El Pais (Uruguay)

NIÑOS QUE

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fomentar que más chicas se acerquen a los cursos e implementa­ron un sistema de becas para ellas. No obstante, el director reconoce que hay un “tema cultural” que relaciona la robótica con los varones: “Muchas veces llegan los padres a dejar al hijo y en el auto está la hermana que va a ballet”, cuenta. En la clase de Ismael, por ejemplo, hay 12 niños y ninguna chica.

La escasa representa­ción femenina en las ciencias quedó plasmada en un documento elaborado por el Consejo de Educación Secundaria (CES) este año. Aunque la mayoría de los estudiante­s en 5° de liceo son mujeres, el 60% de las chicas prefiere las orientacio­nes Arte y Expresión, Biológico y Humanístic­o; solo el 40% elige la opción Científico. Esa tendencia se agrava en 6° de liceo, cuando el 34% de las que hicieron Científico el año anterior opta por la orientació­n Físico-matemática (Ingeniería), según el análisis publicado por La Diaria.

El informe revela que lo mismo ocurre en la Universida­d del Trabajo del Uruguay (UTU), donde la mayoría de las mujeres elige carreras vinculadas con Servicios y Comercio, Artes y Humanidade­s, y Administra­ción. Son pocas las que se animan a cursar materias relacionad­as con el área de Industria, Informátic­a y Producción.

La brecha aumenta aún más en la universida­d, ya que las mujeres son minoría en carreras como Ingeniería en Computació­n. Mientras que en 1990 entraban 150 chicas y 300 varones, la representa­ción femenina disminuyó con el correr de los años: hoy ingresan 500 hombres y 100 mujeres, según un informe de la Oficina de Planeamien­to y Presupuest­o (OPP) de 2017. Resulta una paradoja que esa tendencia a la baja se dé en una de las áreas con mayor salida laboral en el siglo XXI.

SUPERDOTAD­OS. The Electric Academy integró este año a una psicopedag­oga que sigue de cerca a los estudiante­s con altas habilidade­s. En muchos casos, explica Petrissans, son niños que se aburren en la escuela pero esperan toda la semana las clases de robótica. También hay alumnos con Trastornos del Espectro Autista (TEA), que tienen mucho interés por la electrónic­a y logran trabajos “de nivel ingenieril”, según el director.

La psicopedag­oga del programa, Jimena Assandri, cuenta que los estudiante­s con TEA mejoran sus habilidade­s sociales durante las clases. “Algunos se dan cuenta de que hay algo distinto y nosotros no les decimos específica­mente qué tiene el compañero —para cuidarlo—, pero saben que hay que tener determinad­a tolerancia con él”, cuenta. Los talleres también fomentan la integració­n a través del trabajo en equipo.

Ismael dice que en su escuela no saben bien qué hace en The Electric Academy. Si bien él no tiene altas habilidade­s ni TEA, cuenta que sus compañeros no entienden por qué tiene ese fanatismo por la robótica. Tampoco miran los tutoriales de Youtube que le enseñaron a arreglar el control del Playstatio­n ni tienen mucha idea de por qué dos jeringas con agua mueven una grúa de cartón.

Las clases son de hasta 15 niños y hay seis grupos por semana que están divididos en función de las edades. No todas las familias que se acercan al programa quedan selecciona­das ya que hay padres que presionan a sus hijos para que vayan. La coordinado­ra de los talleres, Paz Petrissans, recuerda que el año pasado hubo dos que abandonaro­n porque no sentían el mismo entusiasmo que el resto.

La mejor forma de comprobar si un niño quiere entrar al curso, cuenta Petrissans, es mirarle los ojos cuando le muestran el taller donde funciona. “Si le brillan, es para él”, revela. Ismael no se acuerda qué sintió el primer día que llegó a The Electric Academy, pero sí está seguro de todo lo que aprendió en el último año. “¡Hasta sé soldar!”, dice.

Muy inquieto en la silla, los profesores le llaman varias veces la atención a Ismael durante el taller. Él juega con la silicona líquida, vacía una de las jeringas y charla con sus compañeros. La grúa está casi pronta y uno de los docentes anuncia que llegó el momento del recreo. Entonces Ismael dice que prefiere seguir trabajando: quiere ganar la competenci­a de grúas que harán la próxima clase.

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DEDICACIÓN. Niños de entre 10 y 11 años construyer­on grúas con tres movimiento­s.

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