El Pais (Uruguay) - Revista domingo

FAMOSOS TRAS EL MATCH

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Todo es posible, las aplicacion­es son como la vida misma, con lo bueno y lo malo.

Pero tuve otro tipo de historias, incluso bizarras. Una vez un tipo me contó, durante una cita, lo que iba a hacer con el cadáver de su madre una vez que se muriera”, recuerda entre risas.

Dice que ahora está en pareja, por lo que ella y su novio han desactivad­o la aplicación. Y concuerda con otros entrevista­dos en cuanto a que Tinder fue importante para relacionar­se durante la pandemia: “Para mí fue la única forma, porque no podías salir. Desde la comodidad de tu casa veías y decidías por sí o por no. Al anterior, con el que estuve un año, lo conocí en plena pandemia, en abril de 2020. Yo creo que es la opción de mucha gente que está en la misma que yo”. Rosa considera que las apps de citas hoy no están tan mal vistas, pero advierte que “el prejuicio sigue” en la sociedad. “Cuando decís que conociste a alguien en la aplicación están quienes te señalan o esperan que reviente todo para echártelo en cara”, señala.

ENCONTRAR EL AMOR VERDADERO. Mariela trabaja en una empresa de comunicaci­ones y su novio, Julián, en un ente del Estado. Se conocieron hace pocos meses por Tinder y la relación de pareja ha prosperado como pocas veces pasa. Ella ya le presentó a su hija, a sus padres y a su hermano (así como a su perra Martha, con quien inmediatam­ente hubo “buena vibra”). Y él hizo lo propio con su familia. También han hecho dos viajes juntos a Argentina y comparten reuniones con los amigos de ambos.

Al principio de la pandemia, cuando las autoridade­s sanitarias desaconsej­aban mantener vínculos sociales (más con desconocid­os), Mariela se vinculó a través de Tinder con quien ahora es su exnovio. “Resultó ser un vecino que vivía a una cuadra de casa. Estuvimos juntos un año aproximada­mente”, recuerda. Y en el verano pasado conoció a su pareja actual, también gracias a la misma aplicación.

“Ambos ya usaban Tinder y habían salido con varias chicas que conocieron por las aplicacion­es. Creo que cuando llegás a cierta edad (yo tengo 39) se te reducen los ámbitos donde podés conocer gente. Y estas apps son tu salvación (además, no tenés que salir de tu casa para hablar con alguien; para mí eso es un plus). Las apps de citas no están mal vistas en estos momentos. No solo por la pandemia, sino porque te permiten ampliar tu círculo social o porque no te exigen el encare cara a cara. Si sos tímido o te expresás mejor por escrito, son lo tuyo”, destaca.

—¿Usted y su actual pareja se dieron de baja en Tinder?

—Por suerte, en marzo me di de baja. Pero he sido usuaria intermiten­te de Tinder, Happn y alguna otra (como Ok Cupid o Inner Circle) desde 2018. No quiero decir que tenía todas instaladas al mismo tiempo, sino que iba probando con una y con otra. Las que más he usado son Tinder y Happn. También tuve periodos en los que no estaba activa en estas aplicacion­es, porque generan mucho desgaste y pereza.

Mariela considera que antes de la pandemia estas aplicacion­es “ya habían dejado de ser tabú”. Pero entiende que si alguien todavía sentía algún tipo de vergüenza por estar en esa especie de catálogo humano, “seguro que se le fue en la pandemia, donde pasó a ser la única forma de conocer a alguien”. “Antes de 2018 sí eran tabú. Recuerdo conversaci­ones entre compañeros de trabajo en las que se reían de otros por estar en estas apps. Creo que eso ya es impensable. Lo que sí es que sifícil

Muchos famosos han confesado usar Tinder, incluso teniendo altos niveles de exposición pública, como Jay Mammón. Otra celebridad de la vecina orilla que encontró el amor con la aplicación de citas es

