Drama migratorio divide a la UE
Profundas desavenencias para la cumbre continental; gobierno de Merkel está en riesgo ARRIBOS POR MAR AL SUR EUROPEO
Los líderes europeos han estado luchando durante los últimos tres años para manejar el problema de la migración. Sin embargo, el problerma se presenta tan explosivo como siempre y la discusión política se ha convertido en un peligro neurálgico para la Unión Europea (UE), habiendo llevado al poder a populistas — los dos casos más recientes son en Italia y Austria— y amenazando ahora el predominio de la propia Madame Europa, la canciller de Alemania, Angela Merkel.
Bajo una suerte de ultimátum de sus socios conservadores de Baviera para reducir el flujo de migrantes que llega a Alemania después de registrarse en otros países de la UE, Merkel logró que el presidente de la Comisión Europea, Jeanclaude Juncker, convocara a una reunión de emergencia para hoy domingo de líderes de los países europeos que son los más afectados por la migración.
Resulta un hecho inusual que varios de los líderes invitados no concurrirán. El encuentro es en preparación de una cumbre europea que tendrá lugar con la participación de todos los líderes el próximo jueves y viernes, un encuentro que se suponía iba a ser sobre la reforma de la eurozona y que, en cambio, tendrá a la migración como el tema central.
La deliberación de hoy domingo
Italia impide entrada del buque de la ONG alemana Lifeline con 230 migrantes.
es descripta como informal, y no será seguida de una declaración ni una conferencia de prensa, sino solo por preguntas que gritarán los periodistas a medida que los líderes abandonen la sede.
La propia Merkel redujo las expectativas. “La reunión es de consulta y trabajo, en la que no habrá una declaración como conclusión”, dijo a periodistas el viernes. “Es un intercambio inicial con los estados miembros interesados en el tema”.
Pero, no hay soluciones fáciles al problema. El número de migrantes puede estar disminuyendo, pero la UE continúa profundamente dividida respecto de cómo manejar la migración y los refugiados, dónde ponerlos, cómo enviar de retorno a sus países a los solicitantes que no están calificados para permanecer en la UE y cómo proteger las fronteras.
Ivan Krastev, un analista político, califica a la crisis migratoria de 2015 como un acontecimiento definitorio, debido a que se quebró el consenso que existía, lo que ayudó a producir el populismo nacionalista y las divisiones entre los países de Europa Occidental y Central.
REPERCUSIÓN. La migración fue un tema clave de las elecciones en Francia, Austria e Italia, así como en Alemania, donde la bienvenida inicial de Merkel a los migrantes en 2015 tuvo una repercusión política negativa. Dañó seriamente su poder y la hizo vulnerable a las ambiciones políticas del líder bávaro Horst Seehofer, quien también es el Ministro del Interior de su gobierno y parte vital de la coalición que ellá formó. Seehofer y su Unión Social Cristiana enfrentan un gran desafío propio desde Alternativa para Alemania —un partido de extrema derecha y contrario a la inmigración—, en las elecciones regionales convocadas para el otoño europeo.
Los países de Europa Central esencialmente se han negado a recibir migrantes o refugiados, y rechazan la idea de cuotas para ayudar a los países receptores como Italia y Grecia. Los líderes de los cuatro países principales de Europa Central —Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia— anunciaron que no participarán de la reunión convocada para hoy en Bruselas. Y, fue con gran esfuerzo que Merkel convenció al nuevo primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, para que concurra, después que este objetó varias propuestas realizadas por la Comisión Europea.
Si bien el número de personas que buscan asilo descendió, la larga crisis todavía amenaza uno de los mayores logros de la UE, como es la zona Schengen libre de fronteras.
TEMOR. Varios países han establecido controles fronterizos de emergencia dentro de la zona Schengen, para bloquear el flujo descontrolado de migrantes y eventualmente de terroristas, pero es probable que esos controles de frontera no sean levantados. El deseo de Seehofer de frenar el ingreso a Alemania de los migrantes registrados significará en los hechos establecer nuevos y extensos controles fronterizos con Austria, que ahora tiene un gobierno de coalición con populistas y también ha denunciado la migración incontrolada.
Por eso, más allá de reforzar las fronteras exteriores de la UE, a Alemania le preocupan sobre todo las otras, las interiores, es decir, lo que sucede una vez que los demandantes de asilo están dentro de la UE. Porque es precisamente lo que exige Seehofer: que se impida la entrada a Alemania a aquellas personas que han solicitado asilo en otro país de la UE. El reglamento de Dublín establece que hasta 12 meses después de la llegada, y a falta de familiares directos en otro país, el primer país en el que se tomaron las huellas al refugiado es, en principio, el responsable de tramitar el asilo.
El año pasado, Alemania solicitó a sus socios de la UE la devolución de 64.267 solicitantes de asilo en cumplimiento de Dublín, lo que supone la cifra más alta de toda la UE, un 32% del total de las demandas de asilo en Alemania y un 11% más que las registradas el año anterior, según las cifras oficiales.
Pero el reglamento también establece claras garantías para la devolución que Seehofer no parece dispuesto a respetar. El líder bávaro ha amenazado con que a partir del 1 de julio la policía comience a rechazar en las fronteras de Alemania a las personas que ya hubieran solicitado asilo en otro país. “La idea de Dublín es asegurar que al menos haya un Estado en Europa que acepta encargarse de la solicitud de esa persona y que el demandante vaya a ser tratado con garantías. Si se expulsa a la persona sin devolverla a un país concreto, eso no se cumple”, explica Anuscheh Farahat, experta en derecho europeo, migración y refugio de la Universidad de Frankfurt.
Reformar el sistema de Dublín, disfuncional en muchos aspectos, es una misión pendiente de la UE, pero que no acaba de salir adelante por tratarse de un dossier políticamente inflamable. Mientras, Merkel aspira a aplacar las ansiedades de Seehofer con pactos presentables desde el punto de vista político y jurídico, pero de dudosa efectividad. La canciller quiere firmar acuerdos bilaterales con países como Francia, Italia, Grecia o Bulgaria para acelerar la devolución de aquellos que lleguen a Alemania después de haber iniciado los trámites de asilo en otros países de la UE como estos.