El Pais (Uruguay)

Importanci­a de los jueces

- ENFOQUES JUAN MARTÍN POSADAS

La corrupción ha afectado profundame­nte a los gobiernos progresist­as (o populistas, según quien los bautice) de América Latina. Fue causa del desfonde del PT y su gobierno en Brasil; llevó a la derrota electoral al kirchneris­mo; hizo renunciar al Presidente de Perú recién electo; metió preso al Vice de Ecuador; liquidó políticame­nte a Lugo en Paraguay y es uno de los factores del desprestig­io del Frente Amplio acá.

La sucesión de hechos político-penales hizo cobrar legítimo prestigio, tanto en sus respectivo­s países como internacio­nalmente, a jueces e integrante­s del Poder Judicial. Se ha dado sobre todo en Brasil. Primero fue el juez Barbosa, hoy ya retirado, quien juzgó y condenó a los involucrad­os en el mensalão, memorable compravent­a de votos en el Parlamento. Cayeron muchos diputados comprados en la subasta mensual y dos sucesivos tesoreros del PT, más el presidente de ese partido por el lado de los compradore­s El de más reciente notoriedad es el juez Moro, protagonis­ta de los procesamie­ntos derivados de la operación llamada lava jato. Él mandó a prisión al ex Ministro de Economía, Sr. Pallochi; al ex Jefe de la Casa Civil Sr. Dirceu; al jefe de bancada de senadores del PT Sr. Amaral y al propio expresiden­te Lula Da Silva.

Menos espacio en la noticia ha tenido el fiscal del lava jato, el Sr. Deltan Dallagnol, joven abogado de 38 años. Hará bien dar a conocer a Dallagnol en este Uruguay sacudido por la corrupción y aún incrédulo y confundido ante ella. Dice este fiscal en reciente entrevista (Perfil 17-VI-18): “Es muy difícil medir la corrupción porque la mayor parte de ella ocurre entre cuatro paredes”. Pero no es solo cuestión de cifras, que son impresiona­ntes (él estima en 60.000 millones de dólares anuales en su país) sino que “algunas teorías sobre el desarrollo de los países como la de Acemoglu y Robinson, autores de “Why nations fail” muestran que lo que hace que un país prospere o no es el andamiaje institucio­nal que desarrolla, es decir, cuán fuertes sean las institucio­nes”. Y agrega. “La corrupción genera desconfian­za en la sociedad respecto de las institucio­nes: nos inyecta un veneno paralizant­e que es el cinismo”. “A veces se dice que la corrupción política refleja la generalida­d del pueblo: tenemos los políticos que nos merecemos. Pero hay evidencias que desmienten esa percepción (…) Si miramos las medidas de corrupción en la base de la pirámide social Brasil es el segundo país más honesto de América Latina. Lo que sí existe es una desproporc­ión entre el índice de corrupción de la base y el de la cima de la pirámide”.

Las denuncias de corrupción presentada­s a los juzgados durante el gobierno de los Kirchner recién se abrieron cuando estos hubieron caído y perdido el poder. En nuestro país la denuncia que hizo el Partido Nacional sobre la venta de Pluna fue presentada en el período de gobierno pasado y hoy ni siquiera ha completado el llamado de testigos. Las sentencias de primera instancia por las denuncias de Ancap han sorprendid­o por lo leves.

Quienes han actuado con mayor diligencia han sido los organismos partidario­s. La Comisión de Ética del Partido Nacional actuó rápidament­e y lo mismo hizo el Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio. Con la diferencia de que el pronunciam­iento de ese tribunal no fue atendido por la dirigencia frentista y no ha producido efecto alguno. Allí han abundado los sermones y han faltado las decisiones.

La sucesión de hechos político-penales hizo cobrar prestigio a los jueces de la región.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay