El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Yanina Latorre De ‘Susanita’ a panelista serial

La esposa de Diego Latorre nació en Belgrano y no cumple con el estándar clásico de la botinera. Es contadora y traductora pero encontró en los medios y el espectácul­o su vocación a los 40 años.

- MARIEL VARELA

ella y su marido se iban porque los esperaban unos amigos pero

al día siguiente denunció en LAM que le pareció injusto: “Estuvo mal la terna, mis

contrincan­tes son columnista­s, que es otro laburo y no tiene nada que ver con lo que yo hago”.

Cuando Yanina se convirtió en la vocera oficial del Wandagate por ser amiga de Wanda Nara, los escándalos de pareja no le eran ajenos. En 2017 salió a la luz que su esposo, Diego Latorre, le había sido infiel con la mediática Natacha Jaitt, fallecida en 2019. A diferencia de Wanda, que publicó el recordado mensaje ‘otra familia que te cargaste por zorra’ dirigido a la “China” Suárez, Yanina aseguró que ella “jamás se hubiera sentado a contarle a nadie que era cornuda”, pero la extorsiona­ron y no tuvo opción. “Trabajo

Te tienen que amar o te tienen que odiar, si no generás nada sos una mediocre”: Dora le repitió hasta el cansancio esa frase a su hija Yanina y se la marcó a fuego. Tanto que ningún comentario de la esposa del exfutbolis­ta Diego Latorre pasa desapercib­ido. Las primicias le llueven y su principal talento está en crear relatos con sal y pimienta, sin filtro ni piedad. Su lengua karateca, esa que Moria Casán solía ostentar, está a la orden del día en cada emisión de Calificó al “Cholo” Simeone de “machista y prehistóri­co”, a Mariana Nannis de “grasa”, a la abogada Ana Rosenfeld de “miserable”; acusó a la “China” Suárez de “mugrienta”, a Jorge Rial de no respetar a los hijos de nadie y más. La lista de gente con la que tuvo dimes y diretes es interminab­le. Toma partido y no se calla nada. Eso sí, cuida las fuentes y no traiciona.

Yanina Latorre (53), que usa el apellido de su esposo porque es chapada a la antigua y todavía le quedan rastros de la ‘Susanita’ que aspiraba a ser (también por el chip que le implantó su mamá) reconoce que dice verdades que incomodan y que disfruta de ser mala. “La gente por la calle me dice que digo todo lo que ellos dirían. Me aman. Las nenas quieren que sea su mamá porque soy canchera”, reveló a

LA BURGUESA. Yanina Arruza (nombre de soltera) era una niña mimada de Belgrano. O concheta, según ella misma se definió. Fue criada entre algodones. Su padre era director de un banco y su madre ama de casa. Iba a colegio bilingüe y veraneaba en Punta del Este. El idilio de familia feliz se le vino a pique cuando cumplió 16 años. La amante de su padre empezó a volver loca a su mamá por teléfono y Dora decidió echarlo de su casa. Él nunca blanqueó la relación y armó una vida paralela: “Tenía dos apartament­os, uno con ella y otro para que fuéramos sus hijas. Era alcohólico y depresivo”, se sinceró Yanina al ser entrevista­da por su amigo Jorge Lanata en de hablar de la vida del otro, si quería ser honesta me tenía que sentar y explicar”, reconoció en Infobae TV. La trama de esta novela se extendió por cuatro meses y dijo en esa misma entrevista que nadie imagina lo que pasó puertas para adentro de su casa y

Sus padres esperaban que tuviera varios títulos y cumplió: se recibió de contadora pública, licenciada en administra­ción de empresas y traductora pública. También estudió historia del arte.

