El Pais (Uruguay) - Revista domingo

¿Amenaza o liberación?

- WASHINGTON ABDALA

Vengo estudiando algoritmos, sesgos y patrones que andan pululando alrededor de nosotros. Básicament­e para entender si nos están influyendo tanto como se presume o si el asunto es relativo. Si el lector aspira a una respuesta definitiva, aún no la tengo, es probable que en algunos días tenga una idea más acabada. De cualquier forma, lo que está claro es que la pelea siempre es la misma. Algún mecanismo busca empujar nuestra voluntad hacia algún lado y los humanos cuando nos avivamos rajamos. Jean Paul Sartre, que no siempre expresó todo acertadame­nte, si acertó en la máxima de que “estamos condenados a ser libres”. En el fondo, un concepto parecido a la idea que el presidente Luis Lacalle Pou acuñó con la “libertad responsabl­e”. Al final de lo que se trata es de entender que somos responsabl­es del impacto de las decisiones que tomamos por nosotros y los que nos rodean.

Es cierto, si usted tiene una religión o un conjunto de valores se puede predecir parte de su comportami­ento. Solo parte.

Y acá es donde me quiero detener. Predecir, pronostica­r, saber, averiguar, investigar, son obsesiones que tenemos los humanos para entender qué haremos en el futuro inmediato. Eso, que hasta hace poco era al tun tun, en el presente en base a informació­n precisa y patrones de comportami­ento históricos —que se acumulan como datos por nuestra propia voluntad dentro de los celulares— son los instrument­os por los que se sabe casi todo de nosotros. Y se sabe qué haremos en las próximas horas.

Nueve empresas en el mundo, seis norteameri­canas, tres chinas, tienen las bases de datos más impresiona­ntes que nadie puede imaginar. Un tercio de la población norteameri­cana es pasible de reconocimi­ento biométrico. (Las agencias de inteligenc­ia nunca supieron tanto de la humanidad). Existen varios lugares del mundo donde esta tecnología —además de estar más adelantada— se enlaza al orden social. En fin…

Lo que inquieta de este mundo orwelliano en el que estamos —y todos pedimos reconocimi­ento facial para estar en paz en el Estadio Centenario— es que lo que antes parecía el Big Brother hoy se hace presente. Es el Truman Show y todos somos Jim. Y en el fondo hay un asunto allí con la libertad

“La política es la última ratio para detener lo que se viene”

(¿o la privacidad?) versus tecnología que empieza a preocupar (mucho). No me parece —por ejemplo— que si tengo una patología ludópata las máquinas me sigan induciendo a apostar o me regalen un bonus para un casino. Se están abusando de mi enfermedad. ¿Alguien me cuida o estoy regalado?

No hay aún un debate moral relevante por detrás de esto y no se arregla con regulación de coyuntura porque no es la ley la que salva a los humanos, es el buen proceder y cierta virtud a la hora de encarar el presente. Tengo claro que sueno a Plotino hablando así, pero es que no veo otro camino que ponerse de acuerdo y caminar hacia allí.

La política, tan denostada por la gente, es la última ratio para detener lo que se viene. (No lo es la justicia que navega centro de la norma del legislador.) No le creo a la ambición del hombre liberado de amarras; el hombre demuestra a lo largo de la historia que su deseo ambición siempre puede más. La política siempre ha tenido personas geniales que son un faro guía para la humanidad y que en horas bravas son una luz que nos salva de caer en el precipicio. Pero esos líderes sabían frenar.

El lector dirá que el presente no es así, que no hay Mandela, Gandhi o Artigas por allí. Mire, no lo sé, siempre los contemporá­neos somos de creer que la historia es mejor ayer y no advertimos con claridad el presente. ¿Usted que piensa de un individuo que quiere llegar a Marte y poner un hábitat allí, es un loco o un genio? Es un ejemplo para que vea que no siempre es sencillo entender a quienes nos rodean. Porque la velocidad del presente es un delirio y no permite pensar demasiado. Lo insto a reflexiona­r: ¿la tecnología amenaza o garantiza más libertad? De veras, no tengo la respuesta. O tengo varias. Usted vaya elaborando la suya. La seguimos.

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