Juan M. Rodríguez
—¿De qué lado está en el debate sobre el futuro del trabajo? ¿Es optimista o pesimista? —Tiene un valor muy importante el trabajo de dos académicos de la universidad de Oxford que son Carl Frey y Michael Osborne de 2013 que predijeron que el 47% de los puestos de trabajo tenían una potencialidad alta de ser sustituidos por máquinas en Estados Unidos. Hay un trabajo muy serio contratado por la OCDE que es de 2016, con una metodología que tiene algunos aspectos en común, pero que también tiene un cambio central, que es que en vez de aplicar el análisis a las categorías, lo aplica a las tareas. Hay una cantidad de tareas potencialmente sustituibles por la técnica y otras que no. ¿Qué es lo que termina concluyendo esta gente? Que el porcentaje medio para los países de la OCDE de tareas automatizable es del 9%, el mismo porcentaje de caída que para los Estados Unidos. Corea del Sur tiene menos, 6% y hay otros que tienen más y llegan al 12%. Mi impresión es que esta metodología es más refinada que la anterior. Los tres trabajos que se hicieron para Uruguay así como para la mayoría de los países europeos, aplican la metodología de Frey y Osborne porque es muy fácil de aplicar. La información de cómo se descomponen las categorías en tareas no existe en la gran mayoría de los países. Aunque uno diga que la metodología de la OCDE es superior, no la puede aplicar.
Esta revolución que estamos viviendo y las pasadas tienen períodos. En un primer período siempre hay un impacto en el empleo negativo. La historia muestra que después se crearon más empleos —El debate sobre la tecnificación no parece estar tan presente en Uruguay, en los Consejos de Salarios...
—La mayoría lo ve como algo alejado. En lo que creo que