El Pais (Uruguay) - Revista domingo
Fran De nana a activista
La voz de la huelga. Conocida por su papel en La Niñera, un clásico de los 90, la actriz ha sabido reinventarse como presidenta del sindicato de actores.
su madre le había enseñado que nunca debía cruzar una manifestación de trabajadores. La nana Fran Fine, entonces, se niega a ingresar al hotel donde su jefe, el señor Sheffield, organizaba una fiesta. La escena pertenece al capítulo “The Strike” (la huelga, en español) que se emitió en 1994 pero que fue rescatada en los últimos días por las redes sociales, dado que la actriz, Fran Drescher, es hoy la presidenta del sindicato de actores de EE.UU. y, por lo tanto, encabeza la actual huelga de actores y guionistas que paraliza la industria del entretenimiento.
“Somos las víctimas. Estamos siendo victimizadas por una entidad muy codiciosa. Estoy conmocionada por la forma en la que la gente con la que hemos hecho negocios nos trata. ¿Cómo pueden alegar que están perdiendo dinero a diestra y siniestra, mientras entregan cientos de millones de dólares a sus CEOs? ¡Qué vergüenza! Están en el lado equivocado de la historia”, gritó Drescher en su discurso con una beligerancia que choca con el personaje que amamos en la década de 1990.
The flashy girl from Flushing. Algunos actores se fusionan de manera tan indeleble con un solo personaje que incluso décadas después es difícil separarlos. El nombre de Francine Joy Drescher desencadena instantáneamente visiones de Fran Fine en La Niñera: vestidos coloridos, una montaña de cabello y voz nasal.
Antes de eso debutó en Fiebre de sábado por la noche, junto a John
LA SERIE ERA VISTA POR UNA MEDIA DE 10 MILLONES DE PERSONAS.
Travolta, en la que le suelta al personaje: “¿Eres tan bueno en la cama como en la pista de baile?” De ahí pasó por algún capítulo de Alf y Fama y fue dirigida por Wes Craven (en Las dos caras de Julia), Rob Reiner (en el musical This Is Spinal Tap) y Francis Ford Coppola (en Jack).
La popularidad le llegó con La niñera. La actriz de 36 años creó el papel para sí misma como una chica judía de clase trabajadora de Flushing, Queens, obsesionada con casarse y que entra a trabajar en una lujosa mansión de Manhattan para cuidar de los hijos de un viudo inglés (con el que se casa años después).
La serie (1993-1999) la catapultó a la fama, la convirtió en un indiscutible icono de la moda y le valió dos Emmy y dos nominaciones a los Globos de Oro. Drescher no solo era la protagonista, sino también la productora, junto a su marido Peter Marc Jacobson, del que acabó divorciándose cuando él le reconoció su homosexualidad. Desde entonces, ella se convirtió en una de las aliadas más visibles y comprometidas con el colectivo LGTBI.
No es la única causa que ha apoyado desde su época de oro en la TV. Drescher creó una organización sin fines de lucro contra el cáncer después de haber sufrido cáncer de útero y ayudó a convencer al Congreso de aprobar la Ley de Educación y Concientización sobre el Cáncer Ginecológico, que se convirtió en ley en 2007.
Y, con respecto a su faceta sindical, no tenía ninguna experiencia previa cuando en 2021 decidió presentar su candidatura al sindicato SAG-AFTRA que se encarga de negociar las condiciones laborales de los actores con la
Alliance of Motion Picture and Television Producers, representante de estudios y plataformas como Amazon, Apple, Disney, NBCUniversal, Netflix, Paramount, Sony o Warner Bros. No obstante, pronto logró conquistas para un colectivo de más de 160.000 personas. SAG-AFTRA implementó una serie de medidas, incluida una plataforma digital confidencial para informar incidentes de acoso y abuso sexual y un nuevo conjunto de estándares para capacitar y trabajar con coordinadores de intimidad en el set. “Sabes que fui víctima de una violación, ¿verdad?”, dijo en una entrevista en Vanity Fair. Sucedió cuando estaba en sus 20 por un hombre que irrumpió en su casa (El País de Madrid recuerda en una nota que Drescher logró identificar al asaltante ayudando a la Policía a hacer un boceto y así logró que fuera condenado a 150 años de cárcel). “Así que esta es un área en la que tengo experiencia de primera mano”, afirmó. Drescher quiere que los perpetradores sepan que habrá consecuencias, independientemente de su estatus en Hollywood. Y siguió: “Nadie, como vemos ahora, es tan importante. Caen los reyes”.
Ahora apunta contra los estudios y las cadenas de streming. Sus críticas al capitalismo salvaje, contra las corporciones y contra su modelo de negocio han sido constantes en los últimos días. “Nos han deshonrado”, “irrespetuosos”, “ofensivos” y otros tantos comentarios en la defensa de los derechos de los actores. Apunta, además, contra el uso de la inteligencia artificial en las producciones, lo que consideran una amenaza para su trabajo. Por eso, sea como nana Fine o como Fran Drescher, recuerda lo dicho en aquel capítulo: “Mi madre tenía tres reglas. Nunca hagas contacto con un baño público; nunca, nunca, nunca cruces una línea de piquete... ¿cuál fue la tercera? Oh, sí, nunca uses aceite de almizcle en el zoológico”. En ese capítulo como hoy hace lo que le comentó a Vanity Fair: “Estar en este negocio durante cuatro décadas y media me da las credenciales para poder desarmar todo y ver cómo se podría hacer mejor para los tiempos que estamos viviendo”.