El Pais (Uruguay)

La propina al mozo en tiempos de débito y “pin y verde”

¿Qué cambios llevó a la gastronomí­a la transforma­ción del sistema de pagos?

- MAYTE DE LEÓN

Cuando salen a comer y llega la cuenta, los uruguayos tienen un incentivo fuerte para pagar con una tarjeta de crédito o de débito. Si usan este plástico en lugar del efectivo, se les descontará­n nueve puntos del Impuesto al Valor Agregado (IVA) del consumo que realizaron.

Pese a que este beneficio tiene más de una década en el país —nació con un decreto del año 2005 para una serie de compras vinculadas al turismo, que incluía los servicios gastronómi­cos— el uso de estos medios de pago en los establecim­ientos gastronómi­cos despegó de la mano de la ley de inclusión financiera de 2014. Esta norma contempla un recorte menor al que se otorga en restoranes y bares —es de cuatro puntos si se usa débito—, pero sirvió para populariza­r el abandono paulatino del efectivo en este tipo de locales.

No existe informació­n específica disponible acerca de cómo creció el uso de estos instrument­os en la gastronomí­a, pero sí hay datos globales que dan cuenta de su avance.

El Índice de Pagos Electrónic­os vs. Tradiciona­les (IPET) llegó a 33 en el segundo semestre de 2017, es decir que por cada $ 100 abonados con medios tradiciona­les, se pagaron $ 33 con medios electrónic­os, según el Reporte Informativ­o Sistema de Pagos Minorista divulgado en febrero pasado por el Banco Central. Dos años atrás, eran $ 16 por cada $ 100.

La masificaci­ón de estos medios de pago en los establecim­ientos gastronómi­cos generó varios efectos. Uno de ellos está relacionad­o con las propinas que cobran sus trabajador­es. Estos empleados reciben cada vez menos efectivo en la mano y, por el contrario, escuchan más la pregunta “¿me puede agregar el servicio?” cuando llegan a la mesa con el POS al final de la comida.

El presidente del Sindicato Único Gastronómi­co y Hotelero del Uruguay, Jorge González, dijo a El País que el hecho de que la mayoría de las propinas ahora se realice con tarjetas es un “problema” que enfrentan los trabajador­es del sector. ¿Por qué? Si este pago se realiza en efectivo, el empleado se hace con él de manera inmediata. En cambio, si hay una tarjeta de por medio, se dilata la obtención del dinero.

En algunos casos, comentó González, hay comercios que se “quedan con esa propina durante un mes y los trabajador­es tienen que llevar anotado en un papel para que a fin de mes se la entregue”. El dirigente contó el caso de un mozo que se acercó al sindicato porque se le debían $ 28.000 solo de propina generada en un mes.

Es que, pese a que es “muy variable” cuánto pesan las propinas dentro de lo que gana un empleado gastronómi­co al final del mes, representa­n una porción importante. Esto depende de una serie de factores —tipo de establecim­iento, dónde está ubicado, entre otros—, pero puede oscilar entre $ 200 u $ 800 diarios, dijo González. “Hay boliches donde incide muchísimo la propina”, agregó.

Estos montos se disparan durante la temporada, sobre todo en Punta del Este. “No te hacés una idea, es un disparate”, dijo González. Allí se puede sacar una propina mensual de entre US$ 2.000 y US$ 3.000 “a las risas”.

Por su parte, Alberto Latarowski, directivo de la Asociación de Hoteles y Restaurant­es del Uruguay (AHRU), coincidió en que el incremento en el uso de plásticos ha generado algunos desafíos para el negocio. Esto porque las tarjetas tienen un plazo para abonar a los comerciant­es los consumos que se realizan con ellas —de 24 horas en el caso del débito y de unos tres días si se trata de crédito en modalidad al contado.

Si un cliente gastó $ 1.000 en la comida y dejó $ 100 de propina, relató Latarowski, el empresario tiene dos opciones: pagar la propina al trabajador esa misma noche o esperar a que la tarjeta efectúe el pago. En su caso —es propietari­o del restaurant­e Francis— eligió dar la propina a su personal al final de cada jornada. “Hay noches que empezás con $ 10.000 en la caja y los pagaste de propina, te quedaste con $ 1.000, para el comercio produce un falta de efectivo y le genera un problema financiero”, dijo.

Al igual que González, Latarowski destacó que la propina cumple un rol “súper importante” dentro de los ingresos de los trabajador­es del sector gastronómi­co. “Puede ser desde un sueldo a dos sueldos o más todavía”, ilustró. En su restaurant­e, ejemplific­ó, entre salario y propina en promedio los empleados rondan los $ 40.000 mensuales.

MODALIDAD. González indicó que está establecid­o en el convenio sonal de cocina y del bar, por ejemplo.

IMPUESTOS. ¿Cómo es el tratamient­o tributario que recibe la propina? No está gravada con IVA. “Es algo que el restaurant­e cobra y después se da media vuelta y se la da al empleado”, graficó la directora de PWC, Eliana Sartori.

La contadora —experta en tributació­n— explicó también que la ley N° 16.713 , que reformó el sistema de seguridad social en Uruguay, previó el tratamient­o tributario de las propinas por contribuci­ones especiales de seguridad social (ver aparte). En síntesis, lo que se estipuló es que se aporte un monto fijo —“no pagan sobre lo que efectivame­nte perciben”, dijo Sartori—, que equivale a tres Bases Fictas de Contribuci­ón, unos $ 3.063 actuales. “Esa es la base sobre la cual se aplican los aportes a la seguridad social” de los trabajador­es del rubro gastronómi­co, señaló.

El argumento detrás de esta decisión es que hay una “dificultad práctica para constatar cuánto recibe cada persona” por concepto de propinas, dijo Sartori, debido a que depende de un varios de factores.

La reforma tributaria de 2007 dispuso que esta misma fórmula se aplicara para el caso del Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Para considerar cuánto gana esa persona, además de su sueldo, se le agrega entonces ese ficto para determinar cuánto abonará por este tributo. recepcioni­stas, conserjes de establecim­ientos de hotelería en general; personal de pista de estaciones de servicios y lavado de vehículos; personal de gomerías; choferes de coches de taxímetros y remises; dependient­es de peluquería en general y salones de belleza y que prestan servicios directamen­te al público; porteros y acomodador­es de espectácul­os públicos; repartidor a domicilio de garrafas a supergas, bebidas, comidas y farmacias; mandaderos de reparto de correspond­encia; y maleteros del servicio de transporte colectivo de pasajeros nacional e internacio­nal”.

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Restaurant­e.

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