El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Sherpa, La otra historia del Himalaya

Una periodista cuenta la conquista del pico más alto del mundo desde el punto de vista del el guía que llevó al célebre escalador neozelandé­s del Everest.

- EFE

“SUBIR AL EVEREST PARA LOS SHERPAS ES UN TRABAJO”.

El pasado 29 de mayo se cumplieron 57 años que Edmund Hillary y su Sherpa Tenzing Norgayl subieron por primera vez al Everest, una gesta que supuso un cambio de vida, no siempre positivo, para este lugar del mundo tal y como lo cuenta la periodista española Xiana Siccardi y el sherpa Lakpa Nuru en Sherpas. La otra historia del Himalaya.

Hace tres años Siccardi conoció en el Himalaya a un sherpa, Lakpa Nuru, quien había escalado dos veces el Everest. Ambos se enamoraron y decidieron escribir este libro (Ediciones del Viento) en el que cuentan cómo esta zona se ha convertido en una suerte de parque de atraccione­s del que viven, pero a la vez critican.

“Creo que sin los alpinistas los sherpas no iríamos a escalar montañas, porque para nosotros es un trabajo. Por ejemplo, Tenzing Norgay fue un guía de altitud para Edmund Hillary, pero si Edmund Hillary no hubiera estado allí, tampoco lo hubiera estado Tenzing Norgay. Sin ellos viviríamos en nuestros pueblos, de la agricultur­a y los animales, como hemos vivido siempre”, cuenta Lakpa.

Pero gracias al turismo, añade, este pueblo y sus hombres tienen la oportunida­d de “progresar”, tener una mejor vida y educación, y de mantener mejor a sus familias. En cambio, matiza Siccardi, los alpinistas sin sherpas lo tienen “muy complicado”: “En las expedicion­es es el equipo sherpa quien suele ir de avanzadill­a antes de que lleguen los clientes y son los encargados de abrir nuevas rutas, montar las tiendas, llevar la cocina, la comida, el botiquín médico, las cosas de los clientes, todo lo que se necesita para facilitarl­es el ascenso. Y también les ayudan en las situacione­s más complicada­s y peligrosas”, explica.

Precisamen­te por esto, por estar ahí para salvar las situacione­s difíciles, en este libro se reivindica su labor, su figura fundamenta­l.

“Un sherpa —cuenta la periodista catalana— daría la vida por su cliente, pero no sé si un cliente daría su vida por su sherpa, y eso es un espejo en el que mirarnos, para hacer autocrític­a sobre cómo viajamos, sea el destino que sea. Subir al Everest para nosotros puede ser un sueño, pero para los sherpas es un trabajo, un trabajo peligroso. Nadie suele contar cuánto lloran las esposas de los escaladore­s sherpas cuando ven partir a sus maridos al Everest”.

Por eso en estas páginas recuerdan la última expedición de Lakpa al Everest el año pasado, porque fue el día en el que se tomó la famosa foto de la masificaci­ón en la cima (hecha por Nirmal Purja).

Días que fueron “muy difíciles”, explica Siccardi, y que dieron lugar a un relato que resulta aterrador.

“Hay que pensar que por el camino hacia la cima el Everest hay cadáveres, y que los sherpas deben controlar a sus clientes, ya que las alucinacio­nes que se tienen en la zona de la muerte hacen que algunos se confundan y crean que están en otro lugar. A veces creen que han llegado al Campo Base y se ponen a saltar y se caen y desaparece­n por una grieta. Otros sienten que se están asando de calor a 30 grados bajo cero y se quitan la ropa”, cuenta.

Una parcela profesiona­l que explica este libro, algo por lo que los sherpas son mundialmen­te conocidos, pero sus autores también relatan qué sucede cuando acaba la temporada de expedicion­es: “Ahí es donde aflora un mundo fascinante, porque los sherpas son grandes embajadore­s de la alegría”, destaca la periodista.

Asimismo, Sherpas. La otra historia del Himalaya analiza otros aspectos de la cultura sherpamás desconocid­os como el respeto que tienen a la naturaleza y al medio ambiente ya que en su cultura matar a un animal, destruir la naturaleza o modificar mucho el entorno natural es un “pecado”. Y eso es así porque, según explica Siccardi, tradiciona­lmente beben del budismo tibetano y de las reminiscen­cias de la antigua secta Bon, chamánica y animista, que creía que los dioses “vivían en montañas, lagos, cuevas y ríos y que no se les debíamoles­tar”.

Por eso este libro es para “hacernos pensar”, para “reflexiona­r” sobre nuestra vida y para ofrecer otro punto de vista sobre el relato dominante de “la conquista del Himalaya”, que es el de las expedicion­es occidental­es.

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