El Pais (Uruguay) - Revista domingo

“No descarto en absoluto dedicarme a la política”

- MARIEL VARELA mvarela@elpais.com.uy

su patio para jugar fue sencillame­nte el pueblo entero. Martín Lees se crio entre canchas de baby fútbol, campitos, plazas y escapadas al río para pescar. Jugaba al fútbol hasta que la pelota no se veía y solo paraba para ir a merendar: la hora de la leche era sagrada en su casa. Vivió en Cardal solo hasta los 10 años pero su barra de amigos es de ese pueblito floridense de mil habitantes —desde el grupo de WhatsApp Los pibes de Cardal organizan idas al monte y asados—, así como los entrañable­s recuerdos de una infancia segura y repleta de espacios para divertirse.

Pudo haber sido futbolista en vez de periodista pero llegó hasta la tercera de Wanderers —allí compartió plantel con Enzo Francescol­i: “Era él y diez más”, elogia— y abandonó la carrera. “Me casé muy joven, fui papá con 19 años y había que arrancar para las ocho horas”, asegura. Su mayor frustració­n, sin embargo, no es no haber sido profesiona­l del balón, sino no haber podido jugar en el 19 de Abril de Cardal, su cuadro del alma (aunque es hincha de Peñarol).

Siempre que puede se da una vuelta por el pago, sobre todo en octubre, con la excusa de asistir a la Fiesta Nacional de la Leche, y visitar a sus tíos. Si bien no va todo lo que le gustaría, tiene siempre en la punta de la lengua una anécdota de Cardal para contar y se le infla el pecho cada vez que habla de la capital tambera.

El mejor ejemplo de ello fue la vez que viajó al Vaticano junto al ex presidente Tabaré Vázquez y otros colegas periodista­s y aprovechó el mano a mano con el Papa Francisco para hablarle de este pueblo conocido en el mundo por ser el sitio donde se inauguró el Plan Ceibal, más precisamen­te en la escuela Italia N° 24, de la que Lees es ex alumno.

“Nos habían dicho que no podíamos tener más de diez segundos de contacto con el Papa y yo los utilicé para contarle que venía del pueblo donde nació el Plan Ceibal. Y él me dice ‘estuvimos hablando con Tabaré de la computador­a por niño en las escuelas’. Fue un momento muy importante para mí donde pude nombrarle a mi pueblito”, relata emocionado a Domingo.

El pasado 19 de marzo anunció en X (ex Twitter) que se jubilaba a los 61 años, después de 44 años, seis meses y 16 días de aportes al BPS, una difícil decisión que venía procesando hacía tiempo: en la última transmisió­n electoral que hizo para Canal 10 publicó en redes una foto suya que decía The last dance (El último baile). Por estos días se enorgullec­e de las muestras de afecto recibidas —“no me creía que era un referente de las crónicas parlamenta­rias hasta ahora que veo que alguna huella quedó por la devolución que hacen mis colegas”, confiesa— y aunque procura bajar los decibeles y disfrutar de los amaneceres en su campo en Colorado (a cinco kilómetros de Las Piedras), asegura que no quiere perder el tiempo y cuenta un par de proyectos que tiene entre manos.

Entre sus planes está el deseo de recolectar anécdotas y vivencias de personajes destacados de Cardal: “Me gustaría usar mi tiempo libre en sistematiz­arlas, quizás en un libro, para hacer un aporte al conocimien­to de esa gente que hizo historia en el pueblo y quedó en la memoria de algunos, para que no desaparezc­a”, dice.

Es íntimo amigo de Marcos Carámbula y durante su gestión dio un paso al costado en Canal 10 para acompañarl­o y asumió como director de comunicaci­ones de la Intendenci­a de Canelones, un cargo de absoluta confianza. Hoy, ya jubilado y lejos de la rutina, deja abierta la chance de volver a la política.

“No descarto en absoluto dedicarme a la política. Aunque ahora quiero bajar la pelota y disfrutar del cariño que recibo”, declara. Si bien se define como “políticame­nte independie­nte”, confiesa ser batllista y sentirse más cercano a la izquierda: “Me he sentido como ciudadano más identifica­do con los proyectos y propuestas de izquierda que del propio Partido Colorado, sin renunciar jamás a la ideología batllista. En esta etapa de mi vida y abrazando causas que me identifica­n con lo social y popular me siento más afín”.

Cronología. Nació hace 61 años en 25 de Mayo (Florida) y se crio en

Cardal. Su padre trabajaba en la estación de servicio del pueblo, su madre era ama de casa y se dedicó a cuidar de él y sus dos hermanos, que hoy viven en Estados Unidos. Cuando Martín cumplió 10 años, su padre decidió que era hora de dejar el pueblo atrás y mudarse a Las Piedras.

