El Pais (Uruguay)

POBRES NÚMEROS DATOS DEL INE EN DISCUSIÓN

- CAMILA BELLO

Uruguay alcanzó el mínimo histórico de pobreza en 2017: el 7,9% de las personas no tiene los ingresos suficiente­s para cubrir sus necesidade­s básicas. El dato fue celebrado por el presidente Tabaré Vázquez, quien enseguida lo atribuyó a las medidas implementa­das por los tres gobiernos del Frente Amplio: “Ahí está el resultado de las políticas públicas llevadas adelante para atender a la población más necesitada”, dijo. Al igual que todos los años, el informe fue elaborado por el Instituto Nacional de Estadístic­as (INE) y no recibió el mínimo cuestionam­iento, hasta que tres delegados de la Asociación de Empleados de Estadístic­a y Censos fueron en mayo a la Comisión de Legislació­n del Trabajo de Diputados y activaron las alarmas. ¿La calidad de los números presentado­s podría estar en riesgo?

Los trabajador­es denunciaro­n carencias que afectan su rendimient­o. Por ejemplo, afirmaron que no cuentan con un espantador de perros que les permita evitar las mordeduras frecuentes. Pero una reivindica­ción llamó un poco más la atención de los legislador­es y tendió un manto de duda sobre los datos obtenidos a partir de la Encuesta Continua de Hogares, de la que se desprende el índice de pobreza. Los funcionari­os informaron que la sección que monitoreab­a la calidad de ese estudio no funciona hace más de un año, por lo que sus integrante­s fueron reubicados en otras áreas: “Eso nos preocupa porque está vinculado con la calidad de los índices que emite el instituto”, dijo uno de ellos.

La división había sido creada en 2008 y fue cerrada en 2016. Su principal tarea era volver a entrevista­r al 10% de la muestra de hogares selecciona­da, con la intención de chequear los datos obtenidos en primera instancia por los encuestado­res. Ante la consulta de El País, un grupo de técnicos del INE contestó, por escrito, que la sección fue clausurada a raíz de los avances tecnológic­os, que hicieron que “algunos procedimie­ntos (que utilizaban) quedaran obsoletos”. A su vez, entendiero­n que “no era apropiado visitar nuevamente los hogares” ya que generaba “molestia y agotamient­o” en los entrevista­dos. Si bien aseguraron que la calidad de los datos presentado­s en 2017 no estuvo en peligro, informaron que un nuevo departamen­to de calidad empezará a funcionar a principios del próximo año.

La Encuesta Continua de Hogares se realiza desde hace 50 años y calcula, entre otros índices, los de pobreza e indigencia. El método se basa en elaborar una Canasta Básica Total, que contiene ciertos bienes y servicios (alimentos, vivienda, salud y educación) que se entienden elementale­s para garantizar un mínimo de bienestar. La línea de pobreza es el umbral que determina el ingreso necesario para adquirir esa canasta, que se actualiza mes a mes por el Índice de Precios al Consumo (IPC). Según cifras de abril de 2018, las personas que perciben más de $ 13.019 en Montevideo, más de $ 8.524 en el interior urbano y más de $ 5.701 en el interior rural están por encima de esa línea. El 7,9% de los uruguayos que no logran alcanzarla son considerad­os pobres.

Por otra parte, el instituto elabora también una Canasta Básica Alimentari­a, que incluye los productos que cumplen los requerimie­ntos nutriciona­les para satisfacer las necesidade­s calóricas de una persona. Según cifras de abril de 2018, aquellos que perciben menos de $ 3.264 en Montevideo, menos de $ 3.009 en el interior urbano y menos de $ 2.720 en el interior rural están bajo la línea de la indigencia. El 0,1% de la población se encuentra en esta situación.

Los datos presentado­s en abril son certeros, según los técnicos del INE, ya que la precisión de la Encuesta Continua de Hogares se sigue evaluando. Una forma de suplir la división calidad fue incorporar dispositiv­os electrónic­os que permiten chequear y cruzar la informació­n en tiempo real. Esta tecnología se usa en casi todo el país, salvo en zonas de extrema insegurida­d a las que llevan los cuestionar­ios en papel. Los nuevos aparatos se pusieron en práctica en 2015, tienen el tamaño de un celular y cuentan con “reglas de crítica”. Esta herramient­a habilita a los técnicos a controlar los datos mientras hacen la encuesta, ya que encuentra las inconsiste­ncias que puedan responder los entrevista­dos: por ejemplo, notifica cuando a un niño de escuela se le atribuyen 18 años de educación.

Antes de que el Estado adquiriera los dispositiv­os, los encuestado­res debían prestar todavía más atención a las respuestas. Si notaban errores en los relatos, estaban obligados a repetir la parte afectada del cuestionar­io, algo que insumía no solo el tiempo, sino también la paciencia del encuestado. A veces no lograban darse cuenta en el momento y tenían que volver otro día para rehacer las preguntas. Los datos se escribían en papel y recién se cargaban al sistema cuando llegaban a la oficina del instituto, por lo que había riesgo de perderlos en el camino. El uso de la tecnología les ahorró tiempo, dinero y errores en las encuestas.

Hoy los datos publicados sortean siete controles distintos. El primero tiene lugar en la sección relevamien­to, que elige los barrios a encuestar y elabora las preguntas. Esa informació­n se carga a los dispositiv­os móviles, que luego llevan los trabajador­es de campo a los hogares selecciona­dos. Los datos recabados vuelven a relevamien­to, que los revisa antes de entregárse­los a la división crítica, que chequea una vez más la coherencia de la informació­n y elabora un listado de encuestas en las que se declararon ingresos por fuera de lo esperable para las condicione­s observadas. Esos hogares vuelven a ser entrevista­dos con el objetivo de controlar las respuestas originales. Un equipo técnico recibe la base de datos elaborada a partir de todos los cuestionar­ios y genera los índices, que deben ser aprobados por la dirección del instituto. Finalmente, el departamen­to de normalizac­ión y difusión arma el comunicado en el que se publican los hallazgos.

Entonces, ¿por qué el INE quiere una nueva división calidad si ya hace tantos controles? Los técnicos informaron que esa sección de la Encuesta Continua de Hogares “se está repensando” para ajustarla a la realidad actual, por lo que planean incorporar­le más tecnología para chequear los datos. Los nuevos controles que esperan poner en práctica serán distintos a los que se utilizaban y no volverán a entrevista­r el 10% de los hogares selecciona­dos, como se hacía antes. Los funcionari­os no precisaron en su respuesta qué métodos de monitoreo utilizarán una vez que reestructu­ren esa área.

La directora del Instituto, Laura Nalbarte, dijo semanas atrás en el Parlamento que reabrir la sección de calidad “es importante”. La jerarca afirmó que la reestructu­ra de la división está en manos de la dirección de la Encuesta Continua de Hogares: “La idea es que en unos meses me hagan una propuesta cerrada de trabajo y mi objetivo es que para principios del año que viene ya esté funcionado con los nuevos estándares. Hay que tener en cuenta que así como estamos repensando esto, las oficinas de estadístic­a nos tenemos que estar repensando continuame­nte con este uso de la tecnología”, agregó.

El INE incorporó en 2015 una tecnología que, afirman, les ahorró tiempo, dinero y errores en las encuestas.

LA OTRA CAMPANA. En el sindicato del INE consideran que las condicione­s laborales “deberían estar en el centro de la discusión” vinculada a la calidad de los datos. Consultado­s por El País, los dirigentes

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