No le molesta que le digan botinera aunque no cree caber dentro del mote: jamás pisó una concentrac­ión ni fue detrás de un jugador en un boliche. Conoció a Diego Latorre en los pasillos de la facultad pero según contó en El ángel de la medianoche, se creía lo más y lo ignoraba. “Un jugador de fútbol no era lo que mi mamá había soñado para su hija. Yo me imaginaba con un profesiona­l de que hasta el día de hoy las mujeres le dicen cornuda por la calle. La vida le puso esa prueba de fuego y aprendió a perdonar. “Mi enojo era por lo boludo que fue mi marido, no por la infidelida­d. Creo que un polvo se perdona. Le hicieron una cama y cayó

Belgrano”, confesó. Resulta que ‘Gambetita’ dejó los libros por los botines, empezó a llamar a Yanina desde Europa y en esas charlas diarias hasta la madrugada nació el amor. Él la conquistó con su inteligenc­ia, dijo ella. Se pusieron de novios y fijaron fecha de boda sin haberse tocado un pelo. Todo sucedió a través del teléfono.

Se casó a los 23 y el matrimonio convirtió a esta niña mimada en un ser más terrenal: “Conocí otro mundo”, le contó a Baby Etchecopar en ángel de la medianoche.

LA REBELDE. Cumplió con todos los mandatos que sus padres querían: ser educada, buena alumna, estudiar varias carreras y casarse. Tener una familia era su mayor proyecto por ser imitadora de su mamá, con quien habla diez veces por día. Fue Dora quien le inculcó la esencia ‘Susanita’. Y así Yanina aprendió a coser y a cocinar como los dioses. Bordó todas las sábanas y toallas de su casa con sus iniciales y las de su esposo apenas se casó.

Según reconoció en distintas notas, estuvo reprimida por años, hasta que un día se hartó y puso un freno: “Me casé, fui a esquiar, a Punta del Este, tuve la familia tipo (es madre de Dieguito de 18 y Lola de 21). Hice todo. A los 40 dije voy a hacer lo que tenga ganas y empecé a trabajar en televisión”, contó en entrevista con Laura Santillán para

Es hija de Twitter: daba la nota con posteos desfachata­dos. La primera en darle una oportunida­d fue su amiga Cristina Pérez: le vio ángel y la invitó a hacer una columna de humor en su programa de Radio del Plata a las seis de la mañana. “Probé y me gustó, nunca me imaginé que iba a

DIO TODAS LAS PRIMICIAS DURANTE EL WANDAGATE: “SOS LA MUJER DEL MOMENTO”, LE DIJO TINELLI.

seguir”, dijo. Trabajó con Viviana Canosa, Carlos Monti, Marcelo Polino y tocó el cielo con las manos cuando la convocó Jorge Lanata. También estuvo en el yen

Yanina dice que no cartonea chismes ni se prostituye por una noticia. Tampoco aspira a conducir un programa propio: “Soy panelista serial y lo seré hasta que me muera”, sentenció sin medias tintas, fiel a su polémico estilo, en Construyó un personaje que se basa en ser natural, espontánea y auténtica al extremo: “Me divierte que me puteen en redes”, confesó en Infobae

La mujer que se declara fan del chimento y vive de sacar los trapitos al sol de los demás no va a terapia porque no le gusta contarle su vida a nadie, ni siquiera a sus mejores amigos. “Y me molesta que me pregunten, porque me siento invadida. Soy muy para adentro, aunque no lo parezca”, afirmó a

Esta señora de clase alta que no come carne porque no le gusta, que dejó las harinas, los fritos y los refrescos para cuidar su físico, incluyó en la dieta diaria una copa de vino y encontró en esa rutina otra forma de demostrar que ya no es la chica sumisa que Diego Latorre conoció en facultad: “A mi marido le molesta que tome vino. Yo era una nena de agua y ahora de repente todos los días a las ocho me apago y me sirvo una copa de vino. Vivo muy al palo y eso me relaja. Soy intensa”, le contó a Ana Laura Santillán. como un Carlitos”, le dijo a Lanata tiempo después del escrache. Yanina resiste archivo, ya que en 2014 visitó a Baby Etchecopar y le confesó no creer en la fidelidad: “Soy fiel porque me es cómodo. No me interesan los quilombos. Podés amar a alguien y ser infiel”.

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