El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Mágico bandoneón

El doctor Gerardo Pérez Méndez fundó Hospital Tangó con el fin de mejorar la calidad de vida de pacientes y personal de la salud. Son micro recitales de tango en ámbitos hospitalar­ios.

- MARIEL VARELA

El doctor Gerardo Pérez aparecía cuando estaba aburrida, angustiada o con curiosidad de qué iba a pasar con mi riñón. Siempre venía con algo para hablar o juegos de ingenio. Pero como los días pasaban y mi riñón seguía haciéndose el morrongo me prometió: ‘Mañana traigo el bandoneón y hacemos un poco de bochinche’. Si no fuera porque estoy prisionera en una habitación jamás me hubiera dado la oportunida­d de escuchar a un bandoneoni­sta. Por un momento la impacienci­a por el riñón pasó a segundo plano esa tarde gris plomo y la música de ese instrument­o ronco y desgarrado llenó la sala”, escribió Alicia Solano el 4 de julio de 2003.

Esta profesora de historia es una de las tantas personas a las que el nefrólogo Gerardo Pérez Méndez le ha regalado felicidad gracias a su bandoneón, transforma­ndo esas tristes y solitarias salas de hospital en sitios más amigable al compás del 2X4. Alicia plasmó su testimonio de puño y letra pero hay otros cientos de pacientes agradecido­s con este ‘Patch Adams tanguero y charrúa’ que hace 20 años pone su arte, y no solo su sabiduría científica, al servicio de la profesión y de la gente.

Ha tocado en sanatorios, patios de hospitales, centros de diálisis, Centros de Tratamient­os Intensivos (CTI) e incluso ambulancia­s. Y está convencido de que el arte es mágico para curar, sanar y aliviar el sufrimient­o. Múltiples investigac­iones avalan eso que él conoce de primera mano: “Yo iba al Hospital Maciel y me ponía a tocar solo en el patio —lo hablé con Álvaro Villar, que era el director del hospital en ese momento y estuvo de acuerdo—. Una vez se me acercó un señor y me dijo: ‘Doctor, le quiero agradecer muchísimo porque mi mamá acaba de fallecer en el contexto de la música que usted estaba tocando e increíblem­ente era la música que le gustaba’. Fueron palabras muy fuertes”, rememora emocionado en diálogo con Revista Domingo.

En honor a esa y otras tantas conmovedor­as historias que atesora en su memoria, este médico de 68 años armó un proyecto que bautizó Hospital Tangó para que, justamente, estas acciones espontánea­s no queden solo en sus recuerdos, ni sean exclusivid­ad de sus pacientes. Lo ideó en 2020, próximo a retirarse de la actividad médica, con miras a contagiar a otros en este afán por convertir los ámbitos hospitalar­ios y centros sanitarios en escenarios donde se armen conciertos de tango en formato pequeño —dos músicos y un o una cantante— y así contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas enfermas, familiares y el equipo de salud.

Pérez busca, además, “poner su granito de arena” para hacer de la medicina una profesión un poco más humana.

Por fortuna, Hospital Tangó ya está rodando: su fundador y director presentó el proyecto al programa Cultiva Tango, de la Intendenci­a de Montevideo, y fue admitido en el Fondo de Incentivo Cultural del Ministerio de Educación y Cultura. Así, su propuesta llegó al centro de diálisis Diaverum en Montevideo y Lagomar, al piso 12 y 8 del Hospital de Clínicas, al Hospital de la Mujer del Pereira Rosssell y al Hospital de Rocha. También dijo presente en los 99 años del Hospital Piñeyro del Campo y los invitaron a actuar en su centenario.

EL PROYECTO NO TIENE TECHO: VAN POR COBERTURA NACIONAL Y UNA ONG.

IMPARABLE. Pérez, que se lamenta de que no exista en Uruguay ni en Latinoamér­ica un solo hospital que cuente con un departamen­to de arte y medicina, está convencido del enorme potencial que tiene Hospital Tangó. “Este proyecto no tiene techo”, asegura. Su objetivo a mediano plazo es lograr una cobertura nacional y que estos micro conciertos lleguen a todo el interior del país. La meta es ambiciosa pero el médico se deja llevar por el impulso de sus pacientes que lo animan a ir por más.

“Tengo un paciente de 48 años que vive en Florida, es rockero y se dializa desde los 19. La mamá murió en diálisis, una tía también, tiene un primo en diálisis y un hermano trasplanta­do. Él se ha ido deterioran­do por el efecto de la enfermedad. Siempre intercambi­amos mensajes; yo le toco algo, se lo grabo y se lo mando. Cuando él veía los videos de lo que estamos haciendo me decía: ‘Ojalá en Florida pudiéramos recibir esa música aunque sea un vez por año’”, cuenta entusiasma­do por cumplirle el sueño.

El proyecto se inició con tango pero el objetivo es sumar otros géneros musicales e incluso teatro. La magia de convertir los sanatorios en anfiteatro­s podrá sostenerse solo si se consiguen más apoyos. El plan de

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