El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Cada rosario es especial

Victoria Storace. Desde hace 5 años realiza Rosarios del Sur, un objeto que atraviesa las religiones y que ella diseña de manera única para cada cliente.

- ANALÍA FILOSI afilosi@elpais.com.uy

uando Victoria Storace se casó lo hizo con el rosario de su abuela. Eran 50 nietos, pero la abuela se lo regaló a ella. Ese es su rosario y, si bien lo presta, siempre vuelve a ella. “Creo que de alguna manera esas cosas nos marcan”, dice a Domingo intentando buscar explicació­n de por qué tantos años después hacer rosarios se volvió no solo su pasión, sino la actividad laboral con la que dio un giro inesperado a su vida.

Victoria es, en realidad, analista de sistemas y, como tal, desde muy joven trabajó en un laboratori­o. Dejó cuando decidió formar su familia porque le demandaba muchas horas, pero tampoco se quedó sin hacer nada: se puso a estudiar Educación Inicial y terminó montando su propio jardín de infantes, el cual mantuvo durante más de 20 años. “No fue un jardín convencion­al, hice cosas que no se habían hecho en aquella época”, destaca.

Por una serie de situacione­s, en un momento resolvió vender el jardín. “No pensé que iba a ser tan difícil cerrar esa etapa. Fue un duelo y me costó mucho porque amaba lo que hacía, como también amé trabajar en el laboratori­o, pero era un ciclo terminado”, apunta.

Pasado un año se dedicó a estudiar todas aquellas cosas que le habían quedado pendientes por falta de tiempo, como la carrera de psicología positiva aplicada a la educación que a su vez la llevó a hacer una formación en coaching.

Ya había empezado a elaborar rosarios y todo porque quiso que su sobrina en su comunión tuviera un regalo especial. “Me encantan los regalos que uno hace, entonces compré cuentitas porque le quería dar un rosario. Si digo que lo armé y desarmé quince veces es poco, lo hice hasta que quedó divino”, recuerda.

El proceso le resultó tan satisfacto­rio y terapéutic­o que compró más cuentitas e hizo más rosarios. “Compraba y hacía”, acota y menciona a su marido como el primero que le pidió que le hiciera uno aunque no es cristiano practicant­e. “Lo usa todos los días, se le rompe y se lo vuelvo a hacer”, comenta entre risas.

La mesa del comedor estaba tomada y cada vez que iban a almorzar había que esperar que Victoria guardara todos sus materiales. Hasta que un día su marido le dio un ultimátum: “Divino los rosarios, ¡pero hay más de 50 en casa!” Algo había que hacer con ellos.

Entonces se dieron dos cosas. Por un lado, llamó a sus amigas y les ofreció los rosarios. “Yo creo que de onda me dijeron que les encantaron y los querían”, dice. Por otro, se los mostró a una tía que es muy católica y consiguió su apoyo incondicio­nal para siempre. “No solo me gustan tus rosarios, sino que esta Navidad se los voy a regalar a toda mi familia”, le anunció.

La situación se terminó de resolver cuando su tutora de coaching le propuso que utilizara esa actividad como proyecto final. “Se dio naturalmen­te”, asegura.

Rosarios del Sur comenzó oficialmen­te en 2018 y asegura que fue el primer emprendimi­ento uruguayo en la materia.

A vender. Los inicios le costaron un poco porque confiesa que no es vendedora y además creía que le compraban como un cumplido. Con el tiempo comenzó a entender que “todos los trabajos en el fondo son como una excusa para conocer gente”. Y vaya si ha conocido, aunque más no sea en forma virtual porque desde entonces el Instagram pasó a ser su forma de contactars­e con los clientes.

“No los conozco físicament­e, pero los siento. Hablo un ratito con ellos y los puedo interpreta­r”, afirma sobre ese mundo que abarca a mujeres, hombres, adolescent­es… y va variando según la época del año: Semana Santa, Día de la Madre, diciembre. Este último mes es muy demandante no solo por las fiestas de fin de año sino por la cantidad de casamiento­s que se realizan y las novias es uno de sus grupos grandes de clientes.

“Las novias me encantan porque nunca voy a hacer dos rosarios iguales. Me pueden decir ‘lo quiero como Fulana,’ pero no va a ser igual al de Fulana, va a ser parecido. Primero, porque siempre tengo materiales nuevos y segundo porque yo voy cambiando y de alguna manera eso lo voy plasmando en los rosarios. Capaz que uno que en un momento era para mí el más lindo del mundo, ahora no lo es”, señala.

Además Victoria tiene como premisa no copiar ni repetirse. “Todo lo que hago es creación de mi cerebro. Me explicás el concepto y una vez que lo entiendo le doy forma. Me genera más desafío que me pidan algo que no sé cómo lo voy a hacer”, alega sobre una tarea que no tiene un plazo definido, puede llevarle mucho tiempo como los rosarios de novia porque diseña hasta el más mínimo detalle —aunque es capaz de solucionar uno en una semana si el tiempo apremia— o sacarlo en pocos días si son para otra ocasión.

Dice que fue totalmente autodidact­a. La tarea siempre consistió en conectar con el encargo y ponerse manos a la obra, por eso si está triste prefiere no trabajar porque cree que eso se transmite.

Montó su taller en la planta alta de su casa en Carrasco y pidió como regalo de cumpleaños la larga mesa donde despliega sus materiales, esos que no le es sencillo conseguir. “Los únicos proveedore­s de Uruguay son judíos y a veces no tienen idea de qué virgen traen. Entonces me stockeo con todo lo que encuentro y pido a la gente que se va de viaje que me traiga cosas”, cuenta quien le encanta mezclar materiales: piezas rústicas con otras muy finas, maderas con piedras o cristales.

“Todos los días subo al taller y ya me da alegría empezar a trabajar. Manejo mis tiempos y de repente me quedo trabajando dos días seguidos. Lo hago escuchando podcasts o música suave. Es terapéutic­o porque estás en tu mundo, es como meditar

LE ENCANTA HACER ROSARIOS DE NOVIA PORQUE CREA HASTA EL MÍNIMO DETALLE.

un poquito con cada rosario”, describe.

En un principio se iba a llamar Rosarios del Sur para el Mundo porque a Victoria le gustaría poder llegar a todo el mundo con sus creaciones, pero en Uruguay eso es complejo. Enviar cosas hacia el exterior es tan complicado tanto con correos privados como con el Correo Uruguayo. “Me gustaría que eso se solucionar­a para toda la gente que tiene emprendimi­entos porque somos un país súper creativo. Habría que darles un empujón y que nos represente­n en el mundo”, proclama.

Mientras tanto ella agradece que los rosarios hayan cambiado su mundo. “Siempre trabajé de forma muy exigente y a esta altura de mi vida lo que quiero es disfrutar de mis tiempos, que están alucinante­s”, remarca esta madre de cuatro hijos de 26, 24, 22 y 13 años. “Siempre fui muy estructura­da y la vida me ha llevado a decir ‘empecemos a fluir más, que está bueno.’ Te abre la cabeza porque ves experienci­as tan diferentes y gente toda espiritual, que es lo que rescato de todo esto. Para mí fue inventarme de vuelta después de tantos años, me encanta lo que hago y lo agradezco”, concluye.

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