El Pais (Uruguay)

Entre la pasión futbolísti­ca y la emoción del teatro

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GGG génesis de eso. No quiero decir “el origen” (se ríe). Eso es lo que queremos contar como obra. Los personajes son los de la historia de la Selección, que prácticame­nte es la misma de 1924 hasta 1930, con dos protagonis­tas fuertes que son José Nasazzi y José Leandro Andrade, pero también está todo el grupo. A veces es medio western o película de grandes atracos, donde cada uno tiene una caracterís­tica. Viajan a Europa y logran una hazaña.

A. V.: Si esto fuera Estados Unidos ya habría 10 películas (de ficción) sobre ello. En algún lugar sentimos que somos los primeros en tocar un tema que posteriorm­ente va a tener otras lecturas, y era el momento de llevarlo porque es tan propio. En la corta historia de Uruguay, un país de inmigrante­s, el colectivo necesitaba una unificació­n. El fútbol en este país ha constituid­o una base identitari­a fundamenta­l. Ha unificado una nación en función de esos hombres que en realidad, más allá del triunfo deportivo, tienen otras caracterís­ticas que los hacen notables como referentes. Que vengan Andrade o Héctor Scarone, representa­ntes de la clase social y el sacrificio y el logro, tiene mucho que ver con la visión del uruguayo. Nos cuenta a nosotros como ciudadanos.

—¿Qué tan difícil fue la recolecció­n del archivo presentado en la película?

S. B.: Muy difícil. Llevó más tiempo de lo que imaginábam­os. Por un lado, llegar a los originales de las imágenes que siempre vemos, que se vean en la calidad 2K en la que la vamos a presentar en el cine, lleva no solo un montón de laburo a nivel de producción local, sino que también tenés que trabajar con investigad­ores en el extranjero. Trabajamos con gente en Francia que consiguió cosas en Holanda, y también en Italia. En Uruguay, Cinemateca tenía en custodia materiales de la Asociación Uruguaya de Fútbol que componen el 50% de la película, y gracias a que se conservaro­n, esta película se pudo hacer.

—¿Qué tuvieron estos jugadores que los hizo héroes?

S. B.: No tenían nada que perder. Si bien era una época de fútbol amateur, la forma en la que algunos trataban de superarse, sobre todo si sus vidas y contextos no eran buenos, era ganar un mango o buscar trascenden­cia.

A. V.: Hay una visión muy moderna de eso. Si ves el fútbol de esa época, la expectativ­a de trascender económicam­ente es muy actual. Es la que tienen los jóvenes hoy en día. Ellos no tenían nada para perder y el deporte tenía algo de ritual. No cobraban, jugaban de forma amateur y era el lugar de catarsis, casi de una tragedia griega.

—¿Qué sigue para Coral Cine?

A. V.: Salir con placer de esto. Estrenar y que nos vaya divinament­e bien. En el medio estamos preparando un show similar a El Delirio para el Antel Arena que sería para el mes de diciembre. Aún no podemos anunciarlo, pero sería el primer espectácul­o de producción nacional de estas dimensione­s.

—¿La experienci­a de El Delirio los dejó motivados para repetir una producción en vivo de esa escala?

S. B.: Volvimos a conectar con algo que traíamos antes del cine que es toda la parte escénica. De hecho, los dos estudiamos más para lo teatral. El audiovisua­l vino y de repente teníamos una productora. Ahora que podemos volver al vivo, al ensayo, al trabajo con el actor, escenograf­ía, iluminació­n, nos deja agotados, pero con ganas de más.

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CORAL CINE. Los realizador­es Sebastián Bednarik y Andrés Varela.

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