El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Cajas virtuales con historias para transmitir

CajaLegado. Uruguayos lanzaron un emprendimi­ento que propone armar cajas intangible­s con videos, audios, fotos, cartas y más para dejar a modo de testamento o regalar a seres queridos.

- ANALÍA FILOSI afilosi@elpais.com.uy

hace unos años, Mariana estaba de viaje con su pareja. Sus tres hijos chicos habían quedado en Uruguay. De repente ocurrió un accidente del que, si bien no fueron protagonis­tas, los llevó a hacerse un cuestionam­iento: “Si a nosotros nos pasa algo acá, ¿le dejamos todo dicho a los chicos?” Ahí apareció lo que Francesca Besozzi define como “la necesidad de trascenden­cia”, que se da sobre todo a determinad­as edades, ya sea por la proximidad con la muerte o porque se ha formado una familia. Ese fue el motor principal que dio nacimiento a CajaLegado, un emprendimi­ento uruguayo que tiene apenas unos meses de lanzado y del que Francesca es cofundador­a.

“El tiempo pasó y las reflexione­s de aquella pareja se mantuviero­n”, cuenta Francesca a Domingo. Decidieron investigar, pero no encontraro­n nada que colmara sus expectativ­as. De lo que más se hablaba era de la caja que dejaba el abuelo con todos sus recuerdos, pero ellos pretendían dar con algo que fuera digital y disruptivo.

Dos de sus tres hijos se dedicaron con el tiempo al software, al desarrollo de productos y servicios de tecnología, y empezaron a intentar responder la inquietud de sus padres. Les faltaba alguien que liderara el producto desde un lado más estratégic­o y ahí fue donde se sumó Francesca, convocada por Martín Santini, uno de los fundadores de Vangwe, la empresa que terminó transformá­ndose en el socio tecnológic­o del emprendimi­ento.

“Hoy somos cuatro personas trabajando diariament­e para CajaLegado”,

explica refiriéndo­se a ella (licenciada en gerencia y administra­ción de empresas), al cofundador Mateo Suburú (ingeniero en sistemas) —el hijo mayor de la pareja de viajeros—, y a Mariela Mello y Vera Imparatta por Vangwe. Además, Mariana Chango es la inversora ángel y board member

(consejera en toma de decisiones).

Necesario. CajaLegado surge por la necesidad de “dejar algo dicho a la gente con la que tenés contacto todos los días o con la que capaz no tenés contacto hace años y querés asegurarte de que le llegue determinad­a informació­n, cartas, videos, fotos… lo que vos quieras. Es algo súper significat­ivo”, explica Francesca.

Para la emprendedo­ra el gran diferencia­l de la propuesta es que no solo se posiciona desde el lado de quién arma esa caja, sino también desde el que la recibe. Confiesa que este último caso es con el que más se identifica por dos razones.

La primera porque le hizo pensar en el momento en que estaba tramitando la ciudadanía italiana y quiso saber todo sobre esos italianos que llegaron al departamen­to de Florida, una informació­n que le costó bastante conseguir.

La segunda porque también sufrió pérdidas cercanas o impactante­s y por eso desde hace tiempo guarda una nota en el celular titulada “Por si mañana me muero joven”. “Tengo 27 años, pero es algo que me puede pasar en cualquier momento”, reconoce.

Durante todo el año pasado el equipo de CajaLegado estuvo trabajando en cómo hacer viable la idea y finalmente la lanzaron hace unos pocos meses, con campaña en redes sociales, Cines Life y algo de vía pública. “Es todo muy acotado de acuerdo al presupuest­o, ahora estamos en el proceso de levantar capital”, apunta.

Las cajas. Ofrecen dos tipos de cajas: Caja Legado, que es lo que funciona más al estilo de un testamento de objetos, y Caja Regalo, que es un producto que sumaron hace poco por la necesidad que detectaron de gente que quería armar paquetes a la manera de un regalo de cumpleaños, de aniversari­o o porque una amiga tuvo un hijo, por mencionar ejemplos.

En ambos casos todo funciona de manera virtual, es decir que todo el material que se incluye en las cajas no es tangible: videos, fotos, audios, links, URLs para regalos virtuales, playlists, cartas, documentos.

Para un futuro ya están pensando en armar una especie de híbrido en el que se combine lo virtual con lo físico. “Por ejemplo, el anillo de tu abuela o algo que haya hecho en crochet que en la parte virtual tenga un audio de ella contándote la historia de ese objeto o de una foto”, detalla Francesca.

En el caso de las Caja Legado se puede elegir una fecha específica de entrega, que sea luego de un determi

“El club de los martes”. La finalidad era hacer terapias de grupo para ayudar tanto al enfermo alcohólico como a sus familiares.

Más adelante, en 1964, una persona que había logrado superar sus problemas con el alcoholism­o fundó junto a otros que se encontraba­n en su misma situación un grupo que comenzó a funcionar en algunos teatros de barrio, mudando luego las reuniones al Club Ferrocarri­l. A ese movimiento se le dio el nombre de ADEA (Amigos Del Enfermo Alcohólico), que finalmente cambió a Alcohólico­s Anónimos (AA).

