El Pais (Uruguay) - Revista domingo
La obra en movimiento
Barro Negro. Es transgresora desde su estreno, en 1991: la obra transcurre en un ómnibus y aborda la violencia de género.
El paisaje montevideano se ve alterado cada sábado desde hace 33 años por la presencia de un ómnibus que se acopló al Centro y la Ciudad Vieja y pasó a ser parte de la escenografía del lugar. El que circula entre las 20:00 y las 23:30 —las noches de doble función— no es un vehículo más de Cutcsa: pertenece a la flota social de la empresa y no transporta pasajeros, sino a 13 actores y una veintena de espectadores que se suben al coche de teatro Barro Negro en la explanada del Teatro Solís, se acomodan en un asiento disponible, y esperan que el guarda les corte el boleto —con esas máquinas obsoletas que remiten a otra época— para disfrutar de la originalidad de una hora y media de actuación sobre ruedas.
El sábado pasado se llegó al boleto 154.498, que equivale a la cantidad de espectadores que han visto la obra, aunque en realidad esa cifra supera los 200.000, dado que los primeros tres años no se contabilizó y se hacían 11 funciones por semana. “Con Sergio Armand Ugón (actor), que es un obsesivo con los números, hemos logrado saber cuántas funciones hubo hasta los 30 años: llegamos con 5.400 y ahora estamos en las 5.800”, comenta Jorge Arena, actor de Barro Negro desde 2021 y este año también productor de la obra junto a Janaina Lasalvia.
Se estrenó el 8 de julio de 1991, y es junto a Brujas —con Moria Casán a la cabeza—, la obra con más representaciones en Sudamérica: no hay ninguna otra con 33 temporadas. Su director, Marcelino Duffau, recuerda que la noche del debut llovía a rabiar y hacía “un frío de novela”, así que pensó ‘no va a venir nadie.’ Pero llegó el ómnibus, estacionó en la puerta del Solís y de repente empezó a caer más y más gente, y se completó el coche para la función.
Marcelino es el responsable de que este elenco por el que pasaron más de 120 actores siga funcionando, aunque la magistral idea de convertir un ómnibus en una sala de teatro y actuar en movimiento no fue suya, sino del venezolano José Gabriel Núñez. El dramaturgo de 87 años escribió Fango Negro (título original) en 1985; tiempo después el libreto llegó a manos de Marcelino a través de la crítica teatral Gloria Levy, y se dio una seguidilla de casualidades para que pudiera llevarla a cabo.
La realidad es que el hallazgo fue de Marcelino y valen los aplausos por haberse tirado al agua y por haber hecho un suceso. La obra pasó de 11 funciones en los años dorados a dos por semana en la actualidad: sábados a las 20:00 y las 22:00 —las entradas se reservan por WhatsApp al 093 652613—. En el ínterin, Barro Negro fue declara de Interés Departamental por la División Género de la Intendencia de Montevideo, y de Interés Cultural por el Ministerio de Turismo.
Si bien su director está acostumbrado a que le pregunten cuál es la fórmula del éxito, no ha conseguido explicarlo en 33 años: “Hay gente que dice que el éxito se debe a la obra, al ómnibus, al elenco, al tipo de montaje. Hay un poco de todo. No tengo la respuesta