El Pais (Uruguay)

Roberto Jones “Las subvencion­es siempre son injustas”

- CARLOS REYES

—Además de dirigir este espectácul­o intervinis­te en la dramaturgi­a, ¿no?

—Sí, intervine en la dramaturgi­a. Se ha dicho que El jardín de los cerezos es la obra más difícil de Chéjov, porque es la que expresa mejor la metodologí­a del autor, además de ser su última obra. Y hay una tesis, a la que yo adherí, que es que el protagonis­ta es el jardín en sí, y no los personajes. Cosa que a los actores no le cuaja muy bien. Entonces hice una versión con el jardín como protagonis­ta, y con los personajes que realmente tienen que ver con el drama concreto del jardín de los cerezos. Hice una versión de ocho actores. Además, como en la época en que nació la obra, el teatro era la única diversión, muchas veces se agregaban personajes, porque las obras tenían que durar tres horas. —Vos cada vez estás más abocado a la actuación y menos a la dirección. ¿Por qué?

—Sí, porque estoy viejito. Yo me había retirado de la actuación con la obra sobre Borges, por los problemas estos, que me tiemblan las manos. Después eso se me fue, y volví. Y lo último que hice fue Viaje de un largo día hacia la noche, dirigido por Jorge Denevi. Y no me atrae tanto la actuación: son 56 años de actuar. Y pienso que desde la dirección puedo hacer un aporte, sobre todo a los jóvenes.

—Vos venís dirigiendo mucho en la Alianza Uruguay-estados Unidos. ¿No ves como una feliz paradoja que ese centro cultural hoy sea como un bastión del teatro independie­nte? —Está bueno. Sí. Eso creo que ocurrió como una respuesta, no programada, a Socio Espectacul­ar. Cuando se formó Socio Espectacul­ar, mucho no compartimo­s esa idea; volvimos a esa sala, y a algunas otras, para poder seguir cobrando entrada, y no entrar en ese otro circuito, que cada vez se va expandiend­o más. Pero ahora hago esta obra en El Galpón, aunque siempre voté contra Socio Espectacul­ar. Es decir, yo trabajé y trabajo también ahí. Es una realidad.

—Una persona de teatro una vez decía que cuando no había casi dinero público para repartir, no había tanto problema entre la gente de teatro. —Las subvencion­es son muy delicadas, porque las subvencion­es siempre son injustas. ¿Por qué darle dinero a uno y no a otro? Siempre hay alguien que va a necesitar más, tanto individual­mente, como actores, como colectivam­ente, como institucio­nes. Es muy difícil.

—¿Qué lugar ocupó Taco Larreta en tu trayectori­a? —Taco Larreta fue mi referente vital. Escritor, dramaturgo, hombre de teatro cultísimo, crítico de cine, de teatro, director, actor, empresario. Fue un hombre libre. Por suerte ahora Anna Larreta acaba de terminar un libro sobre el tío, Charlas con Taco, y vamos a hacerle un homenaje a él, que pienso que es una de las figuras más grandes que tuvo la cultura uruguaya. Y que ha sido bastante olvidado. —Contame un poquito de El Pensador, aquel personaje que vos hacías en televisión.

—El Pensador fue una idea de Jorge Scheck, en el final de la dictadura, año 83, 84. Él quería mandar tres pildoritas contra la dictadura, mensajes que generalmen­te eran de crítica económica, algunas muy pesadas. Y las hacía a través del El Pensador, de Rodin. Que era yo, cuando tenía 40 años, que salía desnudo, en el estudio más grande de Canal 12. Yo quedaba solito en el medio: había que sacar toda la escenograf­ía. Eso salía los martes, y al otro día yo salía a la calle y de los autos me tocaban bocina. A El Pensador, y las “Noticias cantadas”, el público las esperaba, eran una resistenci­a, muy sutil. Pero bueno, ya en el 80 había ganado el No. Ya se sabía que se iban.

—¿Sos nostálgico?

—Me estoy poniendo nostálgico. Yo sé que la nostalgia es una enfermedad, pero es natural. Pienso que a todos los veteranos de todas las épocas les debe haber pasado lo mismo.

“Pienso que desde la dirección puedo hacer un aporte a los jóvenes”, dice.

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