El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Para cortar con lo tóxico

Aunque los vínculos pueden ser complejos, el amor en una pareja no debería ser complicado. ¿Cómo reconocer si una relación no nos hace bien y qué hacer para lograr salir de ella?

- SOLEDAD GAGO

Paulina: “Yo a Jimena Barón no la juzgo, porque si hay alguien que volvió 45 veces con el tóxico, esa soy yo”. Agustina: “Están haciendo un lío porque Jimena Barón volvió con el gil del ex pero esa la hicimos todas”. Serena: “Jimena Barón es la típica amiga que dice que no quiere ver más al ex pero te descuidás un segundo y ya volvió 20 veces”. En los últimos días el nombre de la actriz y cantante argentina se mantuvo como tendencia en Twitter. La razón: se fue a pasar la cuarentena a lo del padre de su hijo, Daniel Osvaldo, el mismo a quien le dedicó dos de sus canciones más famosas La tonta y La cobra, el mismo con el que tuvo una historia compleja en la que hubo denuncias públicas por violencia verbal. La actriz también ha hecho pública la convivenci­a con el papá de Morrison. Y sus seguidores y miles de usuarios más llenaron las redes sociales de comentario­s al respecto.

Esta nota no es sobre Jimena Barón y Daniel Osvaldo. No pretende analizar un vínculo ajeno ni nada que se le parezca. Los tuits sobre Barón y Osvaldo son, en todo caso, una excusa para plantear la pregunta: ¿Qué es, en realidad, un vínculo tóxico y por qué cuesta tanto salir de ese tipo de relaciones?

“Lo primero es aclarar que un vínculo puede ser tóxico en cualquier ámbito. En lo laboral, en lo familiar, en la pareja”, sostiene Roxana Gaudio, psicóloga. “Un vínculo tóxico es una relación que nos mantiene entrampado­s en un círculo vicioso, dándole vueltas a una situación que no logramos resolver. Sintiéndon­os ‘rehenes’ en lugar de protagonis­tas. Es una relación en la que hay más sufrimient­o que beneficios y que, por diferentes motivos, se sostiene en el tiempo, provocando un desgaste emocional grande y conformand­o un entramado vincular dañino difícil de romper”.

Darse cuenta de la toxicidad de la relación no es sencillo, sobre todo porque casi siempre hay aspectos “buenos” en los que apoyarse para seguir en ese vínculo que dejó de ser sano. Hay algunas señales para tener en cuenta y algunos consejos para lograr salir de ese círculo vicioso. Aunque, como siempre, generaliza­r nunca funciona y cada pareja y cada persona es un universo diferente.

SEÑALES. El vínculo que se hace tóxico tiene que ver con las caracterís­ticas de las personas que lo forman. “Siempre hay alguien que hace algo y el otro que permite. Uno puede hacer o permitir por muchas cosas por carencias propias, por querer complacer, por intentar cambiar al otro, por no aceptar un no por respuesta, por pensar que ‘nadie me va a querer como esa persona’. Muchas pueden ser las razones, pero lo cierto es que la relación es tóxica cuando genera un enganche del cual es muy difícil salir”, dice la psicóloga. “Ese ‘acople’ por más nocivo que sea se va convirtien­do en funcional, y nos acostumbra­mos a vivir de esa manera. Eso hace que el otro forme parte de mi realidad y sea muy difícil imaginarme con otra persona o en otra relación”.

Hay algunas caracterís­ticas a tener en cuenta para saber si estamos en una relación tóxica y, al menos, intentar hacer algo al respecto.

Por un lado, dice Ruben Campero, psicoterap­euta y sexólogo, en estas relaciones hay una noción de necesidad del otro. “Y todo lo que tiene que ver con la cultura romántica. En el fondo nos enseñaron a tener vínculos tóxicos”. Por otro, “algunas señales que nos alertan están vinculadas a actitudes como control, crítica constante, celos, peleas recurrente­s, desacredit­ación respecto a nuestros logros u opiniones, culpas y recriminac­iones, ver potenciado­s fallos o debilidade­s en detrimento de los aciertos”, agrega Gaudio.

Además, estos vínculos se caracteriz­an por un exceso de adrenalina. “La intensidad es muy importante. Un amor que exige de mí el 100% todo el tiempo 24/7, en la sexualidad, en el disfrute, o en lo dramático, no es un amor sostenible, ni sano, porque un amor sano también tiene que darme tranquilid­ad, margen para fallar”, explica la psicóloga y autora del libro Transforma­r la pareja; también por la dependenci­a emocional, la tensión permanente, el miedo (a sentirse solo, a no encontrar a otra persona), la insegurida­d (“se pierde la capacidad de tomar decisiones de forma individual”, dice Gaudio), la alternanci­a de la culpa, es decir, “primero

HAY QUE TENER HUMILDAD PARA ACEPTAR QUE UNA RELACIÓN NO FUNCIONA

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