El Pais (Uruguay) - Revista domingo
Mucho más en la adolescencia
“El desafío es ser conscientes de qué es lo que depositamos en el otro”, sostiene la psicóloga Roxana Gaudio. “Tener claro que buscamos en un vínculo. Ser conscientes realmente de que nadie viene a completarnos, ni a darnos lo que nos falta”, agrega.
Si bien podemos tener relaciones tóxicas en cualquier momento de la vida, “la adolescencia es una etapa de especial vulnerabilidad porque estamos creciendo, nos estamos formando y aprendiendo a vincularnos en todos los terrenos, también en el de pareja”. el culpable de todo soy yo y después es el otro”, explica Campero.
A su vez, agrega el psicólogo, en las relaciones tóxicas aparecen las obsesiones. “Estar pensando todo el tiempo en lo mismo y estar reactivo a lo que hace el otro. Estamos invadidos por el otro. Y finalmente hay un miedo a la diferencia que el otro trae, una diferencia que es inabarcable por mí y yo que pretendo, en una relación tóxica, abarcar”.
¿CÓMO SALIR? En un vínculo de estas características imaginarse con otra persona o en otra relación no tiene lugar. En parte, porque hay aspectos de ese vínculo que se naturalizan y creemos que así está bien.
“Nos vamos acostumbrando a un vínculo que ‘funciona mal’, porque no hay respeto, porque no se valida lo bueno, porque se genera una rigidez en la forma de relacionarnos, porque todo es un problema, porque estamos expuestos al defecto o a la crítica, porque naturalizamos actitudes que no deberían estar presentes y que son dañinas, en definitiva, porque no crecemos en esa relación”, explica Gaudio.
En este sentido, salir de una relación que no nos hace bien es mucho más difícil de lo que puede parecer de las puertas para afuera.
“Se genera una dependencia de ambos y esa dependencia es lo que hace no pueda imaginarme sin ese otro. Es muy difícil porque se generó ese enganche que ancló en carencias mías, y que agudiza las heridas en lugar de sanarlas. Puede haber uno de los miembros que tenga un poder mayor sobre el otro, pero lo cierto es que ambos están en una relación de dependencia en la cual el discurso suele ser en algún momento ‘no puedo seguir con esta relación pero tampoco logro dejarla porque no me imagino sin él o ella’”, dice la psicóloga.
El primer paso, entonces, sería reconocer que el amor no debería ser tan complicado ni generar tanto sufrimiento. Tenemos que “ser conscientes de que cuando vemos que estamos y somos parte de un vínculo tóxico y sufrimos las consecuencias del mismo, debemos cortar la relación. Seguramente haya intentos previos por sanar, por intentar que funcione, por reparar lo que sintamos que podemos reparar porque el afecto está presente, pero es muy importante tener la humildad de aceptar que si no lo logramos, en algún punto debemos asumir que no funciona y terminarlo”.