El Pais (Uruguay) - Revista domingo
ESTADO, ACADEMIAY POBLACIÓN
El arquitecto William Rey tiene una larga trayectoria en cuestiones patrimoniales. Consultado respecto al Palacio Sudamérica, aclara que no figura en la lista de Monumentos Históricos Nacionales y que la ausencia de esa certificación le da muchas más libertades a los propietarios. “Incluso para demolerlo”, afirma. Rey estuvo en la Comisión de Patrimonio en los años 2006 y 2007, pero luego se fue durante más de una década de esa institución. Recientemente fue designado director y presidente de esa comisión. Según lo que informa, hay 1.600 monumentos históricos en la lista de la comisión que tiene como finalidad cuidarlos y preservarlos, y añade que nuestro patrimonio (no solo el estrictamente arquitectónico), “nos une de manera intergeneracional, nos vincula con generaciones pasadas. No solo importan por el momento en que se hicieron, sino por todo el devenir histórico y el valor que va adquiriendo a medida que pasa el tiempo. Yo podría decir que el Palacio Legislativo fue muy importante en 1925, cuando se inauguró, pero también fue importante durante las décadas siguientes, por la cantidad de leyes que ahí se aprobaron”, acota. Para él, el patrimonio debe cuidarse entre todos, no es tarea únicamente de la comisión que ahora preside, y tampoco es una tarea de la que debe encargarse la academia. “Para que exista patrimonio, la comunidad debe respaldarlo. La mejor manera para eso es que haya interacciones permanentes entre academia, instituciones y población. Es de ida y vuelta. La academia y la institución difunden y divulgan. Y la gente puede aportar muchísimo cuando manifiesta qué es lo que valora en esos bienes y por qué siente que sus bienes forman parte de sus vidas, de su cultura. Los que saben mucho, tienen que saber traducir los valores de esos bienes a la población, pero la población tiene que expresar lo que considera de valor. Y puede no coincidir. Le voy a dar un ejemplo: el Palacio Salvo. Durante muchos años fue muy denigrado desde la academia. Sin embargo hoy, a nadie se le ocurriría decir que el Palacio Salvo no es patrimonio, que no importa. ¿Por qué? Porque a la población sí le importa. Nadie se imaginaría hoy la Plaza Independencia sin el Salvo”.