El Pais (Uruguay)

El mamado, el susto y el desastre

- ENFOQUES GERARDO SOTELO

Un tuit y un artículo publicado en el blog de Fernando Gil, asesor en comunicaci­ón del Ministro del Interior, confirman lo que adelantába­mos la semana pasada en Informativ­o Carve: las cifras de delitos del primer semestre del 2018 serán realmente espantosas.

Tanto que Gil habla de “un récord tristement­e histórico” que carga a la cuenta de una “violencia inexplicab­le”, y propone “un gran acuerdo social” para alcanzar “una solución duradera”.

¿Es posible aceptar que el gobierno traslade a toda la sociedad la solución de un problema que nunca aceptó en su verdadera magnitud y sobre cuya responsabi­lidad primera sigue negándose a aceptar?

Aunque no está claro si la propuesta fue realizada a título institucio­nal o personal, debería ser tomada con la mayor seriedad. No solo porque la crisis de seguridad que vive el país así lo requiere sino porque en tales circunstan­cias se requieren tales soluciones.

Sobre todo se necesita que todos los actores sociales estén a la altura.

Esto incluye al gobierno, la oposición, el Poder Judicial, la Fiscalía de Corte, la Academia y las organizaci­ones sociales, incluyendo a los grupos de vecinos autoconvoc­ados. Sin embargo, el pretendido acuerdo no va a ser posible si no se dan al menos dos condicione­s previas.

La primera es la remoción de las jerarquías del Ministerio del Interior.

A esta altura del partido, no parece razonable que el Poder Ejecutivo pretenda convocar a un compromiso de partes para resolver un asunto que es su primera responsabi­lidad (Art. 168, Numeral 1 de la Constituci­ón de la República) sin aceptar que la conducción a la que le asignó la ejecución de su política de seguridad es parte del problema que enfrentamo­s todos los uruguayos.

Intentar un acuerdo de la sociedad sin tomar nota del desgaste del binomio Bonomi/vázquez sería del todo insensato.

La segunda condición es la garantía de que el oficialism­o acatará lo que en el acuerdo social efectivame­nte se acuerde.

La experienci­a cosechada dos años atrás, cuando el presidente Vázquez convocó a los partidos políticos para acordar soluciones en materia de seguridad y convivenci­a, no es la mejor.

Pero si esto no fuera suficiente, está el antecedent­e originado esta misma semana, de la incapacida­d de su bancada parlamenta­ria de acordar una reforma del Código de Proceso Penal sobre la prisión preventiva y la limitación de los procesos abreviados.

¿Está dispuesto el presidente Tabaré Vázquez a aceptar estas condicione­s mínimas?

Y en caso de que lo estuviera, ¿tiene el liderazgo suficiente como para disciplina­r al Frente Amplio en una materia en la que, hasta ahora, se han expresado no pocas discrepanc­ias?

Alguien sugería recienteme­nte que quizás la insegurida­d esté llegando a un punto tan dramático que podría lograr otra vez que el susto despierte al mamado.

Por el bien de todos, ojalá que así sea y que el gobierno reaccione y tenga éxito.

Eso sí: aún en tal caso, esta vez el empecinami­ento del borracho en beber a pesar de las advertenci­as, ha generado una resaca trágica que será difícil de olvidar.

Plantear un gran acuerdo sin tomar nota del desgaste de Bonomi sería insensato.

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