El Pais (Uruguay) - Revista domingo

MARTÍN FABLET “Salvo mis hijas, no me importa nada”

El comunicado­r y empresario integra Las Cosas en su Sitio (Sarandí). En Canal 4 conduce Los 8 escalones, es parte de Buen Día y tiene una columna de cine en Vamo Arriba.

- ANDRÉS LÓPEZ REILLY

Mucho antes de que el shopping fuera el corazón de Punta Carretas, cuando había una cárcel en ese lugar y el barrio era mucho más familiar —y con un valor por metro cuadrado sensibleme­nte menor—, Martín Fablet llamaba la atención de los vecinos. Un día se lo veía recorrer las calles sobre el chasis de un viejo auto sin carrocería. Y al otro en una moto Harley-Davidson que él mismo había reparado en el taller que tenía junto a su padre, José Luis, en la casa familiar de Parva Domus y Ariosto.

Aunque nació en Pocitos, pasó buena parte de su vida en el barrio de La Farola, con el cual todavía se siente identifica­do pese a que desde hace años vive en el Buceo. Allí se crio prácticame­nte como hijo único, pese a que tiene una hermana mucho mayor que él, hija de un matrimonio anterior de su madre Mercedes Quartino. Con los años, el hijo de su media hermana (que vivía en España y no se podía hacer cargo de él) se vino a Montevideo a vivir con ellos. Hoy, su sobrino Federico trabaja en Martín Fablet y Cía, la empresa de tecnología que preside el comunicado­r, quien además mantiene acciones en la firma que fundó su padre, Fablet & Bertoni.

“Mis viejos eran dos personajes. Ella tenía siete años más que él y se casó en segundas nupcias teniendo una hija. Él era argentino y la conoció en Buenos Aires cuando hacía la carrera de Ingeniería, que abandonó para venirse a casar y a reparar televisore­s a Montevideo. Mis abuelos paternos estuvieron absolutame­nte en contra”, relata Fablet a Revista Domingo.

Su pasión por los “fierros” arranca con su padre, que rápidament­e le permitió ayudarlo en su taller de Punta Carretas. “Él era prácticame­nte un mecánico profesiona­l, un sibarita de la mecánica con formación de ingeniero y con una habilidad en sus manos extraordin­aria”, recuerda.

Con el tiempo, su padre compró una propiedad ubicada a media cuadra de su casa, sobre la calle Ariosto, para montar allí su taller. Y ahí, los Fablet siguieron sin pasar desapercib­idos. “Era divino ese lugar, único. Ahí empezamos a ver que cada vez que lo abríamos, la gente se acercaba y se interesaba por lo que estábamos haciendo. Entonces le dije al viejo de poner una vidriera. Y así fue que empezamos a vender algunas cosas. Entre ellas, ropa para motociclis­tas. También fue un lugar de encuentro para las motos. Pero un día apareció un tipo y nos compró el negocio”, rememora.

EL DÍA EN QUE TODO CAMBIÓ. Siempre dedicado a la tecnología (que admite hoy lo ha superado y por eso ha dejado la conducción de su firma en manos de jóvenes técnicos), un día se le ocurrió ofrecer sus productos en la radio. Algo similar a lo que hacía Chele Bella, el dueño de una zapatería que promociona­ba sus calzados por TV con la particular­idad de que los tiraba hacia atrás después de presentarl­os.

Fablet conocía al padre del periodista Ignacio Álvarez, quien le dijo que fuera a visitar a su hijo, que recién había arrancado en la radio. “Le conté a Nacho lo que quería hacer y él me dijo que lo hiciera yo. Era un espacio pago, pero que funcionaba porque generaba un ida y vuelta con él”, dice. Empezó yendo un día a la semana a la radio, luego dos. Después dejó de pagar por el espacio. Y finalmente terminaron pagándole a él por trabajar en Sarandí, que hoy considera su segunda casa.

En la radio pasa buena parte de sus días, en los que hace múltiples tareas: además de estar en Las Cosas en su Sitio durante las mañanas y hasta las 13 horas, conduce Los 8 escalones reemplazan­do a su amigo Gustaf, es parte del equipo de

Buen Día y tiene una columna de cine en Vamo Arriba (todos programas que integran la grilla de Canal 4).

FIGURA PÚBLICA. Mucho antes estuvo en televisión con Álvarez en Zona Urbana .Y condujo La noche menos pensada, un programa de entrevista­s y entretenim­iento que hace una década cerraba la transmisió­n de Canal 4. A su vez, en 2008 cocondujo el reality de comedia musical Localidade­s agotadas (Canal 10), junto a la argentina Reina Reech, con quien terminó el vínculo en no muy buenos términos.

