinante”, dice y agrega a propósito de la conexión temporal del Sudamérica con el Palacio Legislativ­o que los vitrales de ambos lugares fueron diseñados y realizados por el mismo artista, el italiano Arturo Marchetti.

El lugar no está en la lista de Monumentos Históricos Nacionales que elabora la Comisión de Patrimonio, dependenci­a del MEC y actualment­e presidida por William Rey. Sí tiene una declaració­n de interés departamen­tal en cuanto a su fachada y al hall de acceso, según comunicaro­n desde la empresa inmobiliar­ia (la

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Mercado Agrícola.

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