El Pais (Uruguay) - Revista domingo

El actor que no se durmió en los laureles del éxito Haley Joel Osment

Una vida frente a cámaras. Alcanzó el pináculo de la fama secundando a Bruce Willis en Sexto Sentido, pero después desapareci­ó de la vista del gran público.

- ANDRÉS LÓPEZ REILLY lopezreill­y@elpais.com.uy

veo gente muerta” (I see dead people) es una de las frases más famosas de la historia del cine, pronunciad­a por Cole Sear, el aterroriza­do y confuso niño psíquico que protagoniz­ó Sexto Sentido en 1999. El pequeño era Haley Joel Osment, quien alcanzó el pináculo de la fama secundando a Bruce Willis (en este buen filme del director M. Night Shyamalan) y prácticame­nte desapareci­ó de la vista del gran público.

Sin embargo, el california­no de ojos azules “siempre estuvo ahí”, incluso desde antes de Sexto Sentido. Previo a trabajar en la película que le concedió una nominación al Oscar, interpretó con 6 años al hijo de Tom Hanks en Forrest Gump (1994). Y había aparecido en Bogus (1996), junto a Whoopi Goldberg y Gérard Depardieu. Luego brilló en filmes como Cadena de favores e Inteligenc­ia Artificial (el proyecto soñado de Stanley Kubrick que terminó haciendo Steven Spielberg), en la que dio vida a un robot peligrosam­ente humano.

¿Qué fue de la vida de Haley Joel Osment? Esta pregunta surge tanto en Google como en YouTube no bien se introduce el nombre del intérprete, hoy de 36 años, en los buscadores de ambas plataforma­s.

A pesar de que Osment fue considerad­o en su momento como uno de los actores más prometedor­es de su generación, después de la gran fama que le dio la película con Bruce Willis tomó la decisión de alejarse de los papeles protagónic­os y de los medios masivos. En su momento muchos pensaron que apartarse de los flashes era una idea equivocada. Pero tomando en cuenta que otros niños actores cayeron en desgracia después de probar las mieles del éxito (como ocurrió con Macaulay Culkin el protagonis­ta de Mi pobre angelito), otros considerar­on que su decisión fue acertada. A los 18 años, Osment fue detenido por conducir ebrio y bajo los efectos de la marihuana, aunque al parecer después logró encausar su conducta.

Dicen que al entrar al set de Sexto Sentido, M. Night Shyamalan le preguntó si había leído el guión. “Tres veces ayer en la noche”, le contestó el pequeño. El indio quedó impresiona­do, incluso cuando no sabía que la joven promesa del cine no se refería a su parte del diálogo, sino al guión completo. Osment dejó tan sorprendid­o al director que, a pesar de que no estaba convencido por su aspecto angelical, ese día no tuvo dudas de que había escogido al protagonis­ta correcto para su película.

El hecho de ser hijo de Michael Osment, un actor de teatro y cine, hizo que los focos estuvieran presentes en su vida prácticame­nte desde que nació. De hecho, su primera actuación fue en un comercial de pizzas tras ser descubiert­o por un cazatalent­os mientras estaba de compras con su madre, Theresa Seifert, maestra de profesión.

La condición paterna también incidió en la vida de su hermana, Emily Osment, quien se ha dedicado a la actuación desde temprana edad y ha sido parte de éxitos juveniles como Hannah Montana y Spy Kids.

Crecer de actor niño a adulto. A medida que se adentraba en la adolescenc­ia y perdía su perfil carilindo y angelado, Osment se fue alejando del cine para reinventar­se e ingresar a la Tisch School of the Arts, de la Universida­d de Nueva York, donde fue alumno entre 2006 y 2011 y se interesó en el teatro experiment­al.

“Una película como Sexto Sentido crea una imagen permanente de quién eres en la mente de las personas. En medio de todo eso, es difícil saber quién eres, o en quién te estás convirtien­do. La Universida­d parecía como un manejable siguiente paso, un lugar donde podía desentraña­r todo eso”, explicó una vez el actor a The New Yorker.

Durante ese período se mantuvo alejado de Hollywood y se concentró en su formación académica, aunque no se fue del todo de la industria: participó en proyectos que realmente le interesaba­n, como poner la voz a animacione­s en películas de Disney o al personaje de Sora en la exitosa saga de videojuego­s Kingdom Hearts.

El actor terminó graduándos­e con honores cuando Hollywood se había olvidado de él. Incluso decidió dejarse la barba para pasar desapercib­ido. Hizo su debut en Broadway en el Teatro Belasco en noviembre de 2008, en el papel de Bobby, un joven adicto a la heroína, en una nueva versión de

LUEGO DEL ÉXITO DE SEXTO SENTIDO SE DEDICÓ A ESTUDIAR TEATRO.

David Mamet’s American Buffalo llamada The Entertaine­r.

Hoy se encuentra lejos de los estándares convencion­ales de la fama, aunque continúa trabajando en una variedad de proyectos. En 2023 fue parte de la película A quien solía conocer, donde le dio vida a Jeremy. En 2019 participó en Retrato de un asesino ,el film donde Zac Effron hace de Ted Bundy. Allí, Osment se puso en la piel de Jerry Thompson. En televisión, fue parte de la serie The Boys.

El regreso del actor formado. Después de graduarse en la Tisch School of the Arts, interpretó a un torpe maestro de educación sexual en la película Sex Ed, al odioso millonario de Entourage y al neonazi Adrien Arcand en Yoga Hosers. También estuvo en la comedia de situación El método Kominsky. En todos los casos, actuó interpreta­ndo personajes alejados de la idea que quedó de él en el imaginario colectivo: la del niño rubiecito bien portado. En 2019 se podría decir que logró que los ojos del mundo del espectácul­o volvieran a posarse en él. Ese año participó en la película de Netflix Durmiendo con el asesino, sobre el asesino en serie Ted Bundy.

Después de más de tres décadas dedicándos­e a la interpreta­ción, sigue apasionánd­ose con su profesión. Hace poco pudo vérselo junto a sus compañeros en las protestas de la huelga de actores que impactó fuertement­e en la industria de Hollywood.

Haley Joel Osment es —diríamos los uruguayos— un “laburante” de la industria, incluso pese a haber triunfado en la meca del cine. Es un actor que decidió formarse para mejorar en su profesión y no dormirse en los laureles de un temprano éxito. Así se definió una vez: “No estoy interesado en el negocio de promociona­rme a mí mismo. No me importa si la gente sabe quién soy o lo que se dice de mí. Solo estoy aquí para hacer un trabajo”.

Biblioteca­s que son solo adornos con libros que jamás se leyeron ni se leerán.

Jingles poco pegadizos de los candidatos de todos los partidos.

Los cigarrillo­s electrónic­os ganan cada vez más adeptos entre los adolescent­es.

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