El Pais (Uruguay) - Revista domingo
Darwin De Montevideo a Soriano
apoyó): recolectar especímenes, formularse preguntas, buscar respuestas y hacer anotaciones.
En agosto, ya desde Montevideo, envió de vuelta a Inglaterra su primera remesa de rocas, plantas y animales terrestres y marinos perfectamente numerados y catalogados. Eran otros los científicos “famosos” que se dedicarían a estudiar lo que aquel joven inquieto iba descubriendo.
“Todos los elementos que él encontraba los enviaba al Reino Unido. Y ahí se distribuían entre los científicos del momento que trabajan en cada temática. Todavía quedan muchos de los ejemplares que fueron colectados en nuestro país”, anota Aisenberg.
Uno de esos ejemplares, que por esas cosas del marketing y de la vida se hizo muy famoso, fue el llamado “Sapito de Darwin” (Melanophryniscus montevidensis), un pequeño anfibio que halló de casualidad en nuestro territorio. Su hábitat natural incluye zonas templadas de arbustos, marismas intermitentes de agua dulce y playas de arena. En cuanto a su coloración, para quien quiera reconocerlo —si tiene la oportunidad de cruzárselo—, es negro azabache, con manchas amarillas en el dorso y en los costados del cuerpo, en los miembros anteriores y también ventralmente. Cuenta con una mancha roja en la cara ventral del muslo y en parte del abdomen. Las palmas y las plantas son rojas.
“Él lo describe en su diario como parte de las tantísimas especies que eran muy abundantes en ese momento en Uruguay y que lamentablemente al día de hoy están muy amenazadas. Lo halló caminando en las dunas a pleno día, algo que es muy raro en esta especie que en general no anda de día ni por las dunas. Su nombre científico hace referencia a Montevideo, donde al día de hoy no se encuentra; sus poblaciones están reducidas a Maldonado y Rocha. Está críticamente amenazado, por eso es importante conocerlo, para poder cuidarlo también”, dice la científica del IIBCE.
Luego de pasar por el Río de la Plata, el Beagle visitó un par de veces las Islas Malvinas. Allí, Darwin percibió que había ciertas diferencias entre las especies del continente y las isleñas. Estas cuestiones influenciarían más tarde su visión sobre la distribución de plantas y animales por el mundo y su adaptación a su entorno.
Y reforzarían el encono de la Iglesia en su contra. Pero el científico pensaba así: si Dios hizo una especie, ¿por qué la haría con distintas características de
EL VIAJE EXPEDICIONARIO DEL BEAGLE DURÓ CASI CINCO AÑOS Y MARCÓ A DARWIN PARA SIEMPRE.
acuerdo al lugar que habitaba? La respuesta era sencilla: las especies se habían adaptado al medio para asegurar su supervivencia. Otro motivo que separó a Darwin de la fe cristiana fue que tres de sus diez hijos murieron antes de los 10 años. Pensaba que ningún dios podía tomar una “decisión” de tal envergadura.
Hace algunos años, un equipo de investigadores de la Universidad de Ohio (EE.UU.) y de la de Santiago de Compostela (España) logró constatar genéticamente que el alto índice de enfermedades y mortalidad entre los hijos de Charles Darwin se debió a la consanguinidad, ya que este se casó con su prima Emma Wedgwood.
De las ciudades al campo. Charles Darwin conoció Montevideo, Maldonado, Colonia, Lavalleja, Soriano y San José y tuvo “la oportunidad incomparable de realizar observaciones, coleccionar animales y plantas y explorar algunos de los más hermosos, desolados y aislados parajes del mundo”, según escribió en su diario del viaje.
Entre sus descripciones más notorias está la del ya citado sapito polícromo, las de los “cairnes” (como bautizó a las estructuras de piedras en forma de montículo o anillo realizadas por indígenas en lo alto de la Sierra de las Ánimas), el venado de campo y el carpincho, consagrado como el roedor más grande del mundo.
Darwin también halló en Uruguay innumerables fósiles de vertebrados e invertebrados que lo ayudaron a continuar reflexionando sobre la historia de la vida en nuestro planeta y por qué algunas especies persisten y otras se extinguen.
“El viaje en el Beagle ha sido el acontecimiento más importante de mi vida y ha determinado toda mi carrera”, dijo en sus escritos.
