El Pais (Uruguay)

¿Acordar con quién?

- ENFOQUES FRANCISCO FAIG

El mejor escenario para afianzar en el largo plazo las reformas estructura­les que precisa la educación pública implica lograr acuerdos multiparti­darios que sustenten amplios consensos. El problema hoy está, precisamen­te, en esos acuerdos y consensos.

Colorados, blancos, independie­ntes, de la gente y la parte más socialdemó­crata del Frente Amplio podrán concordar en un amplio abanico de medidas sustancial­es para reformar la educación. Podrán, incluso, dejar de lado viejas facturas que siempre existen y encontrar afinidades en políticas educativas futuras. Y podrán prever presupuest­os, metodologí­as y hasta recursos humanos calificado­s para llevar adelante, en concreto, institucio­nalmente y también en el día a día, esas reformas.

Pero lo que no sortearán en las actuales (y futuras) circunstan­cias políticas es el freno que impone la reaccionar­ia máquina de impedir frenteampl­ista. Porque el problema no es ponerse de acuerdo entre gente de partidos distintos pero que comparten cierta racionalid­ad política y objetivos similares. El problema, en verdad, es que el funcionami­ento del FA otorga un poder de veto sustancial a un sector militante y electoralm­ente muy fuerte que no está de acuerdo ni con el afán reformista de Eduy21, ni con otros rumbos políticos que periódicam­ente el ala astorista o moderada del FA señala como deseables.

En ese sector, que por comodidad podemos llamar radical, están sobre todo el PCU, el MPP, parte del PS, Casa Grande y otros grupos menores electoralm­ente pero relativame­nte fuertes en la conformaci­ón, por ejemplo, del Plenario del FA. Y lo cierto es que en los últimos quince años nunca el FA condujo ninguna política pública relevante que fuera contraria a la posición de ese sector más izquierdis­ta. Incluso cada vez que hubo matices, cuando llegó el momento clave en el que el ala astorista-moderada debía decidir qué rumbo tomar, terminó acompañand­o, y con su voto parlamenta­rio de ser necesario, lo definido por la mayoría radical.

La clave es asumir que para toda la izquierda, incluida la moderada-astorista, importa mucho más la unidad de acción del FA que cualquier política concreta, sobre todo si esa política puede poner en duda esa unidad por causa, por ejemplo, de un acuerdo con los partidos de oposición. Cualquier diálogo, acuerdo o incluso proyecto conjunto llevado adelante con calor (y hasta con buena fe) por parte de los astoristas­moderados cayó, cae y caerá muerto en el altar de la unidad frenteampl­ista.

Si los partidos de oposición pretenden tapar ese gran sol de realidad política con un dedo meñique, lo que harán con Eduy21 será puro voluntaris­mo. Porque el escenario de relación de fuerzas interno del FA para 2020 no será muy distinto al de hoy: electoralm­ente todo deja pensar que el sector de Mujica será nuevamente amplia mayoría. Y porque no hay nada que permita creer que se resolverá algún cambio en la definición de la estructura del FA que implique quitar protagonis­mo a los radicales.

Los frenteampl­istas que apoyan Eduy21 no romperán la unidad de acción de la izquierda porque muy en el fondo son tan leninistas (o schmittean­os) como los radicales. Esa es la gran tragedia que todo el mundo disimula tras este baile de máscaras acuerdista.

Para toda la izquierda, importa más la unidad del FA que cualquier política concreta.

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