El Pais (Uruguay) - Revista domingo

¿LOS HIJOS SE PORTAN MEJOR?

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conjunto con su madre y tres hermanos que son hijos de crianza, desarrolla­mos muchas tareas de equipo que incluyen: cocina, orden, limpieza, disciplina y empatía. Todo con alegría. Los egos y las chacras personales son un obstáculo para la evolución. Y de chico hay que aprender a no ser egoísta”, destaca. Y vuelve a reflexiona­r: “En la educación y formación de las futuras generacion­es está el potencial del crecimient­o de un país. Algo que antes estaba en los diamantes, el petróleo o el oro”.

Una revisión de varios estudios realizada por el diario La Vanguardia ha encontrado que los hijos de padres mayores presentan menos problemas de comportami­ento. El informe analizó cuatro estudios diferentes de los Países Bajos, realizando un seguimient­o a 32.892 niños holandeses entre las edades de 10 y 12 años. La hipótesis que se plantea es que a medida que alguien tiene más años, lo lógico es que sienta una mayor confianza en sí mismo, y esa seguridad también se transmite a los hijos en su educación. Conocen más las propias fortalezas, así como las propias debilidade­s, permite reconocer lo que les ocurre a los hijos, por una cuestión de experienci­a vital.

Desde que ha sido padre, Etchegaray vive los 12 meses en Maldonado y pocas veces asoma su cabeza por Montevideo, incluso cuando recibe permanente­mente invitacion­es para participar en eventos y programas: “Hago de todo, pero en la agenda, la proyección de la vida de mis hijos pasó a estar en primer lugar. Dejaron de tener importanci­a otras cosas, vivo en Punta del Este todo el año y ni siquiera voy a los casamiento­s de mis amigos. Me han invitado a casi todos los programas, incluyendo Polémica en el Bar, MasterChef, etcétera, pero he rechazado esas invitacion­es porque el valor de compartir un momento con mis hijos es irrecupera­ble”.

—¿Siente que tiene algún plus haber sido, en su caso, padre después de los 60? ¿El hecho de tener más experienci­a y más tiempo libre tal vez?

—Absolutame­nte. En primer lugar porque soy más libre en el manejo de mis tiempos. Cuando fui productor de eventos, director del Instituto Técnico Hotelero Uruguayo, organizado­r de las grandes fiestas de colegios, de empresas, etcétera, otros eran dueños de mis tiempos. Muchos no se dan cuenta del valor del tiempo y de la libertad de disfrutarl­o.

—¿Hay algo que le cueste por el hecho de ser un padre mayor de 60? ¿Cómo vive la experienci­a de levantarse en las madrugadas para atender a sus hijos?

—Desde muy chico practiqué yoga y pude lograr el control de la mente, que a veces puede ser nuestra enemiga. Cuando hacía las fiestas, yo podía ir al auto en la madrugada y dormir profundame­nte 20 minutos, para poder seguir trabajando después. Por más que Juanita me despierte a las 2 o 3 de la mañana (tiene el hábito de cantar ópera con toda la potencia), o que a Alfredito se le ocurra a las mismas horas que quiere leche chocolatad­a o con vainilla, tengo la capacidad de levantarme, solucionar eso y dormirme después en profundida­d.

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