Hawking junto a Newton y Darwin
Las cenizas del científico fueron sepultadas ayer en la abadía de Westmister en Londres
El astrofísico británico Stephen Hawking descansa desde ayer viernes junto a Isaac Newton y Charles Darwin en la abadía de Westminster de Londres. La lápida de Hawking lleva, además de su nombre, su ecuación más famosa que describe la entropía de un agujero negro.
También ayer un mensaje con su famosa voz sintetizada y especialmente escrita para la ocasión fue transmitido al espacio desde una antena de la Estación de Cebreros, en el centro de España, por la Agencia Espacial Europea.
Hawking murió el 14 de marzo a los 76 años. Impulsado al estrellato por su libro de 1988 Una breve historia del tiempo, que tuvo un gran éxito de ventas, el genio de Hawking conquistó admiradores mucho más allá del complicado mundo de la astrofísica.
Sus cenizas fueron colocadas entre otros dos célebres hombres de ciencia: el físico Isaac Newton, el descubridor de la ley de la gravedad, enterrado en el gran templo londinense en 1727, y el naturalista Charles Darwin, el padre de la teoría de la evolución, sepultado detrás de Newton en 1882.
La última gran personalidad en ser enterrada en la abadía fue el actor Laurence Olivier, en 1989. Los últimos científicos cuyos restos ingresaron en el panteón fueron los físicos atómicos Ernest Rutherford, en 1937, y Joseph John Thomson, en 1940.
El actor Benedict Cumberbatch, conocido por su interpretación de Sherlock Holmes en la televisión, pero que se puso en la piel de Hawking en una serie de la cadena BBC, leyó un pasaje de la Biblia, al igual que lo hizo el astronauta británico Tim Peake.
A la ceremonia asistieron, entre otros, los tres hijos del astrofísico, Lucy, Tim y Robert; su primera mujer Jane Wilde; el premio Nobel de Física Kip Thorne; el presidente de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, Martin Rees, el músico Nile Rodgers, y el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn.
La muerte de Hawking dio pie a una lluvia de homenajes, de la reina Isabel II a la NASA, que reflejaban su impacto como científico pero también como faro de esperanza para las personas afectadas por enfermedades degenerativas.
El servicio de ayer, al que asistieron familiares, amigos y colegas, celebró no sólo sus logros como científico, sino también su carácter y resistencia a la devastadora enfermedad.
“Estamos muy agradecidos a la abadía de Westminster por ofrecernos el privilegio de celebrar un servicio de acción de gracias a la extraordinaria vida de nuestro padre, y por haberle dado un distinguido lugar de reposo final”, dijeron sus hijos.
Tres jóvenes que utilizan dispositivos de comunicación electrónica para hablar, al igual que Hawking, también estuvieron en la ceremonia en la abadía de Westminster.
“Me inspiró a ser lo mejor que pueda ser y a no dejar que nada, incluyendo mi discapacidad, me detengan”, dijo Jason Felce, de 20 años, que controla su equipo con el movimiento de los ojos.
La estudiante de teatro Rose Brown, de 20 años, fue atropellada por un conductor borracho en 2009. “Voy a ser actriz. Todo el que pone su mente al servicio de algo, lo consigue. Stephen Hawking lo demostró más que nadie”, dijo.
La abadía de Westminster abrió al público sin cargo después del servicio para que la gente pudiera presentar sus respetos ante su tumba.
Al servicio religioso se sumaron también unas mil personas procedentes de más de cien países, que, tras un sorteo hace semanas, obtuvieron entradas para despedir a Hawking. La gran demanda de entradas — unas 25.000— puso de manifiesto el alcance de la popularidad del astrofísico, quien padecía desde los 21 años esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que lo dejó en silla de ruedas y le obligó a comunicarse a través de un sintetizador de voz.
Hawking tuvo en marzo un funeral privado en la iglesia de la Gran Santa María, en Cambridge, a pesar de que era ateo, pero que reunió a familiares y amigos, entre ellos al actor Eddie Redmayne, quien interpretó al científico en la película The Theory of Everyting.
En Cambridge, donde trabajaba en el colegio Gonville & Caius, el investigador ocupaba la prestigiosa cátedra de matemática Lucasiana —fundada en 1663—, de la que también fue titular Isaac Newton.
Stephen Hawking falleció el pasado 14 de marzo a la edad de 76 años.