Pepe Cibrián. El mes pasado y tras una relación de cuatro meses, el director teatral se comprometi­ó con su novio Nahuel Lodi. También del otro lado del charco, Tinder le cerró la cuenta a Anamá Ferreira por pensar que era falsa. La exmodelo quería encontrar el amor, pero fue censurada: “Me dejaron soltera”, bromeó. Es que a la hora de concretar una cita, la popularida­d puede jugar en contra, como le ocurrió al actor Zac Efron, quien pese a tener 54,2 millones de seguidores en Instagram, admitió haber fracasado con el Cupido digital: como era de esperarse, la mayoría de las usuarias creyó que el suyo era un perfil falso. Una historia de amor famosa es la de la actriz y exnovia de Ben Affleck, Ana de Armas, quien dio a conocer una nueva relación con Paul Boukadakis, el mismísimo vicepresid­ente de Tinder ¡Pavada de Match! guen siendo algo un poco extraño para los mayores. Decirle a mis padres que conocí a mi novio por Tinder es complejo, sobre todo porque mi madre está convencida de que Tinder es Tilder”, dice y se ríe.

EXPERIENCI­AS DE TODO TIPO. En el caso de Mariela, no ha tenido experienci­as malas con las aplicacion­es. “Creo que he tenido suerte. Por lo general, si alguien pintaba raro, cortaba la comunicaci­ón. Como dice el dicho, la práctica hace al maestro. Y a medida que usás estas apps, vas afinando la puntería: sabés cómo refinar la búsqueda por el perfil, por las fotos, por cómo te saluda, etcétera”.

En la parte de los chats sí ha tenido conversaci­ones curiosas, con personas que la encararon “de una” o que optan por pelear como un modo inentendib­le de seducción. “Hay gente que te hace preguntas extrañas. Un día me preguntaro­n cómo sería mi día ideal. No sabía si contestar en serio o en broma; por las dudas dije que mi día ideal tiene 25 grados”, dice. Y agrega: “La pregunta que más he leído es ‘¿y qué buscás?’ Me parece que es una pregunta que no conduce a nada y, por lo general, me provocaba hastío. Yo sé qué es lo que busco pero la respuesta es arriesgar demasiado. También me daba pereza contestar preguntas como ‘¿y qué música escuchás?’ o ‘¿qué películas ves?’ o ‘¿de qué signo sos?’ Entiendo que es un problema mío; no atraen mi atención las conversaci­ones pelotudas”, destaca.

Por último, Mariela señala que con su actual novio la charla se dio de forma fluida: “Creo que empezamos a hablar de lo que estábamos haciendo y después enganchamo­s con otros temas. Por suerte, nunca se le ocurrió escribirme cosas del tipo ‘¿cómo estás, bombón?’ Eso lo hubiera eliminado en el acto”.

Su novio Julián cuenta a Revista Domingo que, al igual que ella, tuvo otras experienci­as en Tinder, aunque no siempre buenas. Empezó a usar la aplicación en épocas en las que se compraba papel higiénico de forma desmedida (¿?) y un helicópter­o volaba diciéndole a la gente que se metiera en sus casas. Lo hizo a sugerencia de un amigo. “No andaba muy bien, no solo por la pandemia, sino por otras cosas. No tenía ni idea de cómo funcionaba. Un día, sin querer, hice match (dar “me gusta”) a una mujer bastante mayor que yo, quien al final me explicó cómo funcionaba la app. Con algunas chateé o nos wasapeamos. Salí con tres personas y fueron experienci­as totalmente diferentes. Una era una muchacha con la que quedó todo bien. La segunda medio que se superpuso con la primera. Y la tercera me trajo bastantes complicaci­ones a nivel familiar, era una mujer de carácter bastante fuerte (como yo). Estuve al borde de hacer una denuncia por acoso, nunca me había pasado algo así. Tuve que bloquear sus llamadas, me escribía por mail, por Instagram, por Messenger, apareció en la puerta de mi casa (yo vivo en un edificio de diacceso). Hoy estoy felizmente en pareja y ya no uso más Tinder”, destaca. Julián agrega que se fijaba en cómo escribe la gente (aunque admite que él también lo hace con faltas) para tener una “pista” del nivel de la persona con la que estaba tratando. “Después, por cómo se dan las conversaci­ones, te das cuenta si compartís intereses”, añade.

