El Pais (Uruguay)

MIRA EN EL MONITOR Bajo las cámaras. DEL HURTO POR DESCUIDO A UN CASO DE DROGA CADA MES

- MARIÁNGEL SOLOMITA

La clave está en verlo todo. En Florida, el que no se encuentra en la calle se busca por tevé. Son 67.048 habitantes, pero los protagonis­tas del show suelen ser los 33.640 que viven en la zona urbana, custodiada por 31 cámaras de vigilancia que colocó el Ministerio del Interior en 2017, las primeras 29 que acaba de activar la Intendenci­a y otras dos que transmiten por televisión, en dos canales diferentes, en vivo, durante 24 horas, la actividad de la calle más popular del centro. Un fetiche local que ahora tiene visión nocturna y calidad en HD.

El pionero de este particular fisgoneo fue Cesário López, a fines de la década de 1980. Se imaginó al canal de Florida Televisora Color como una ventana para que los floridense­s se conocieran mejor porque, según él, “lo que más le gusta a la gente del interior es ver quién pasa por la calle”. Entonces, puso una cámara fija apuntando al pasaje más transitado de la Avenida Independen­cia, que se convirtió en un sello tan popular como la celebració­n del día de San Cono.

Lo que no había previsto era que la Policía comenzaría a usar esta programaci­ón para vigilar la ciudad. Pero mirar no es ver, y si ocurría un delito el invento de López no servía como prueba ante la Justicia porque, para no desatar un infierno en un pueblo chico, se negó a que su cámara grabara las imágenes. Lo que él ofrecía era voyeurismo con garantías de anonimato.

Dos décadas después, Marcel Latorraca tampoco quiso meterse en el baile de los conflictos vecinales cuando puso, en la misma calle, otra cámara para transmitir la misma vista pero por un canal distinto. Vichar al vecino era un buen negocio y, gracias a la competenci­a entre empresario­s, los floridense­s empezaron a hacer zapping para espiarse.

Dos canales, ¿no será demasiado? —Es que la gente los pide —dice Latorraca para argumentar su inversión en Florida Satelital.

Los piden los ancianos que no salen de sus casas, los pacientes de los hospitales, los jóvenes que escriben sus nombres en el pavimento bajo los lentes de las cámaras; los escolares que pasan y saludan; los piden las quinceañer­as que reciben un pasacalle con sus nombres de regalo y los políticos que durante la campaña “se pelean por estar en ese pedazo de calle”; los vecinos que quieren saber cómo está el clima antes de salir del hogar; los piden los padres preocupado­s porque sus hijos salieron a los únicos dos boliches de la ciudad: uno está enfrentado al otro, ambos debajo de este Gran Hermano. Los piden los que no salen los fines de semana y los que se aprontan para ir a bailar.

Los sábados de noche esta programaci­ón hace picos de rating. Cuando la transmisió­n falla, llaman tantos vecinos para quejarse que las telefonist­as viven una pesadilla.

—Es que Florida tiene alma de chusma —dice una empleada de la empresa de Latorraca.

Y ella predica con el ejemplo. Cuando

Los movimiento­s de los floridense­s son observados en un centro de monitoreo del Ministerio del Interior y en otro municipal. Además, hay dos canales que transmiten la actividad de la avenida principal por televisión. ¿Curiosidad o vigilancia? Los vecinos piden más cámaras para sentirse seguros, aunque las cifras dicen que allí la insegurida­d no es un gran problema. se aburre, sintoniza el canal 122. Sabe que en esa calle está prohibido estacionar, así que espera a que algún conductor infrinja la norma, a que llegue el inspector de tránsito y lo multe y, la mejor parte: aguarda el inocente regreso del multado y su descubrimi­ento de la amarga sorpresa.

—Usted tiene que entender que en un pueblo del interior la gente va a los mismos cumpleaños, a los mismos casamiento­s y a los mismos velorios. Nos conocemos demasiado, por eso todos necesitamo­s sentirnos un poquito famosos —dice López, el inventor de un sistema que le cambió el ADN a su ciudad. O que le devolvió a Florida esa fibra de estrella que se ganó desde que fue el escenario de la Declarator­ia de la Independen­cia.

