El Pais (Uruguay)

Santa Clara

- LA COLUMNA DE PEPEPREGUN­TÓN

Amediados de diciembre de 1958 la dictadura de Fulgencio Batista agonizaba en la isla de Cuba. Fue entonces cuando Fidel Castro encomendó a la octava columna de las fuerzas revolucion­arias, comandadas por Ernesto “Che” Guevara, que avanzara sin demoras sobre la ciudad de Santa Clara.

Era una batalla clave. El régimen autoritari­o de Batista sabía que si los rebeldes tomaban Santa Clara, y su guarnición con armas, municiones, tanques y morteros caía en manos de la Revolución, sus días estarían contados. Así que sus fuerzas resistiero­n tanto como pudieron. Pero el asedio del “Che”, con pocos hombres, mal armados y cansados, pero determinad­os a librarse del yugo que les oprimía, pudo más. Y Santa Clara cayó en manos del Ejército Rebelde. Y con Santa Clara, la dictadura.

Casi sesenta años después, en la pequeña localidad oriental de Santa Clara de Olimar, un grupo de ciudadanos armados únicamente con su voz, pero determinad­os a no dejarse avasallar, decidió enfrentar la prepotenci­a de una delegación sindical de la Untmra que, por entender que un trabajador había sido mal despedido, decidió bloquear la única estación de servicio del pueblo precisamen­te el día en que el lugar, de unos 2.300 habitantes, celebraba su mayor fiesta del año.

Integrada por militantes de otros lugares del país, la delegación del sindicato que lidera Marcelo Abdala —sí, el mismo que se abraza con Maduro, que una vez piropeó a Cristina Kirchner y que pide la libertad de Lula— llegó a Santa Clara e impidió que la estación despachara combustibl­e. La excusa, la misma de siempre, es que en la estación se estaba realizando una asamblea. Solo que la reunión se extendió lo suficiente como para que decenas de personas se agolparan frente a la estación y comenzaran a pedir primero y a exigir después que esta volviera a funcionar. Y tanto reclamo puso fin a “la asamblea” y al bloqueo de la estación, y obligó a la comitiva sindical a irse por donde había llegado.

Abdala y el Pit-cnt pusieron el grito en el cielo. Responsabi­lizaron de lo sucedido a los autoconvoc­ados. Y al Partido Nacional. ¿Acaso no ven lo que está pasando? ¿O no vieron, como todos, el video en el que una mujer trabajador­a, con educación y respeto, pero con mucha firmeza, le exigió hace algunas semanas al presidente del Pit-cnt de Salto que permitiera que ella y sus compañeras entraran a trabajar a un frigorífic­o en Salto porque necesitaba­n el jornal del día para alimentar a su familia?

¿No ven lo que está pasando? ¿O es que no lo quieren ver? ¿No entienden que lo de Santa Clara, como lo de Salto, son señales de que cada día hay más uruguayos que, respetando a las organizaci­ones sindicales, exigen que los sindicatos también respeten los derechos de quienes quieren trabajar, estudiar y ponerle el hombro al país, que vaya si lo necesita?

Deberían saber, ya que tanto admiran a la revolución cubana, que más tarde o más temprano los pueblos terminan por hartarse de los autoritari­smos y por desplazar a quienes insisten en oprimirles. Y ya que están, dejar un día el lugar a otros, en lugar de eternizars­e en el poder. Como Fidel. Como Raúl. Y como Fulgencio Batista.

elpepepreg­unton@gmail.com

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