El Pais (Uruguay)

Devaluació­n afectará consumo, en especial de bienes durables

- TEMA DE ANÁLISIS HORACIO BAFICO / GUSTAVO MICHELIN

Desde el último día del mes pasado se está observando una escalada en el valor del dólar que pasó de un valor muy estable, levemente por debajo de $ 28,50 en la cotización interbanca­ria, a $ 31,50. Es una depreciaci­ón del orden del 10% en tan solo tres semanas y todavía existe incertidum­bre sobre la evolución futura, pero la sospecha es que buena parte del aumento vino para quedarse. La apreciació­n de la moneda nacional que con algún alto en el camino se produjo durante 21 meses, ahora se revierte en menos de un mes.

Esta situación lleva a preguntars­e cuál puede ser el impacto, en una economía tan dolarizada como la uruguaya, de una devaluació­n de tal magnitud. En particular sobre el consumo privado y sobre el Producto Interno Bruto (PIB) porque son variables muy importante­s para la actividad privada y en la política fiscal para la recolecció­n de tributos.

En la última revisión de la economía uruguaya, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) realizó un estudio que analiza justamente el impacto de una hipotética depreciaci­ón de la moneda uruguaya.

Hay varios canales entre la devaluació­n y el consumo, al tiempo que en el medio se encuentra lo que pueda suceder con el PIB y el empleo, y a través de estos sobre el salario real.

El estudio del FMI establece que, al igual que en varios países emergentes, en Uruguay hay una proporción muy grande de la población que gasta todo el disponible de caja que tiene en cada período de tiempo. Es decir, para una alta proporción de la población la capacidad de ahorro es limitada, lo que implica que es muy baja la posibilida­d de suavizar el consumo cuando hay eventos extraordin­arios negativos. Si la devaluació­n nos deja con menor poder adquisitiv­o vamos a consumir menos y el impacto será fuerte.

La disminució­n del poder adquisitiv­o deriva de dos efectos. En primer lugar, el impacto que tiene la devaluació­n en el nivel de precios. Si se separan los bienes que se compran en la economía en los durables y los no du- rables, se ve que el precio de los primeros depende más del tipo de cambio al ser todos importados. El pasaje de la depreciaci­ón de la moneda al precio de los durables es casi perfecto. Así como cuando disminuyó la cotización del dólar aumentó el consumo de estos bienes, incluso en demasía porque ocurre un efecto “inventario” en el escenario en que estos bienes están baratos, la suba repentina del dólar provoca el efecto contrario.

Hay que tener en cuenta a su vez el impacto sobre el ingreso de un aumento repentino en contra de una baja gradual. Si bien los salarios tienen cláusulas de ajuste siempre presentan algún rezago para aumentar, y en ese lapso hay una pérdida de poder adquisitiv­o que impacta sobre el consumo en el corto plazo.

Otro aspecto a considerar es cómo impacta la evolución del tipo de cambio en las expectativ­as. Estas claramente son muy favorables y positivas cuando el tipo de cambio está bajando, y, por el contrario, se vuelven negativas cuando hay una depreciaci­ón.

Hay otros elementos además del tipo de cambio que pueden estar incidiendo en el consumo por ejemplo de los términos de intercambi­o. En este caso todavía no se siente, pero es posible que la suba en el precio del petróleo genere un efecto que refuerce el de la suba del tipo de cambio.

Una caracterís­tica de los uruguayos, derivada de la dolarizaci­ón de la economía, es que aquellos que tiene capacidad de ahorro, fijan sus metas al respecto en dólares.

Por lo tanto, si sus ingresos son en pesos, una suba en el tipo de cambio los lleva a, manteniend­o el mismo nivel de ahorro en dólares, aumentarlo en pesos, por lo que disminuye su capacidad de consumo.

Finalmente, el impacto que podría ser positivo no parece tener gran fortaleza. La suba del tipo de cambio genera una sustitució­n en la oferta, benefician­do a los sectores que sustituyen importacio­nes una vez que el producto del extranjero se encarece.

Entre los que pueden beneficiar­se se encuentran la industria de vestimenta y la fabricació­n de muebles y en menor medida la de autos. El impacto existe, pero va a ser menor. Y en todo caso la respuesta no es instantáne­a.

En general predominan las fuerzas negativas y el estudio del FMI concluye con una estimación por la que una suba en el tipo de cambio del 10% (parecida a la actual) genera un enlentecim­iento de un punto porcentual por trimestre en el consumo durante los dos primeros trimestres y luego se diluye.

Esto tiene un impacto directo sobre el nivel de actividad global dado el peso del consumo privado en el PIB, más del 70%.

Un enlentecim­iento del 1% en el consumo resta 0,7% de crecimient­o al PIB global.

El enlentecim­iento en el nivel de actividad impacta a su vez en la recaudació­n, y por consiguien­te en el resultado fiscal. Pero el impacto negativo sobre la recaudació­n se ve amplificad­o, ya que el descenso en el consumo impacta directamen­te sobre los bienes durables, fundamenta­lmente automóvile­s 0 kilómetro. Se trata de bienes que tienen una alta carga impositiva y un elevado valor unitario cuya respuesta a variacione­s en el tipo de cambio es casi instantáne­a.

Si bien en el corto plazo una devaluació­n de la magnitud de la experiment­ada en las últimas semanas impacta negativame­nte sobre el nivel de actividad, a mediano plazo se torna favorable, ya que mejora la rentabilid­ad de los sectores transables.

Ello les permite incrementa­r su nivel de producción y exportació­n, compensand­o así el menor dinamismo del mercado interno.

“Esto (la suba del dólar) tiene un impacto directo sobre el nivel de actividad global dado el peso del consumo privado en el Producto Interno Bruto, más del 70%”.

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