CUIDARSE CON LA VISTA. Si el gusto por la exposición corre por las venas de los floridense­s, el despacho del intendente Carlos Enciso sería algo así como una arteria. Hay dos vitrinas atiborrada­s de vírgenes, gorras, botellas de cerveza artesanal, cuadros, artesanías y postales que le obsequiaro­n vecinos, colegas y embajadore­s. Hay una galería de fotos que lo muestran con el papa Francisco y en Jerusalén. Detrás de la cabecera de su escritorio cuelga una bandera con el lema de una de las dos ciudades chinas con las que Florida firmó hermanamie­ntos. Sobre una pizarra que tiene enumeradas las obras que la intendenci­a tiene encaminada­s, está la palabra “pájaro” escrita en chino y en árabe.

—Cuando me preguntan mi nombre, yo les digo que mi apodo es pájaro y eso cae simpático, es una manera de romper el hielo —cuenta el intendente.

Tarjetas personales tiene: en español, en inglés, en chino y prepara versiones en hebreo y árabe. Son muestras de su empeño por buscar socios que ayuden a combatir el desempleo que está afectado a Florida. Nueve días después de asumir su primer mandato (2010), cerraron la curtiembre y el frigorífic­o —que reabrió hace unos meses con fondos mexicanos y chinos. Recienteme­nte, la industria láctea local, que ordeña un millón de litros de leche diarios, comenzó a perder más de 3 millones de dólares por mes debido a la baja del precio del producto. “En estos tiempos hay más gente de baja que de alta”, dice Enciso.

El 7 de noviembre de 2017, una editorial del diario El Heraldo decía que al intendente le estaba faltando un “refreshing” en la gestión antes de terminar su segundo período y aprontarse para pelear un puesto en el Senado. Ese “shock de vigor” lo consiguió en las últimas tres semanas con la inauguraci­ón de una brigada municipal para atacar la insegurida­d. El cumplimien­to de esta promesa electoral le significó al gobierno departamen­tal una inversión de 10 millones de pesos.

El primer paso de esta brigada fue instalar 29 cámaras de vigilancia que se suman a las 31 que a comienzos de 2017 ya había colocado el Ministerio del Interior, luego de que el Centro Comercial e Industrial, asiduo donador de tecnología a la Jefatura, solicitara más seguridad para combatir el crecimient­o de las rapiñas.

Además de estas 29, Enciso pretende activar otras 12 en el hipódromo y una docena en otros puntos de la capital. Los tres alcaldes que representa­n a la población rural también pidieron cámaras. De esta forma algo así como el 80% de la ciudad de Florida estaría monitoread­a.

El segundo paso es la activación de la guardia que será conformada por seis policías bajo órdenes de la intendenci­a, que patrullará­n durante la noche junto a otros cuatro funcionari­os municipale­s que harán de “vigilantes amigables”. Por ejemplo, estarán presentes en actos públicos.

Estos policías, dependient­es del Ministerio del Interior, comenzaron su capacitaci­ón de seis meses el 1° de agosto, mientras que los otros funcionari­os serán selecciona­dos en estos días. Al llamado que realizó la comuna se presentaro­n más de 700 postulante­s.

Enciso juega esta carta local como una nacional y propone debatir si no valdrá la pena modificar la Constituci­ón y crear policías municipale­s como tienen países federales como Argentina y México. La polémica está en pleno auge y la propuesta tiene defensores y detractore­s, en-

GGG

Alicia Ghione lleva dos años como fiscal en Florida y opina que “no es un departamen­to que se destaque por problemas graves de insegurida­d”. Las cifras del Ministerio del Interior indican que en lo que va del año es el tercer departamen­to con menos denuncias de hurtos (747) y rapiñas (11), y que hubo cuatro homicidios. Según la fiscal, los delitos más frecuentes son los hurtos “del descuido” en domicilios, coches y comercios que por lo general no están cerrados con llave. Reconoce que durante el verano hubo una ola de arrebatos en bicicletas y en motos, una modalidad atípica para la localidad y que gracias a las cámaras se pudo condenar a la mayoría de las personas que los cometieron. “Era gente local con antecedent­es que había aprendido este mecanismo en la cárcel”, dice la fiscal. De acuerdo a su experienci­a, el 90% de los hurtos se comenten debido al consumo de drogas. Ahí sí ve un problema: “Te diría que cada mes investigam­os un caso nuevo de droga. Tenemos una brigada especializ­ada que investiga continuame­nte intercepta­ndo teléfonos y con vigilancia a través de cámaras. El tema es que lleva tiempo porque las bocas entierran la mercadería y la mueven de noche para que la Policía no las pueda allanar”. Según Ghione, en Florida hay muchas bocas pequeñas que se reproducen sin pausa: “Cerrás una y te abren dos”, sostiene.

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MONITOREO. En el primer piso de un museo, 14 funcionari­os observan las 29 cámaras.

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