La estrategia de negociación con los “exóticos” japoneses
Steneri: “La primera inversión de UPM no hubiera venido si no era exitoso el canje”.
Era mayo de 2003 y Carlos Steneri emprendió viaje a Japón, donde había un grupo “pequeño en monto” de acreedores de la deuda uruguaya pero “estratégicos para lograr el canje”, al que debían adherir un 90% de los tenedores para que la operación se efectivizara. “Era una jurisdicción exótica y los japoneses no podían entender que no iban a cobrar el bono”, recuerda el asesor del gobierno, así como también que si no lograban “convencer a esa gente de que nos apoyara todo lo que habíamos hecho en Estados Unidos y Europa (con otros tenedores) no servía”.
Un libro de reciente publicación que conmemora los 50 años del Banco Central (BCU) —escrito por Ariel Banda, Julio de Brun, Juan Andrés Moraes y Gabriel Oddone— rememora que el 15 de mayo se realizó la asamblea de bonistas en Tokio y el agente fiscal en el país nipón (el Bank of Tokio-mitsubishi) le pidió a las autoridades uruguayas que alquilaran un teatro con capacidad para 3.000 personas. “Pocos minutos antes de la hora prefijada para el comienzo, unas pocas decenas de personas comenzaron a tomar asiento, varios de avanzada edad. Cuando se dio comienzo a la asamblea, poco más de 50 personas ocupaban el amplio local, pero hicieron sentir sus protestas ante la oferta”, relata el libro y destaca que Steneri y otros dos representantes del gobierno uruguayo “resistieron estoicamente los reproches”. En paralelo a la asamblea, los inversores institucionales de Japón eran seducidos para canjear los bonos, buscando así minimizar la influencia de los pequeños bonistas presentes en la asamblea.
La estrategia surtió efecto y finalmente la reestructura de los bonos Samurai (como se denominó a los títulos que Uruguay emitió bajo la legislación japonesa) fue aprobada por el 98% de los participantes de la asamblea, sumando otro grupo de bonistas al canje. “Fue la última negociación, pero la más importante”, analiza Steneri en retrospectiva.