El Pais (Uruguay) - Revista domingo
La artista en su versión holística y espiritual
Cuando los padres de Luciana Acuña no la dejaban salir a bailar, ella recurría a libros de psicología para conseguir la ansiada autorización. Les explicaba cómo depositar en el banco de la confianza y más argumentos que eran imposibles de rebatir. Desde niña, entonces, aprendió a buscarle la vuelta a las situaciones con métodos alternativos y descubrió que no hay una única respuesta para las cosas.
La biblioteca de la casa de esta actriz y humorista estaba llena de libros sobre la ley de atracción porque sus padres creían mucho en el poder de la mente, incluso en épocas donde esta filosofía no estaba en boga, como sucede hoy. “Yo hablo de programación mental y pensar en positivo desde niña porque me crie con eso”, cuenta Luciana a Domingo.
Entre sus señas típicas resalta la capacidad para recordar todo lo que sueña, y aunque no estudió para interpretar el mundo onírico, en su adolescencia se devoró el libro El diccionario de los sueños.
Esta fanática de la espiritualidad ha hecho múltiples consultas esotéricas. Desde lectura de tarot, de iris, Registros Akáshicos, a visitas a un chamán, que mientras le hablaba del futuro le limpiaba el aura de malas energías.
También se hizo la carta natal y tiene en el debe estudiar astrología. Es que Luciana ha hecho múltiples cursos en un afán por recorrer un camino de autoconocimiento: “Lo hago porque me redescubro en cada uno de estos cursos”, comenta.
Hizo un taller de Registros Akáshicos — aunque nunca se animó a poner en práctica lo aprendido porque le tiene “respeto”— y otro de lectura del iris —le bastó un fin de semana introductorio para advertir que era inentendible—. “En el ojo tenés información de todo el cuerpo, te da muchos datos. A mí me dijeron bastantes cosas de mi personalidad que son tal cual, otras físicas y algunas que debería cambiar”, señala.
El más importantes de todos los cursos que hizo fue uno de Biología Total hace ocho años, y hoy aplica los conocimientos adquiridos en beneficio propio y de sus allegados. Recibe consultas sobre biodescodificación de sus amigos, pero jamás cobra, aunque no descarta abrir un consultorio en un futuro (ver recuadro).
También hace terapia convencional y vivió la experiencia de ir a constelaciones familiares. Prueba todo lo que anda en la vuelta: “Si tenés ganas y posibilidades está bueno tener la experiencia y después ver si te rinde o no. A mí me sirve y es algo que me apasiona, no lo puedo evitar”, concluye.