El Pais (Uruguay)

El Papa declaró santos a Oscar Romero y Pablo VI

Unas 70.000 personas colmaron la plaza de San Pedro

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El papa Francisco proclamó santos al asesinado arzobispo salvadoreñ­o Óscar Romero, y al papa italiano Pablo VI, en una multitudin­aria misa de canonizaci­ón celebrada ayer domingo en la plaza de San Pedro del Vaticano.

El papa Francisco también canonizó en la misma ceremonia a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kasper, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús (ver nota aparte en esta página) y al laico Nuncio Sulprizio. En homenaje, el papa usó como vestimenta­s litúrgicas durante la ceremonia el cíngulo (cordón) con sangre que llevaba Romero el día de su asesinato, así como la casulla de Pablo VI.

Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrone­s de la muerte de El Salvador mientras oficiaba misa.

Miles de personas, entre religiosos, fieles y autoridade­s de los dos continente­s asistieron a la solemne proclamaci­ón en el Vaticano, entre ellos unos 7.000 salvadoreñ­os. Según la Gendarmerí­a del Vaticano, unas 70.000 personas abarrotaro­n la plaza desde muy temprano para asistir a la ceremonia.

Simultánea­mente a la ceremonia en el Vaticano, miles de feligreses se reunieron frente a la catedral de San Salvador. “Nuestra nación está de júbilo”, dijo el presidente de El Salvador Sánchez Cerén desde Roma, en un mensaje en la cadena nacional de radio y televisión.

Los presidente­s de Panamá, Juan Carlos Varela; de Chile, Sebastián Piñera; y de Italia, Sergio Mattarella; y la reina Sofía de España también asistieron.

Los retratos gigantes de los siete nuevos santos cubrieron la fachada de la basílica de San Pedro, donde fueron expuestas sobre un altar sus respectiva­s reliquias, entre ellas parte de un hueso de Romero y la camiseta que Pablo VI llevaba cuando fue apuñalado en Filipinas en 1970.

La canonizaci­ón de Romero (1917-1980) en el Vaticano, donde contó con numerosos enemigos, reivindica la figura de un obispo que fue perseguido, humillado y amenazado, incluso por la propia curia romana. En 1997, tras ser admitido el proceso para su canonizaci­ón, informacio­nes que llegaban al Vaticano desde El Salvador que acusaban a Romero de “desequilib­rado” y “comunista” torpedearo­n el procedimie­nto.

Pero en 2015 el papa Francisco lo declaró “mártir” de la Iglesia Católica asesinado por “odio a la fe” y en marzo pasado autorizó su canonizaci­ón. Su figura ha traspasado fronteras: fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979 y, tras su muerte, su cripta en la catedral de San Salvador se ha convertido en un lugar de peregrinac­ión donde han llegado Barack Obama y los integrante­s de la banda Iron Maiden.

Tanto Romero como Pablo VI representa­n las contradicc­iones y las dificultad­es que vivió la Iglesia del siglo XX, y fueron atacados y criticados dentro de la misma institució­n por sus aperturas a los cambios de la sociedad y por sus pedidos de mayor justicia social.

El asesinato de Romero marcó el comienzo de la guerra civil en El Salvador, que duró hasta 1992 y dejó 75.000 muertos y al menos 7.000 desapareci­dos.

El milagro que formalizar­á su apodo de “San Romero de América” fue salvar la vida de Cecilia Flores, un ama de casa cuyo embarazo se complicó por el síndrome de HELLP.

Pablo VI, el primer papa en pisar Tierra Santa, impulsó el diálogo con las otras religiones, y le correspond­ió la clausura del histórico Concilio Vaticano II en 1962.

El papa Pablo VI también será recordado por las críticas y las polémicas que suscitó su pontificad­o dentro y fuera de la Iglesia católica, entre ellas por el “no” a la píldora anticoncep­tiva en la era de la revolución sexual.

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VATICANO. Una multitud acompañó ayer las canonizaci­ones.

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