“Mi viejo estaba convencido de que si nos quedábamos ahí el destino que íbamos a tener era trabajar en un tambo. Para estudiar teníamos que tomar un tren para ir a Florida o Santa Lucía. Quería acercarnos a las posibilida­des de estudio y el sacrificio lo hizo él porque dejó su trabajo y consiguió uno en otra estación”, relata.

Coincidió que frente a su casa de Las Piedras vivía un tal Héctor Pérez

Ramírez, que era relator de Radio Canelones en el Éter (hoy Radio Cristal) y, además, tenía una red de parlantes ubicada sobre las dos principale­s avenidas de la ciudad, por la que se pasaban avisos de los comercios de la zona y música.

“Él necesitaba a alguien para leer los avisos y poner la música, me hizo una prueba, entré a la radio y nunca más salí”, cuenta sobre aquel ingreso cuasi accidental a los medios.

Se hizo cargo de las coberturas deportivas, y en el ínterin, con 20 años, decidió terminar el liceo y empezó a jugar en Villanueva, un cuadro de la liga* canaria: “Me servía porque cobraba por jugar y complement­aba mi sueldo en la radio”, dice quien ya era padre de Gerardo. Hoy tiene cinco hijos más (Alejandro, Valentina, Agustina, María Paz y Renzo) y cuatro nietas.

En 1984 entró a El Espectador y poco después, al diario La Mañana, donde se contactó con Emiliano Cotelo que lo llevó a Emisora del Palacio. Allí estuvo hasta 1991, cuando surgió la chance de entrar a Canal 10.

Inflexión. El 2005 fue un punto de quiebre en la vida de Lees. Es muy amigo de Marcos Carámbula, se conocen de Las Piedras y era uno de los que le auguraba el triunfo en la intendenci­a canaria porque percibía el respaldo que tenía en la ciudad.

“Él decía ‘quiero saber qué van a hacer mis amigos si un día llego a ser intendente.’ Y así fue. Llegó a la intendenci­a y me dijo ‘¿y ahora?, ¿me van a dejar solo acá?’ Ahí dejé el canal y la radio para ser director de comunicaci­ones de la Intendenci­a de Canelones. Yo no venía del palo de la militancia, era un cargo de confianza y además fue el primero que designó porque entendía que era una función muy importante”, recuerda.

Muchos considerar­on que estaba loco por dejar su empleo en los medios: “Fue una decisión en un momento muy difícil (dos días antes de esa elección falleció mi esposa) que nadie entendía, menos la dirección del canal: no podían

“No quisiera dilapidar el tiempo, quiero seguir activo”.

creer, decían que me tranquiliz­ara, que lo pensara. Me di cuenta de que venía de cambio la mano y dije ‘vamos a pegar un golpe de timón grande a la vida’ y arranque para ahí”, rememora.

Su vuelta a Canal 10, asegura, se dio gracias a la generosida­d de Jorge De Feo: “Confió ciegamente en mí. No era fácil para el director de un canal traer de nuevo a un periodista que se había ido a trabajar a un cargo de confianza en un gobierno de izquierda”.

Vida nueva. Tomar la decisión de jubilarse no fue sencilla: al amor por la profesión se sumaba que dejaba dos buenos sueldos, pero ya en la elección nacional pasada supo que sería la última para él y lo maduró de a poco. Al cumplir 60 fue a hablar con las autoridade­s del canal para decirles que estaba en condicione­s de irse, pero le pidieron que aguantara un poco más. Esperó un año y sintió que era un ciclo cumplido: “El desgaste en la calle es mayor que en el estudio. Veía que cada cobertura se repetía”, indica.

Jamás se desenchufó de la agenda diaria (ni siquiera en vacaciones) y sigue pendiente de las noticias. Extraña el contacto con sus compañeros y las idas al Parlamento, pero heredó de su madre la capacidad de adaptarse rápido a las situacione­s nuevas y en eso está.

Hizo el duelo y está enfocado en encarar una nueva etapa que le permita dedicar más tiempo a su familia, hacer ejercicio y disfrutar de su pasión por el turf : comparte una yegua con amigos y una potranca recién nacida.

Quiere sorprender­se con lo que pueda ocurrir sin estar atado a ninguna rutina. “Lo que no quisiera es dilapidar el tiempo. Quiero seguir haciendo cosas pero tomarlo con calma. Tengo miedo a la tranquilid­ad de la comodidad. Lo que quede lo voy a vivir con la mayor intensidad que me dé el físico. Como leí por ahí: 'No me fui, estoy llegando'”, reflexiona.

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