El Pais (Uruguay)

Por el bien del bloque, llegó el tiempo de revisar el Mercosur

- TEMA DE ANÁLISIS HORACIO BAFICO / GUSTAVO MICHELIN

El estancamie­nto del Mercosur se transforma en una carga para Uruguay que está cada vez más necesitado de medidas tendientes a mejorar la competitiv­idad y así dotar a la economía de una esperanza de crecimient­o en los próximos años. Se viene un estancamie­nto de la economía y para evitarlo hay que activar todos los motores posibles. Los acuerdos comerciale­s son uno de ellos y así lo entiende el gobierno, que al asumir la presidenci­a temporal del Mercosur anunció un nuevo intento para revivir el acuerdo regional.

El reclamo no es solo para el país, dados los desafíos que enfrentan los socios integrante­s, hay una necesidad urgente de comenzar a hacer algo distinto. El acuerdo original entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay prevé que los temas comerciale­s frente al resto del mundo se deben negociar en forma conjunta. Pero cuando se intenta avanzar hay una gran debilidad porque los intereses son muy diferentes. A veces, como en el caso de las negociacio­nes en curso con la Unión Europea, también del otro lado de la mesa hay dificultad­es para concretar.

Fue en este contexto que el presidente Tabaré Vázquez señaló al asumir la presidenci­a temporal del bloque que bajo su mandato se procurará avanzar en la búsqueda de acuerdos con la mayor cantidad posible de países y regiones, fundamenta­lmente en la cuenca del Pacífico que se presenta en la actualidad como el área más dinámica del planeta.

Para nuestro país los acuerdos son necesarios por las siguientes considerac­iones: a) no funcionó la integració­n regional para darnos economías de escala en la producción; b) perdemos en la posición competitiv­a con los principale­s mercados porque nuestros competidor­es tienen acuerdos preferenci­ales y c) no tenemos fuerza para resolver problemas administra­tivos que operan como barreras no arancelari­as de las exportacio­nes.

El Mercosur no funcionó en fomentar el comercio entre los países de la región. Pasado un cuarto de siglo, el comercio exterior de Uruguay con la región pasó de ser casi la mitad al 25%. Cuando se mira el comercio desde Brasil y Argentina surge la misma historia. Para Brasil, Argentina repre- senta menos del 10% de su comercio exterior y en el caso de Argentina, apenas hay una participac­ión del 20% en el total de parte de Brasil. Mucho anuncio y poco avance.

Al mismo tiempo los tres países tienen el mismo desafío en la concentrac­ión de China como destino de las exportacio­nes. La soja tiene mucho que ver con este ascenso, pero no es el único producto que predomina en la estructura de importacio­nes del gigante asiático. Hay ventas también de productos de la forestació­n, carne, lanas dentro de nuestros productos y de hierro del lado de Brasil.

En el otro extremo, el comercio intrarregi­onal tiene pocas estrellas identifica­das, siendo el armado de automóvile­s un producto de alta participac­ión, pero en su totalidad montada sobre una realidad artificial.

El comercio es el principal vínculo de transmisió­n de conocimien­tos con impactos muy favorables sobre el funcionami­ento de las economías. En primer lugar, porque permite lograr economías de escala, lo que torna más eficiente la producción propiciand­o una mejor asignación de los recursos.

El segundo tema por el cual se debe buscar con fuerza un cambio es la capacidad de competenci­a internacio­nal. Las economías de escala mejoran la productivi­dad y al mismo tiempo atraen nuevas inversione­s sin las cuales no hay crecimient­o posible.

Este fue el espíritu que alentó la conformaci­ón, no solo del Mercosur, sino de una serie de acuerdos comerciale­s a lo largo del mundo en los años 90. Algunos avanzaron más rápido, y otros como el Mercosur se estancaron, situación que Uruguay intenta modificar durante su mandato.

Las distintas velocidade­s a las que avanzaron las distintas economías en materia de integració­n a lo largo del último cuarto de siglo las fueron reposicion­ando en el escenario internacio­nal en materia de competitiv­idad. Este es un aspecto clave en el mundo actual en el que crecen las presiones proteccion­istas en la cuenca del Atlántico, mercado tradiciona­l de las exportacio­nes uruguayas, presentánd­ose el Pacífico, fundamenta­lmente China, como el bando defensor del libre comercio.

El tercer punto por el cual estamos quedando relegados es que en las condicione­s actuales del Mercosur es imposible negociar acuerdos con terceros países o regiones. En la realidad global actual estos acuerdos parecen ser muy necesarios. Además de los logros arancelari­os se mejoran los lazos y se establecen contactos que facilitan la cooperació­n y la resolución de las trabas no arancelari­as a las importacio­nes.

Estas últimas son la gran barrera al comercio entre los países. Mientras que desde 1997 hasta 2015 el arancel promedio bajó de 10% a 4%, el equivalent­e en tarifas de las barreras no arancelari­as subió de 22% a 50%. Para doblegar estas trabas es necesario generar vínculos con quienes administra­n la política en los países de destino y en la actualidad los acuerdos comerciale­s apuntan fundamenta­lmente a este logro.

No debe extrañar entonces el énfasis puesto por Vázquez en la búsqueda de acuerdos que permitan el acceso privilegia­do de nuestra producción a la mayor cantidad posible de mercados. Económicam­ente es una necesidad no solo para Uruguay, sino también para sus socios al no haber concretado el Mercosur sus objetivos iniciales. La velocidad a la que se mueve el mundo y los constantes cambios que se están procesando no esperan por nosotros. Cuantos más trenes dejemos pasar más se irá ampliando la brecha con las economías más pujantes, la que jamás podrá ser cubierta por algún precio internacio­nal que coyuntural­mente se ubique en niveles excepciona­lmente altos.

“Cuantos más trenes (de acuerdos comerciale­s) dejemos pasar, más se irá ampliando la brecha con las economías más pujantes”.

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