“Atracones” de alcohol dejan huella en el cerebro
Un estudio comprobó que altas dosis de alcohol afectan, entre otras cosas, a la memoria de los jóvenes
La memoria es la primera víctima de los atracones alcohólicos —la ingesta de grandes cantidades de alcohol en muy poco tiempo— que suelen protagonizar los adolescentes, alertan investigadores chilenos que han estudiado las consecuencias de estas prácticas toleradas porque inicialmente son hábitos ocasionales.
El atracón etílico, o “binge drinking” en inglés, consiste en beber mucho en muy poco tiempo. Y si se asocia al tabaco, la marihuana o narcóticos más duros, el efecto puede agravarse.
Los estudios demuestran que aunque sean hábitos restringidos en general a los fines de semana o las fiestas, estos atracones etílicos “pueden generar muchos problemas” en el cerebro que se perpetúan en el tiempo, además de facilitar adicciones de largo plazo, dice Rodrigo Quintanilla, uno de los investigadores de la Universidad Autónoma de Chile que han estudiado las consecuencias de estas prácticas.
Aunque los jóvenes tienen facilidad para recuperarse relativamente rápido de estos atracones, el consumo de alcohol produce “variaciones y cambios en el hipocampo, que tienen que ver con la memoria”, explica a la AFP el investigador.
En particular, “afectan al equilibrio inflamatorio, deteriora la plasticidad sináptica, la memoria y el metabolismo periférico mediante un mecanismo dependiente del sistema de melanocortinas”, uno de los principales actores que participan en la consolidación de los comportamientos adictivos durante la adolescencia y la edad adulta, según el estudio presentado en revistas científicas y en la Asociación Americana para la Investigación del Alcoholismo.
“INVENCIBLES”. Los jóvenes, recuerda Quintanilla, suelen creerse “un poco invencibles” y “no se dan cuenta de los daños que pueden ocurrir”, pero hay “mecanismos y vías bioquímicas dentro del hipocampo que se van a ver afectadas con el tiempo”, expresó el experto. La adolescencia es el periodo de vida crucial para el desarrollo de los circuitos cerebrales responsables de la emoción y la cognición.
“Cuando se convierta en adulto, el cerebro va a tener una sensibilidad adicional a ciertos estímulos estresantes o de la misma vida diaria”, como el estrés laboral o la combinación con el consumo de otras drogas, dice Quintanilla.
Se llegó a las conclusiones del estudio tras someter a grandes dosis de alcohol a ratas juveniles. “¡No podemos tomar adolescentes y abrirles el cerebro!”, exclamó el investigador chileno.
Para proseguir el estudio, a partir de ahora hay que “realizar un segumiento y aplicar año a año un test cognitivo para saber la progresión del daño”, agrega, antes de reconocer que no cuentan con dinero para ello.
Con 3,3 millones de fallecimientos anuales, el acoholismo es la tercera causa de muerte en el mundo, detrás del tabaco y la hipertensión. En los jóvenes entre 10 y 24 años, el 7,4% de las muertes y discapacidades son atribuibles al alcohol.
LA SITUACIÓN LOCAL. De acuerdo al Ministerio de Salud Pública, Uruguay cuenta con un alto porcentaje de personas con consumo nocivo y dependencia a las bebidas alcohólicas. La situación, según explican, es más grave cuando se trata de adolescentes y jóvenes, donde 1 de cada 3 ha tenido un episodio de abuso en los últimos 15 días. Existe evidencia de que el consumo de alcohol a edades tempranas aumenta significativamente el desarrollo de dependencia en alguna etapa de la vida, afectando además el neurodesarrollo de esos adolescentes y jóvenes, dice el organismo.
Un estudio realizado en 2016 pero difundido este año por la Junta Nacional de Drogas, mostró que el alcohol es, por creces, la droga más consumida por los estudiantes de enseñanza media que tienen en promedio entre 13 y 17 años. Casi todos han bebido alguna vez en su vida; siete de cada diez lo hicieron en el último año mientras que la mitad lo hicieron en el último mes.
El estudio también expone que el consumo de alcohol entre mujeres creció 11% en dos años y son ellas, a la vez, las que más han abusado de la bebida antes de cumplir los 14 años. Aunque la cerveza es la bebida preferida por los estudiantes de enseñanza media (el 45% la consume según el estudio), en los fines de semana el consumo de bebidas destiladas es mayor que el de cerveza y vino.
El estudio comprueba que el involucramiento de los padres es fundamental para evitar el consumo problemático. “Entre los adolescentes que perciben que sus padres toleran el abuso de alcohol, los episodios problemáticos con el alcohol son mayores que en los adolescentes que entienden que los padres, por el contrario, no toleran este consumo”, dice el estudio.
En tanto, una encuesta realizada por el psicólogo uruguayo Paul Ruiz para su tesis doctoral concluyó que casi el 80% de las personas entre 18 y 30 años consume alcohol al menos una vez por semana en forma dañina, es decir que consumieron más de dos litros de cerveza, algo más de un litro de vino o más de tres vasos de whisky.