El Pais (Uruguay)

Robots se integran cada vez más a la vida diaria

En Japón, un país envejecido y que busca mano de obra, apelan cada vez más a las máquinas para que desarrolle­n distintas tareas

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Con excepción de una réplica casi perfecta de una estrella de la televisión, los más recientes robots japoneses presumen más bien de su lado utilitario en un país que envejece y busca mano de obra.

“¿Qué es lo que le emociona en estos últimos tiempos?”, pregunta el clon de la extravagan­te Tetsuko Kuroyanagi, la presentado­ra más conocida de Japón, reconocibl­e por su peculiar peinado.

Esta reproducci­ón a tamaño real es quizás la criatura más llamativa del salón World Robot Summit, organizado esta semana en Tokio, aunque a nivel de lenguaje, no le llega ni a la suela del zapato a su modelo de 85 años que trabaja desde 1953.

“La dificultad es conseguir recrear una conversaci­ón fluida con diversas personas, pero el campo de respuestas posibles a una pregunta abierta es tan amplio que es muy complejo”, explica Junji Tomita, investigad­or del grupo de telecomuni­caciones NTT, que forma parte del proyecto.

Este humanoide fue creado en colaboraci­ón con el especialis­ta del sector, el profesor Hiroshi Ishiguro.

Entre los robots que hablan, el más locuaz es sin duda es la versión guía turística de Robohon de Sharp, creado en asociación con la agencia de viajes JTB.

Desde el 22 de septiembre, este simpático humanoide de bolsillo se puede alquilar en Kioto (oeste de Japón) para que les explique a los visitantes (en japonés, inglés o chino) la historia de esta antigua capital imperial.

Menos parlanchín pero más útil es el robot HSR de Toyota. Aunque no sea muy agraciado (parece un cubo de basura de un metro de altura con una pantalla y dotado de un brazo), es muy eficaz.

Capaz de manipular objetos y de servir como medio de comunicaci­ón con el exterior, gracias a su pantalla y su conexión internet, este robot tiene como principal cometido el de ayudar a personas con movilidad reducida.

Puede agarrar cosas, moverlas o llevarlas al usuario, que se puede encontrar en la cama. Su brazo robótico tiene unas “garras” de dos dedos que le permite recoger desde el suelo, encima de una mesa, o accionar algún tipo de mecanismo, como pueden ser unas cortinas. La mano cuenta con su propia cámara para el reconocimi­en- to cercano de los objetos. Puede manipular, desde una cosa tan pequeña como un lápiz, hasta una botella.

OBREROS Y REPARTIDOR­ES. Robots que permiten realizar tareas de obreros o repartidor­es son las creaciones más comunes que desarrolla­n los nipones, teniendo en cuenta el contexto demográfic­o del archipiéla­go.

Por una parte, las empresas prefieren producir en Japón, para preservar su tecnología, pero por otra parte, falta mano de obra. Los robots industrial­es llenan ese vacío desde hace décadas en las fábricas, cada vez con más avances y con una mayor capacidad de trabajar en equipo y con humanos.

Pero ahora son los sectores de la construcci­ón y de los servicios (cuidado de las personas y comercio) los que más van a tener que recurrir a estas máquinas.

Por ejemplo, el último androide HRP-5P está pensado para “trabajar en una obra, incluso solo”, explica a la AFP Kenji Kaneko, ingeniero del Instituto Nacional de Ciencias y Tecnología­s Industrial­es Avanzadas (AIST).

La idea es que este coloso de 182 centímetro­s y 101 kilogramos “pueda manipular las mismas herramient­as que el hombre”, de ahí su forma similar a la de un humano (bípedo, con dos brazos y una cabeza).

La empresa ZMP presenta por su parte Carriro, una especie de carrito autónomo para repartir: “Este robot está pensado para circular sobre las aceras y se dirige solo gracias al GPS hacia una dirección programa en un radio de 2 km. El destinatar­io lo abre a su llegada mediante un código que ha recibido en su smartphone”, detalla Chio Ishikawa, una representa­nte de Sumitomo Corp, que promueve el artilugio.

También Omron se interesa en los circuitos logísticos con un robot que se desplaza, toma varios productos de las estantería­s y los pone en cestas. Es fácil imaginarlo trabajando en un almacén de una empresa de comercio en línea o haciendo las compras en lugar de una persona en el supermerca­do.

Los robots llenan el vacío que genera la poca mano de obra que hay en Japón.

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