VIRTUALIDA­D POR PARTIDA DOBLE. Sergio es publicista, tiene 34 años y es usuario de Tinder prácticame­nte desde que la aplicación llegó al mercado. También ha utilizado otras dating apps como Happn y Bumble. En su caso, vivió la virtualida­d en pandemia —al menos durante los primeros meses— por partida doble. No solo utilizaba las aplicacion­es de citas, sino que además las concretaba por Zoom.

“Al principio, cuando estábamos todos recontra paranoicos, las cosas eran medio bizarras, porque en vez de salir, tenías citas virtuales con alguien a quien ni siquiera conocías. Había ‘piques’ para romper el hielo: charlabas de la vida, jugabas un tutti

“UN TIPO ME CONTÓ LO QUE IBA A HACER CON EL CADÁVER DE SU MADRE”.

“HABLÉ CON UNA CHICA POR TINDER Y TERMINÉ SALIENDO CON SU AMIGA”.

ALGUNOS COMENZABAN POR TINDER Y LUEGO TENÍAN CITAS POR ZOOM.

TODOS LOS CONSULTADO­S PIDIERON MANTENER OCULTA SU IDENTIDAD.

frutti con alguna categoría más ‘picante’… A veces tenía dos o tres citas por Zoom al día, o telellamad­as, con personas que no conocía”, explica.

El publicista dice que con el correr de los meses, en junio o julio de 2020, no concurría a boliches porque estaban cerrados, pero iba a la casa de la otra persona o ella visitaba la suya. “Antes, cuando no había vacunas y venían las noticias de España o de Italia donde se estaba muriendo todo el mundo, eso era imposible. Después de la paranoia y del fin del Zoom para las citas, la gente se jugaba más e iba a la casas de las personas”, sostiene.

Sergio ha tenido distintos tipos de relaciones a partir del uso de las aplicacion­es. Y ahora no las usa porque —asegura— se encuentra formalment­e en pareja: “Empecé a usar a usar Tinder prácticame­nte desde el momento en el que arrancó y se hizo popular. Es recontra útil. Después se empezaron a generar más apps como Happn y Bumble y se amplió el espectro. Es muy cómodo conocer gente ahí. Obviamente es para el primer approach, después pasás a Instagram y ahí evaluás otras cosas, hasta que terminas saliendo. Es para distintos tipos de relación: únicamente sexuales, para ser amigovios y para otro tipo de vínculos más formales”.

“Yo ya venía usando Tinder desde antes de la pandemia, en mi caso lo que cambió fue cuando matcheabas con alguien. Cuando vino el coronaviru­s, se amplió la cantidad de gente que usaba la aplicación. Y todo el mundo pone cuatro o cinco fotos personales que le gustan, obviamente. Entonces, se empezó a pedir el contacto de Instagram para ver más de la persona. Incluso creo que algunas mujeres te piden el Instagram por un tema de tranquilid­ad y seguridad, para ver que no sos ‘peligroso’. Otras veces te lo piden para ver que no estás de trampa, que no tenés novia. Hoy es raro que una persona a la que conocés por Tinder vaya a tu casa sin pasar previament­e por un bar, a tomar o a comer algo”, agrega.

Cuando se le pregunta a Sergio si tiene alguna anécdota curiosa que le haya pasado como usuario de las dating apps, recuerda que una vez matcheó con una chica que le gustaba y que ella se puso a hablar con él. Pero en determinad­o momento, la joven le confesó que estaba comunicánd­ose desde el perfil de su amiga. Cuando la verdadera dueña del celular vio las fotos de perfil de Sergio y la conversaci­ón que había mantenido con su amiga, terminó saliendo con él.

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Aplicacion­es. El match (poner “me gusta” a un perfil) es el primer paso para conseguir lo que se busca.
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La hora mágica. Luego de matchear y chatear un buen rato, conocerse.

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