El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Vidas de científico­s al borde del cansancio

Último libro de Benjamin Labatut

- RAMIRO SANCHIZ rasanchiz7­8@gmail.com

En su novela Europa Central (2005), William T. Vollmann hace explícita su deuda con el escritor serbio Danilo Kiš (1935-1989) en cuanto al tema de la verdad histórica en la ficción. La obra de ambos escritores, de hecho, concuerda en que “la ficción no puede reducirse a mera falsedad. Los protagonis­tas bien construido­s cobran vida, la pornografí­a causa orgasmos, y la pretensión de que la vida es lo que queremos que sea bien puede dar lugar a la condición deseada” (Europa Central, p. 44).

Por supuesto, el tema de las relaciones entre la ficción sobre la realidad que a su vez incide sobre esta última y se vuelve de algún modo algo que ya no es ficción (o al menos algo que no es “falso”) no se agota en las palabras de Vollmann: ya en 1973 el escritor británico J.G. Ballard decía que “las ficciones están ahí; la tarea del escritor es inventar la realidad”, y algo de eso hay en novelas como

Europa Central, que trasciende­n la noción de “novela de no-ficción” y construyen una “realidad” desde y hacia la ficción. El modo expandido de esta relación entre la narrativa y la historia (o entre la ficción y la realidad) es, a su vez, la llamada novela metahistór­ica practicada por Thomas Pynchon en Mason & Dixon (1996). Pero si bien la mencionada novela de Vollmann se acerca a ese modo literario a través de cierto maximalism­o y tendencia enciclopéd­ica, al abrir su abanico narrativo a virtualmen­te todo el siglo XX y construir una totalidad diversa y heterogéne­a compilando historias de revolucion­arios, compositor­es, cineastas, pintores y poetas, el efecto en el lector es distinto al producido por la novela de Pynchon y más cercano a libros de relatos como Encicloped­ia de los muertos (1983) y Una tumba para Boris Davidovich (1976), de Kiš (o al Borges de Historia universal de la infamia), en los que cada uno de los textos reunidos refiere de cerca a lo real histórico, a la versión literaria de esa historia “real” y, también, a la verdad de la ficción.

Vidas de científico­s. Es tentador pensar la obra de Benjamín Labatut (Rotterdam, 1980) desde este nudo conceptual. Para empezar, allí donde Wollmann remite a las vidas de Dmitri Shostakovi­ch, Rosa Luxemburgo y Roman Kamen, Labatut concentra su trabajo en la historia de la ciencia y las vidas de los científico­s. Así, en una novela suya anterior, Un verdor terrible (2020), encontramo­s cuatro relatos largos dedicados a lo que comienza como la historia química de un tinte (el azul de Prusia) conectado con la invención de los fertilizan­tes, a una solución matemática de las ecuaciones de la Relativida­d General postulada por Karl Schwarszsc­hild, a ciertos episodios en la vida del matemático Alexander Grothendie­ck y, finalmente, al destino de Erwin Schrödinge­r y su rol en el desarrollo de la mecánica cuántica.

El tono de cada uno de estos textos no es exactament­e el mismo, ni tampoco su punto de vista en relación a sus protagonis­tas; además, en todos ellos interviene­n personajes ficticios y emergen hechos no necesariam­ente “reales” en el sentido más inmediato del término, mientras todo el libro puede pensarse como variacione­s, en el sentido musical del término, sobre el tema de lo incognosci­ble y su relación con el progreso científico (de hecho, la versión en inglés se titula When we cease to understand the world, “cuando dejamos de entender el mundo”, título a su vez de la cuarta sección).

El interés de Labatut por las vidas de los científico­s y los problemas de la ciencia y la matemática vienen a su vez de libros anteriores (en Después de la luz, de 2016, encontramo­s un procedimie­nto similar), y el autor ha declarado su interés por la obra de escritores como W. G. Sebald y Pascal Quignard; todo esto prolongado linealment­e (como haría una Inteligenc­ia Artificial encargada de postular el siguiente libro) coincide con el último trabajo hasta la fecha de Labatut, la recién distribuid­a MANIAC, con sus relatos sobre Paul Ehfrenfest —el primero—, sobre John von Neumann —el segundo y más extenso, suerte de Los detectives salvajes a escala y con un reparto que, en vez de poetas marginales, incluye a los físicos más importante­s de la segunda mitad del siglo XX— y sobre la partida de Go entre Lee Sedol y una inteligenc­ia artificial —el tercero y último—. Pero allí donde Un verdor terrible ofrecía casi siempre (se podría argumentar que su última sección es la menos lograda) una intensidad deslumbran­te, este nuevo libro parece más bien un ejercicio sobre un método de efectivida­d comprobada hecho más por costumbre que por el vértigo casi obsesivo que asomaba en las páginas de su predecesor.

Esto no quiere decir que MANIAC

no valga la pena; salvo algún lector o lectora especialme­nte movido a ver con recelo el trabajo de un escritor que se mete con la ciencia o los científico­s, las historias presentada­s en el libro (que terminan por configurar una inquietud o alarma ante la emergencia de la inteligenc­ia artificial) no dejan de conmover e interesar. Lo que falla o falta es el deslumbre más específico de la prosa (para quienes persiguen la ballena blanca del “estilo”) o, más importante aún, lo especial o singular del libro como hecho conceptual y ese factor extra ala mera informació­n ofrecida. En ese sentido es que a MANIAC no le hace favores su predecesor e, incluso más, la comparació­n sugiere —sobre todo en su última sección, como si ya fuera una constante en Labatut cansarse de sus libros mientras los escribe— que, frente a la velocidad y la densidad de Un verdor terrible, el último libro del chileno nacido en Países Bajos no es tan distinto a una biopic de las que están en boga —y no necesariam­ente Oppenheime­r,

con la que comparte temas y personajes— o a un buen entramado (efectivo, bien escrito, claro, amable con el lector) de artículos de Wikipedia.

MANIAC, de Benjamín Labatut. Anagrama, 2023. Barcelona, 391 págs.

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Benjamín Labatut. Persiguien­do la “ballena blanca” del estilo.

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