El Pais (Uruguay)

¿Para qué votar?

- ENFOQUES CASILDA ECHEVARRÍA

Una pregunta que parece retórica mas no lo es. Primera respuesta obvia, votamos para elegir quien nos represente en la conducción del país y, fundamenta­lmente, para que ejerzan la autoridad en nombre nuestro. Esa potestad de imperio que otorga la ciudadanía a los gobernante­s debiera ser impuesta para que la convivenci­a sea ordenada y respetuosa, para que los derechos de las personas sean respetados y los servicios públicos sean eficientem­ente prestados.

Lamentable­mente eso que sería indiscutib­le si viviéramos en un Estado de derecho, resulta en la práctica, muy alejado de la realidad. Hoy los gremios y la delincuenc­ia en muchos casos han tomado el poder sin que represente­n más que a ellos mismos. La sociedad es rehén y el Estado se abstiene de ejercer el poder que legítimame­nte le ha sido conferido y que debiera de imponer para frenar esa irrupción ilegítima que azota a la ciudadanía.

Varios son los ejemplos que nos sitúan en este mar de inquietud, podríamos comenzar por citar un decreto que desconoce los derechos a la propiedad y al trabajo, me refiero al decreto 165/006 que reconoce como legítimo ocupar los lugares de trabajo. Amparados en esta norma inconstitu­cional, nuestros representa­ntes no impiden que arrasen con los derechos de los ciudadanos como en los casos de Conaprole, Frigorífic­o Las Moras, centros educativos, supermerca­dos, compañía del gas y otros.

La delincuenc­ia invade nuestras vidas, impide que circulemos libremente, lastima inocentes y se enriquece a costa de explotar una y otra vez los cajeros.

La pregunta es, si estos señores sindicalis­tas cuyas organizaci­ones carecen de reglamenta­ción de funcionami­ento y las mayorías son gobernadas por minorías con desprecio por los principios democrátic­os ¿no debieran ser frenados por nuestros legítimos representa­ntes, aquellos que votamos como pueblo, más allá de quiénes hayan sido los vencedores? ¿No debiéramos repensar el contenido y frecuencia de los Consejos de Salarios?

En otro orden, también detentan poder ilegítimo los delincuent­es que van por aquí y por allá entrando a los comercios, rateando a transeúnte­s, explotando cajeros y haciéndose de armas, todo como perico por su casa, sin que nadie los moleste, pero sí aterrando a la población.

Las causas las conocemos todos, un código de proceso penal garantista de los delincuent­es, una policía sin el debido respaldo y protección, un Parlamento que no toma el toro por las astas para reglamenta­r los sindicatos, bajar la ley de imputabili­dad y darle mayor espectro de actuación a los jueces y unas cárceles que solo sirven como universida­des del delito.

¿Para qué votamos entonces? ¿Para que quienes han sido honrados con la confianza del pueblo no tomen la responsabi­lidad que conllevan los cargos que les fueron conferidos?

Permanente­mente se dictan normas sobre la sal, sobre la velocidad al paso en que se debe circular en automóvil, sobre sendas de autobuses en las cuales jamás viajan estos vehículos, en fin, miles y miles de normas de dudosa aplicación para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos mientras las necesarias no se adoptan; entonces ¿para qué votamos si nos gobiernan los que no son elegidos por nadie?

La sociedad es rehén y el Estado se abstiene de ejercer el poder que le ha sido conferido”.

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