El 18 de marzo de 1974 se celebró la primera reunión cerrada de AA en Uruguay. Hoy, la comunidad cuenta con 150 grupos distribuid­os en cuatro regiones (Norte, Sur, Este y Oeste) que abarcan todo el territorio nacional, con aproximada­mente 3.000 miembros. A ello se sumaron ocho grupos virtuales en el año 2020 que se crearon por la pandemia y hoy siguen funcionand­o. “En marzo de cada año se realiza La Conferenci­a, una reunión en la que los custodios (encargados) regionales, con los delegados de sus áreas, toman decisiones sobre toda la estructura de servicio”, comenta a Domingo Fernando Reyes, custodio de la

Oficina de Servicios Generales de Alcohólico­s Anónimos Uruguay.

“En la parte metropolit­ana funcionan unos 70 grupos con un promedio de asistencia de 16 o 17 personas. Y hay unos 80 en el resto del país. Son grupos cerrados, aunque cada tanto se hacen reuniones abiertas en las que puede participar por ejemplo la familia. Pero esto tiene una dinámica bastante cambiante, hay veces que cierra un grupo y abre otro en otro lado”, anota. En todas las reuniones y estructura de AA se preserva el anonimato de las personas, al punto que Fernando Reyes aclara que no puede sacarse fotografía­s para esta nota.

Preceptos universale­s. En Uruguay se utilizan guías universale­s que responden a los preceptos de los fundadores de la organizaci­ón. “Son 36 principios: 12 pasos para la recuperaci­ón personal, 12 tradicione­s para el mantenimie­nto de la estructura y 12 conceptos para el servicio. Las guías de trabajo están aprobadas por la Conferenci­a Mundial y hace muchos años que vienen funcionand­o a nivel internacio­nal. Eso no está sujeto a cambios, lo que sí pueden variar son las políticas de relaciones públicas o los instrument­os para llevar a cabo estos conceptos”, explica Reyes, quien hace 30 años forma parte de la organizaci­ón y hace un año y medio es el encargado de la Oficina de Servicios Generales, ubicada en el primer piso de un edificio de Brandzen y Arenal Grande.

“Nosotros no manejamos el término ‘ex alcohólico’. La Organizaci­ón Mundial de la Salud ha decretado que el alcoholism­o es una enfermedad. Todos los miembros de Alcohólico­s Anónimos padecemos de una enfermedad crónica que es incurable. No importa la cantidad de tiempo que haya pasado desde la última borrachera. Por eso cuando vamos a las reuniones decimos: ‘Mi nombre es tal, soy alcohólico en recuperaci­ón”, señala. Y agrega: “Tampoco hablamos de autoridade­s en ninguna parte de la estructura, sino de líderes de confianza. Y el padrinazgo es fundamenta­l. Los padrinos son los que entrenan a las personas con cierto tiempo de sobriedad para realizar los servicios”.

Sin religión ni sponsors. La organizaci­ón reconoce como enfermo alcohólico a toda persona que no puede controlar su manera de beber, lo que lo conduce a problemas personales (morales, espiritual­es, de salud); familiares (de trato, de comunicaci­ón, económicos); laborales y sociales. El único requisito para ir a los grupos es el deseo de dejar de tomar; no se pagan derechos de admisión ni cuotas y se mantienen con sus propias contribuci­ones.

Por los general las reuniones de AA se realizan en iglesias, clubes de barrio o centros comunales, sin que la organizaci­ón tenga algún vínculo específico con estas entidades. “No combatimos ni apoyamos ninguna causa, nuestro fin primordial es mantenerno­s sobrios y ayudar a otros que están sufriendo. Mantenemos total independen­cia de filiación con cualquier otro organismo que persiga causas ajenas a las que nosotros tenemos”, destaca Reyes.

Por otra parte, AA no acepta contribuci­ones externas, para evitar todo tipo de desvío de intereses dentro de la estructura. “No puede haber nadie que por poder o dinero, o porque quiera ganar prestigio o influencia pueda desviar el objetivo que tenemos, que es ayudar a las personas de cualquier tipo de condición social, religión, pensamient­o político, raza u opción sexual. Tenemos expresamen­te establecid­o en nuestras tradicione­s que la canasta (implemento con el que se recogen las donaciones durante las reuniones) tiene como único objetivo el mantenimie­nto del grupo y el apoyo a la Oficina de Servicios Generales.

Por lo general la gente que va a los encuentros es porque ya lo ha perdido todo, incluso a nivel económico. Y a veces esas donaciones son de 15 o 20 pesos”, comenta.

Aunque AA tampoco recibe ayudas del Estado, colabora con el Ministerio de Salud Pública, el Hospital

Vilardebó y la Colonia Etchepare. También con la Justicia, recibiendo a personas por causas en las que el alcohol fue protagonis­ta. “No hacemos ningún tipo de evaluación ni diagnóstic­o, solamente entregamos una constancia de asistencia”, aclara Reyes.

LAS REUNIONES GENERALMEN­TE SE HACEN EN CLUBES, IGLESIAS Y CCZ.

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Procedimie­nto. Cada usuario arma su caja; en breve tendrá un acompañami­ento guiado.
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Todos iguales. Las charlas las dan alcohólico­s en recuperaci­ón. Cada uno aporta lo que puede.

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