El Pais (Uruguay)

Un suspiro.

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Para los empleados de Pili, comer todos los días se ha vuelto un desafío. Para los hijos de los tamberos, la lechería ha dejado de ser una opción. El día que se votó el salvataje, en la planta se reavivó la ilusión, aunque con realismo: ¿cuánto tiempo más? ver atrás. Mucho queso pronto que iba para Venezuela, hubo que reenvasarl­o y enviarlo a Brasil que paga menos de 3 dólares por kilo de queso. Eso supuso costos adicionale­s y además profundiza­r las deudas que ya existían”, explica el sindicalis­ta. La apertura del mercado mexicano podría cambiar el panorama.

La situación de los remitentes a Pili no es menos preocupant­e. Muchos de los productore­s de Paysandú no cobran hace seis meses, se han descapital­izado, y una primavera adversa podría convertirs­e en la estocada final.

Gerardo De Souza, presidente de la Asociación de Productore­s de Leche de Paysandú, describe una situación de emergencia que el Estado debería mirar más allá del salvataje resuelto, en virtud de que es el sector que más familias afinca en el campo.

“Son cerca de 200 productore­s y en el 95 a 98% son familias las que atienden los tambos. Hay que ordeñar las vacas dos veces al día los 365 días del año, y eso necesariam­ente obliga a radicarse en el medio rural”, explica De Souza, que hace énfasis en los valores que se transmiten de generación en generación.

“El arraigo en el campo, la familia y el trabajo es algo que traemos algunos con segunda y tercera generación dedicados a esto. Pero ojo, porque no es lo mismo que en los años 90, dado que existe un descreimie­nto importante por falta de rentabilid­ad, entonces las nuevas generacion­es buscan otros rubros como la soja, que además les permite estar más en la ciudad”, advierte el productor. “El Estado tiene 10 años para cambiar esto, porque de lo contrario se romperá la cadena. Debe rediseñar políticas y promover en la escuela los valores del amor y el respeto por la tierra, lugar del que salen nuestros alimentos”, dice por su parte Andrés Ariano, gerente de la gremial.

Sobre la situación de Pili, expresan que le han dado su apoyo hasta el sacrificio, porque desde su fundación ha marcado un claro sentido de pertenenci­a con Paysandú, pero advierten que el sector carga “una pesada mochila”.

“Ahora nuestros productore­s están endeudados y descapital­izados. Algunos han tenido que decirles a sus hijos que dejen de estudiar un año porque ya no pueden mantenerlo­s”, advierte De Souza. “Estamos desarmados, en una situación completame­nte sensible. La próxima primavera será clave para empezar a recomponer de a poco, pero esto que pasó en los últimos cinco meses te puede llevar de uno a tres años”, agrega. Y sobre los productore­s que hoy tienen entre 50 y 60 años, que son la mayoría, reflexiona: “Si les sacan todo el capital de trabajo y rematan sus bienes por deudas, ¿qué harán?”.

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