De Paysandú
Una noche a mediados de la década de 1970 un estanciero de Paysandú salió de su casa creyendo que el gallinero se estaba incendiando. Se dirigió con sus hijos hacia el lugar y vio que las aves estaban a salvo, pero alborotadas porque un viejo ombú estaba en llamas. Aparentemente, había un perro muerto y otras señas curiosas en el terreno, como un generador de electricidad quemado y un conjunto de cables retorcidos. Todo hacía suponer que la caída de un rayo había causado tal desorden. Pero según narraron el hombre y sus hijos después, algo absolutamente fuera de lo normal había ocurrido: una fuerte luz pendular de unos tres metros de diámetro descendió del cielo para, segundos después, ascender verticalmente e introducirse en otra de mayores dimensiones con forma de triángulo isósceles. Se dice que mientras la luz se alejaba, ocurrió un apagón en la ciudad de Salto, ubicada a diez kilómetros de distancia.
El estanciero en cuestión era Ángel María Tonna y su estancia La Aurora, una propiedad que se transformaría pronto en una auténtica romería extraterrestre.
Según los exintegrantes del Ciovi, este hecho que durante décadas se asoció a los extraterrestres y a los platillos voladores nada tiene que ver con el fenómeno y la posibilidad de vida inteligente en otros planetas.