“Apropiarse” de su figura y legado. Con motivo de comenzar a celebrarse el año pasado los 190 años de su visita a Uruguay, se han organizado una serie de actividades (publicaciones, una muestra itinerante y charlas), la última de las cuales tuvo lugar la semana pasada en el parador Nativa de Maldonado, al pie de las sierras, donde se descubrió una placa en homenaje al naturista (foto de primera página). También se exhibió el audiovisual de ficción El regreso de Darwin, realizado el año pasado por De la Raíz Films, productora que dirigen Guillermo Kloetzer y Marcelo Casacuberta. La película, de 20 minutos de duración, está disponible en YouTube y fue pensada para público escolar y liceal.
“Nuestra idea fue dar a conocer algo de información, contar cosas que pasaron, divulgar hechos. Pero como siempre decimos: los hechos también están en Google. Nosotros mostramos investigaciones y cosas que él nombró, como por ejemplo el Sapito de Darwin, un anfibio muy conocido que a partir de su visita obtuvo su nombre, los cairnes o el venado de campo que él describió. Pero más allá de la información o el dato que puede estar en Internet o en algún libro, queremos transmitir también el estímulo, la motivación al niño y al joven, para que salgan a investigar. Son materiales que también sirven para que en clase se trabaje junto a un profesor o una maestra”, explicó Casacuberta a Domingo.
“Se realizaron reuniones de realizadores, científicos y escritores, para hacer una serie de proyectos que sirvieran para divulgar la visita de Darwin a Uruguay. Y hubo exposiciones que todavía están girando por todo el país, así como conferencias y charlas. También hicimos esta ficción en la que Darwin vuelve como una especie de fantasma. Recorre nuestro territorio y se encuentra con científicos que están investigando temas que él conoció o mencionó en sus escritos. Tuvo chances de viajar por el interior, conocer a los gauchos, entrevistarse con otras personas. Además de su trabajo como naturalista, pudo tener una visión de la sociedad de la época”, agregó el realizador.
Las celebraciones por el 190° aniversario comenzaron en septiembre pasado y cuentan con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura. En tanto, la muestra itinerante, que ya recorrió Maldonado, Canelones, Colonia, Soriano y Montevideo, fue el resultado del trabajo conjunto de técnicos e investigadores del Museo Nacional de Historia Natural, el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, el Museo Nacional de Antropología, el Museo Histórico Nacional, el Espacio de Arte Contemporáneo y el Sistema Nacional de Museos.
“Esto fue una idea que impulsó el Ministerio a fines del año pasado. Darwin vino dos veces, la primera de ellas en julio de 1832. Luego fue a Argentina y volvió en la primavera de 1833. Entonces, entre ambas fechas, se están cumpliendo 190 años de su venida a estas tierras”, comentó Alberto Majó, director de la Dirección Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (Dicyt).
El funcionario agregó que “una de las cosas más importantes es valorizar el hecho de que Darwin empezó a construir su teoría de la evolución de las especies por selección natural a partir de observaciones que hizo especialmente en nuestras tierras” y que Maldonado y Lavalleja fueron recorridas con especial interés en la primera etapa de su visita a suelo uruguayo. “Para nosotros es muy importante apropiarnos de un personaje importante para la historia universal y la ciencia”, concluyó Majó.
Hace 15 años, el pequeño poblado Sacachispas, ubicado en el departamento de Soriano, le dio la espalda a Darwin.
Al parecer, el nombre de esta localidad obedece a “las maneras con las que los pobladores iniciales, gauchos y prófugos de la Justicia, resolvían sus diferencias: sacándose chispas con los facones”, consignó un informe publicado por El País en aquellos años. La villa había cambiado su nombre en 1977, cuando la Junta Vecinal decidió rebautizarla como Charles Darwin. Esto se debió a que el naturista recorrió en 1832 la zona del Cerro de los Claveles, ubicada cerca de la actual urbanización. A esa elevación hoy se la conoce como “Cerro Darwin”. Allí se erige un monolito que recuerda su visita.
En el centro poblado de poco más de 400 habitantes se realizó, en septiembre de 2008, un peculiar plebiscito, con el que finalmente los lugareños resolvieron cambiar el nombre de Villa Darwin por el de Sacachispas. Cinco años después, el 16 de mayo de 2012, el Parlamento estableció (por ley 18.908) designar Sacachispas a “la población ubicada en la 10a. Sección Judicial del departamento de Soriano”.