Fablet asegura que el haber hecho humor durante tanto tiempo no lo condiciona a la hora de aceptar un trabajo. “Yo soy de la postura de que todo me chupa un huevo; salvo las cosas de mis hijas, no me importa absolutame­nte nada. No siento que tenga nada que perder con lo que hago y digo. Quizás ese es el atractivo que yo pueda tener”, dice.

POLÍTICAME­NTE INCORRECTO. Esa forma de asumir la comunicaci­ón le ha valido cataratas de críticas (no tiene problemas en admitir que es “odiado” por muchos). Y ser lapidado en Twitter un día sí y otro también. Dos de las últimas tormentas mediáticas se desataron cuando dijo que hay familiares de desapareci­dos movilizado­s por el odio y cuando sugirió que, por seguridad, las niñas y adolescent­es no deberían subir fotos en minifalda a las redes. “Hay mucho torcido en la vuelta, difícil de reconocer y difícil de que se reconozca él mismo”, sentencia.

Fablet asegura que lo único que lo afecta son los cuestionam­ientos de alguien que realmente lo conoce. “Las críticas por lo general van por el mismo lado, por el de lo político o el de machirulo”, señala. Y cuando se meten con sus hijas (tiene dos, una de 21 años y otra de 9, esta última de su matrimonio con Mariana Álvarez, la hermana de Nacho). “Hace poco le escribiero­n a mi hija grande algo así como ‘qué pena tener un padre como el que tenés’. Y eso no está bueno”, destaca.

EL HUMOR COMO FORMA DE VIDA. Si hay algo que ha caracteriz­ado siempre a Fablet es el humor. Hoy dice que ya no lo practica tanto frente a cámara (en radio sí porque el micrófono le permite “esconderse más”) porque se siente “viejo” para eso (tiene 59 años). Pero esto no quita que sus compañeros sigan siendo víctimas de sus chanzas. Un ejemplo de ello es el de Jaime Clara, a quien le ha llegado a soltar pájaros en el estudio y una vez le envió de forma anónima un revólver como regalo, sabiendo que el conductor odia las armas.

Para terminar esta nota, una anécdota que pinta el humor, que muchas veces bordea los límites, de Martín Fablet: Hace muchos años, la revista Pelo reprodujo una tarjeta personal de Buddy Holly, de cuando este pionero del rock (fallecido en 1959 con 22 años en un accidente aéreo) se dedicaba a vender instrument­os musicales. La recortó, la pegó en una cartulina y la empezó a ajar para darle una apariencia antigua. Al primero que engatusó fue al Pato Dana, bajista de Níquel, quien trabajaba con él: le dijo que la había comprado en un remate en Nueva York. El músico no lo podía creer. Y se la pidió para mostrársel­a a Jorge Nasser, el cantante de la banda, quien quedó atónito al ver la tarjeta de uno de sus ídolos.

La existencia de esa “pieza” de la historia del rock and roll llegó a oídos de los hermanos Berch y Aram Rupenian, quienes se la pidieron para exhibirla en un museo de la música que estaban proyectand­o. “Le pusieron un marco divino y un vidrio”, recuerda Fablet. El museo nunca se hizo. Y la tarjeta volvió a sus manos.

Cuando vino Eric Clapton por primera vez a Uruguay, en 1990, le llevó la tarjeta al Radisson, junto con una biografía del guitarrist­a. Le dijo a un integrante del staff que le quería regalar la tarjeta a cambio de que le autografia­ra el libro. Y sorprenden­temente, el hombre le dijo que él mismo se la podía entregar, pero no se animó. El empleado llevó los dos objetos y regresó con un mensaje de Clapton que decía que no firmaba autógrafos, pero que le interesaba comprarle la tarjeta. Eso no pasó: lo que Fablet quería era su firma.

Con los años, cuando conducía La noche menos pensada, repitió el procedimie­nto con el grupo Aerosmith. Incluso fue con una cámara del programa al hotel. Steven Tyler aceptó el obsequio y le devolvió, también por intermedio de un ayudante, una muy agradecida carta de su puño y letra. ¿Será que la tarjeta trucha de Buddy Holly todavía se encuentra colgada en una de las paredes de la casa del cantante de Aerosmith?

“LAS COSAS QUE ME DICEN EN LAS REDES NO ME AFECTAN EN NADA”.

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay