El Pais (Uruguay)

Decadencia educativa y cultural

- Alejandro Ciasullo | Montevideo

@El embrutecim­iento social del Uruguay no es casual o coyuntural, de hecho es un camino pensado y trabajado desde que el Frente Amplio nos gobierna.

Las consecuenc­ias las observamos desde lo cotidiano, ya que si usted pretende disfrutar en cines unas película subtitulad­a, es casi imposible. Y si pregunta porqué la nueva modalidad de proyectar sólo filmes doblados al español, le contestan que se debe a que la gente lo pide porque les cuesta leer, o bien no saben leer.

Más grave es ser testigo de la decadencia cultural de los jóvenes, y ese ha sido el propósito de este engañoso progresism­o de izquierda. Reescriben la historia elevando a los tupamaros como una suerte de team de superhéroe­s que lucharon contra la dictadura.

Nada más falso y soy testigo directo por la edad. Los tupamaros fueron una banda de delincuent­es que sumieron al país en un caos, con un gobierno democrátic­o elegido por voto popular. Es más, una vez instalada la dictadura -devenida en parte por ellos y aplaudida por sectores del Frente Amplio- ese movimiento ya estaba desarticul­ado y derrotado. ¡Dejen de lavarle el cerebro a los jóvenes!

Hechos recientes como el desplante y comentario­s del Ministro Nin Novoa hacia un periodista que preguntó una opinión sobre el déficit, me llevan a pensar que no fue una actitud casual, sino acto dirigido a la masa ingenua y desinforma­da.

Primero, el desprecio hacia quien pregunta un tema incómodo, marca la tendencia de faltar el respeto a quien osa preguntar, investigar temas de administra­ción de Estado.

Segundo, el argumento del cuco (¿Cuqui?), relacionan­do el déficit con las asistencia­s sociales y remarcando las peligrosas intencione­s opositoras para derribar los fantástico­s logros del Frente Amplio. Un discurso dirigido a la hinchada y que carece de sustentabi­lidad.

El déficit no tiene nada que ver con la asistencia social, más bien con los 900 millones de dólares (y contando) de Ancap que administró Sendic, el delfín de Mujica, los curros de la regasifica­dora, la corrupción galopante en ASSE y la convenienc­ia de votar para que no se investigue nada, las adjudicaci­ones directas a precios exorbitant­es, los millones despilfarr­ados en Pluna-alas U rematado con una burda puesta en escena de un remate trucho, digno para una serie en Netfilx.

En definitiva, todo el desas- tre de este mal llamado gobierno progresist­a parece ser culpa de la herencia maldita, la oposición o el Plan Atlanta, una suerte de Spectre de James Bond que ha arremetido contra nuestro ex vicepresid­ente. Todos sabemos que él mismo ha sumado deméritos, desde la bizarra historia del título, a sus gastos justificad­os en una caja de zapatos en Ancap.

El embrutecim­ientos social sirve. Cualquier argumento, sea falso o coloreado, ayuda al propósito de erigirse como los dueños de la verdad.

Ya no hay respeto a los padres, docentes, autoridade­s o rivales políticos, de hecho los opositores son el enemigo cuco, los rosaditos, fachos o canarios comebosta.

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